No te preocupes en caer bien
En este post voy a ir en peligrosa contracorriente. De seguro mis instrucciones no habrán de llevar al paraíso, precisamente, pero…La prestigiosa revista Time provee de algunos consejos para “caerle bien a todo el mundo” y, desde luego, ser feliz. Vamos al canto.
Dice la publicación, sobre la base de las respetables y acertadas sugerencias del experto Robin Dreeke, exjefe del programa de Análisis de Conducta de FBI, que para caerle bien a la gente hay que seguir ciertas pautas. Ellas son correctas, pero nuestra opción es la políticamente incorrecta, por eso en el comentario a cada consejo, nos vamos por la contraria. El experto recomienda:
1. “No hay que juzgar”.
Al decir verdad, juzgar no es solo un deleite sino una necesidad en la búsqueda de la verdad. El precio de la amistad pura es el error compartido, el ancla de la civilización y de la ciencia. Le caeré mal a medio mundo, pero habré de juzgar lo que creo que es incorrecto, malvado, desleal o prejuicioso (Pero cuidado con caer en el prejuicio, es síntoma de necedad).
2. “Saber escuchar”.
Dreeke la tiene por bien escuchar, pero me importa poco escuchar a alguno solo para caerle bien. Lo que me interesa es escuchar el argumento que me permita sorber del conocimiento para mi provecho intelectual o para atacarlo con las armas de mi ciencia y mi razón. A contrapelo de lo que se cree “no todas las personas ni todas las ideas son respetables y sostenerlo no es un rasgo de intolerancia”. La tolerancia es liberal, pero se vuelve boba si se torna en cómplice del fundamentalismo o el terrorismo o la delincuencia o cualquier bazofia de esa laya.
3. “Buscar la mejor pregunta”
No entiendo que una interrogante sirva para sembrar simpatías sino para saber más, confirmar, ratificar, entender o, acaso, desarmar el argumento que tomamos por erróneo.
4. “No asustar al desconocido con el tema del tiempo”
No es razonable medir el tiempo de los diálogos. Eso sí, si tienes premura, mal harías en postergar o llegar tarde a una importante cita por el temor de no mirar tu reloj mientras te hablan. Cuando te toca marchar, no tengas reservas en expresarlo aún cuando te hayan capturado en el meollo de la trama.
5. “El lenguaje corporal sí importa”
“Sonríe”, te exigen en los tratos y en las fotos. Pero sonreír por deber no es sonreír, es solo estirar la comisura de los labios como cuando se ejercitan los brazos o los muslos. Un ejercicio bobalicón y una simulación. Sonríe espontáneamente y cuando bien te venga en gana, porque desde el alma te vino el impulso y la inspiración. Apenas eso.
“Hay que inclinarse, tener las palmas hacia arriba, dar señales verbales positivas…”., son las instrucciones para caer bien y no morir en el intento.
A las forzadas pantomimas prefiero la libertad del movimiento. Lo importante es no ser hosco ni grosero, pero fundamentalmente “ser uno mismo” aunque hagamos suelo raso de nuestra simpatía.
Tal es la diferencia entre moverse y hablar con libertad, buscar la verdad y expresarla abiertamente y… darse a la cerrada vida dentro de un escenario en el que el arlequín se gana los aplausos bajo una identidad que nunca será la suya.