La teoría del caos y tú
En la ciencia pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden significar grandes diferencias en el futuro. En la vida ocurre igual. Te levantas y el principio de incertidumbre te susurra al oído que no sabes si en la noche aquella misma cama te recibirá. Te despides de tu familia, vas a trabajar. Hasta allí trazas la senda regular que ya conoces. El orden es hijo de la inercia, también de la razón y el hábito.
Pero imagina un incidente cualquiera que, como es previsible en la teoría de la incertidumbre (gran paradoja), te reconduzca, es decir, te desvíe de la pauta inicial. Todo se deshace en unos minutos. Tu hogar se desmorona, tu vida se desgaja como un mal pan y das a parar a la avenida de la amargura. Lo has perdido todo o quizás… El incidente empuja ciertos acontecimientos que te llevan a París.
Navidad, soledad en mal francés, caminas y en aquella Noche Buena deambulas hasta encontrar una fonda a media luz y dentro a una mujer que, como tú, terminó en una mesa por efecto de una minucia de días atrás. La observas, le haces llegar una rosa, te acercas , le hablas. Cenan, comulgan sus soledades y luego comparten la ruta por aquellas callejuelas empedradas. Vuelcan los ojos a una ventana abierta e iluminada desde donde emerge una melodía de violines, oyen. Deambulan, tuercen, enderezan. Vuelcan los ojos en el Sena, ensayas tu mejor poema, la inmortalizas en 400 palabras. La miras, te mira y el amor hincha tu boca que cargas de sonetos. Allí empieza tu nueva historia. Amas, te aman, el cielo desciende sin avisar.
Como en “Luces desde el Sena”, nada sugiere que de un desayuno sin visos de novedad asome un descomunal e inesperado cambio que ni los arcanos predicen. Un hombre de Nueva York y una mujer de Londres ven disueltas sus viejas existencias y culminan la semana en una fonda a media luz cerca del Sena, el sueño dura lo que el asombro, desde luego, pero vale la eternidad que representa.
Nada es predecible en el largo plazo, sostiene la teoría del caos. Al decir verdad, cada fenómeno en la vida tiene una multiplicidad de efectos (Lo que sigue es una adaptación en base a un tramo del ensayo de Pablo Cazau, “La teoría del caos”):
a) Efecto palanca: La palanca supone un pequeño movimiento, pero podrás levantar el mundo (Arquimeses dixit). Un martillo providencial, por ejemplo.
b) Efecto gota de agua: Puede ser un litro en una garrafa, pero algunas gotas más y rebalsas consiguiendo un efecto caótico. ¿Has probado una insolencia más con quien te tiene en la coronilla?
c) Efecto combinación: Dos sustancias mezcladas pueden no tener un efecto, pero dos específicas que interactúan mal, pueden generar un efecto devastador. Un vaso de ron y las drogas se deben llevar muy mal. Podría aplicarse este mismo principio a las personas. Una conjunción maligna para sí misma o maligna para los demás.
d) Efecto escalada: como en los grandes conflictos, van de menos a más. Una palabra, un incremento en el arsenal, llevan a la cumbre de la guerra.
e) Efecto instigación: una pequeña causa instigadora produce la hecatombe.
f) La conversión masa-energía: Cito textualmente a Cazau. “Según el principio de equivalencia masas-energía de Einstein, una pequeñísima porción de masa, bajo ciertas condiciones puede liberar enormes cantidades de energía”. Imagina el efecto de una palabra o un gesto sobre un ánimo reprimido.
g) Efecto mariposa: Ya escribimos sobre el particular en un post anterior. “El simple aleteo de una mariposa puede tener un efecto importante en el universo”.
Así que, ¿Aún crees al cien por cien que te acostarás hoy en la misma cama donde al clarear abriste los ojos? Quizás hoy sí, pero ¿Y el próximo año qué?