La buena política
“Hay que recuperar la buena política”, dice Lourdes Flores. De acuerdo, sí, pero desde hace décadas el debate político se ha cerrado a temas menores y los temas menores llaman a políticos menores para resolverlos. Cuando la política sea un espacio de debate de los grandes temas nacionales, es que los intelectuales y los visionarios buscarán a los partidos. Es la calidad del menú lo que llama a los invitados.
Usted es un talento de la economía, un magister que admira los viejos debates en el Senado. Observa la efigie de Porras, lee a Sánchez, se sorprende por el pontificado constitucional de Ramírez del Villar. Busca un partido, sigue las indicaciones, sube los escalones y deambula por los pasadizos vacíos. Pierde su tiempo, revierten las ganas. Faltan aún dos años para la siguiente lid electoral. Toma el diario y lee, escándalo, bulla, comisión de ética, juicio político, día del arroz con leche, ley del peluquero barrial.
Transcurren los meses, usted insiste. La política es más y tanto que usted vuelve a las andadas. El pasadizo partidario es distinto al páramo de meses atrás, la sede rebalsa. Se vuelcan en manadas desde todos los rincones del país. Es una carrera, al margen del talante o el talento. Una subasta. Postulantes a babor.
Usted se ahoga, renuncia, se aleja. Observa la elección desde el televisor. La política ya no es lo que era. Ahora sabe que lo mismo es vivir la política desde su Junta Vecinal. Menudo asunto, refunfuña, mientras prepara su mejor discurso, que para tal propósito perfiló su vocación…¿Será?