Marchas y marchas y contramarchas
No voy a fungir de abogado del diablo, pero habría falta marchas y marchas y marchas para que las cosas funcionen. Imaginen una marcha contra una educación universitaria que apela al fragmento en la lectura y no al libro, a la indulgencia en la nota, a la medianía. Una marcha contra el twitter, que nos habitúa a la parquedad y a la falsa síntesis. Una marcha contra los hospitales que no funcionan, contra los maestros de baja calidad, contra los alumnos de perpetuo 11, una contra el fútbol peruano (cantada).
¿Y que tal contra el trato policial? ¿Y las prácticas osadas de los peatones? ¿Y si marchamos contra las marchas que congestionan el tráfico? ¿Una contra el tráfico, así a secas? Podríamos marchar contra la mala política y los malos políticos (sin aterrizar en nombres, claro). Una marcha contra las leyes bobas y las sentencias injustas, contra las licitaciones o concursos a la medida del cliente. O mejor, contra los largos procesos de la Justicia, la chabacanería, la falta de higiene, los escupitajos al aire.
Siempre la indignación es una particularidad de la vida social, tan imperfecta como el hombre mismo, como tú o como yo. El problema es cuando se pretende marchar contra el gusto y la libertad de los demás. “No me gusta lo que a ti, hay que desaparecerlo, marcho para que no puedas elegir qué ver, qué comer, qué oler, cómo peinarte, con qué tipo de ropa habrás de vestirte”.
Una marcha contra la TV basura, bajo las líneas de una justicia no discriminadora sería: tirarse varios canales de cable, seccionar algunas sombritas del Discovery Kids, mutilar lo que es vulgar a tu criterio en los programas cómicos, deshacer lo que te es antipático en las telenovelas, difuminar los noticieros y las películas ¿O solo es TV basura lo que no ves? ¿Cuál es el criterio que rige dentro de la atmósfera de lo subjetivo? ¿A propósito qué programas ves y dejas ver a tus hijos? Consecuencia ¿No?
Si tu niño se prende a lo que te parece nefasto, tienes la autoridad para apartarlo. Si te repele el programa de las seis, de las siete o de las ocho, tienes el control remoto. Años luz distan cuando tenías que pararte para girar el selector de canales y elegir entre tres o cuatro opciones. La diversidad es la alternativa que te permite elegir, no elegir por los demás.