García Márquez y su universo musical: del vallenato a los Arctic Monkeys
Gabo solía decir que “lo único mejor que la música, es hablar de música”. También afirmaba tener más discos que libros. “Descubrí el milagro de que todo lo que suena es música, autos de las calles, claxon, vocerío… todo. Música es todo lo que suena”, escribió en cierta ocasión. Este es un repaso por las canciones y compositores que, de alguna manera, fueron trascendentales en su vida… y obra… y viceversa**.
Carlos Gardel – “Cuesta abajo”
En 1935, la noticia del fallecimiento de Gardel remecía Latinoamérica. Gabo solo tenía 8 años, pero ya lo admiraba. En su autobiografía cuenta que su inicial interés por el canto fue una influencia directa del Zorzal Criollo. “Me hacia vestir como él, con sombrero de fieltro y bufanda de seda, y no necesitaba demasiadas súplicas para que soltara un tango a todo pecho. Hasta la mala mañana en que mi tía Mama me despertó con la noticia de que Gardel había muerto en el choque de dos aviones en Medellín. Meses antes yo había cantado “Cuesta abajo” en una velada de beneficencia (…) Y canté con tanto carácter que mi madre no se atrevió a contrariarme cuando le dije que quería aprender el piano en vez del acordeón repudiado por la abuela”, escribió.
Toña La Negra – “Popurrí de Agustín Lara”
La relación entre Gabo y su segundo hermano Luis Enrique fue bastante estrecha y determinada por la música, ya que este último era un hábil guitarrista. Ambos solían sentarse en una banca que tenía la tienda de la esquina de su casa, colocada ahí “para la tertulia de la clientela ociosa”, donde pasaban tardes enteras escuchando los programas de música popular. “Llegamos a tener en la memoria un repertorio completo de Miguelito Valdés con la orquesta Casino de la Playa, Daniel Santos con la Sonora Matancera y los boleros de Agustín Lara en la voz de Toña la Negra“, refirió García Márquez.
Garzón y Collazos – “Los Cisnes”
Como se ha mencionado, Gabo era un entusiasta de la radio en su infancia y su programa favorito era “La hora de todo un poco”, conducido por el compositor Ángel María Camacho y Cano. Sobre todo el segmento en el que cantaban aficionados menores de quince años. Así que un buen día, acompañado por su madre, decidió ir a probar su voz. La mecánica era la siguiente: el maestro Camacho y Cano acompañaba en el piano al cantante de turno y un asistente suyo interrumpía la canción con un campanazo al menor error cometido. “Hasta entonces me había identificado con el solo apellido de mi padre —García— y mis dos nombres de pila —Gabriel José—, pero en aquella ocasión histórica mi madre me pidió que me inscribiera también con su apellido —Márquez— para que nadie dudara de mi identidad. (…) Canté «El cisne» (sic), y desde los primeros compases me di cuenta de que el tono era muy alto para mí en algunas notas que no pasaron por el ensayo, y tuve un momento de pánico cuando el ayudante hizo un gesto de duda y se puso en guardia para agarrar la campana. No sé de dónde saqué valor para hacerle una seña enérgica de que no la tocara, pero fue tarde: la campana sonó sin corazón”, contó el escritor en su autobiografía.
Serguéi Prokófiev – “Peter and the Wolf”
En 1940, a los 12 años, Gabo empezó a cursar los primeros grados de secundaria en el colegio jesuita San José, donde publicó sus primeros poemas en una revista escolar. Luego, gracias a una beca, fue enviado a estudiar al Liceo Nacional de Zipaquirá para terminar la secundaria. Ahí llevaría un curso opcional de apreciación de la música, en el cual se inscribió como voluntario. La asignatura era dictada por Andrés Pardo Tovar, director del primer programa de música clásica de radio La Voz de Bogotá. “No alcanzábamos a ocupar la cuarta parte del comedor acondicionado para la clase, pero fuimos seducidos al instante por su labia de apóstol. (…) Partía del supuesto —correcto en nuestro caso— de que éramos unos novatos de solemnidad. De modo que empezó con «El carnaval de los animales», de Saint–Saéns. Luego tocó —¡cómo no!— «Pedro y el lobo», de Prokófiev. Lo malo de aquella fiesta sabatina fue que me inculcó el pudor de que la música de los grandes maestros es un vicio casi secreto, y necesité muchos años para no hacer distinciones prepotentes entre música buena y música mala”, refirió García Márquez sobre ese momento de su vida.
Dámaso Pérez Prado – “Mambo No.5″
“Cuando el serio y bien vestido compositor cubano Dámaso Pérez Prado (el hombre de la foto superior) descubrió la manera de ensartar todos los ruidos urbanos en un hilo de saxofón, se dio un golpe de Estado contra la soberanía de todos los ritmos conocidos”, consignaba un texto publicado en 1951 por el diario El Heraldo de Barranquilla. Era el primero de tres artículos sobre el entonces irreverente género, los cuales estarían firmados por un joven cronista bajo el seudónimo Septimus. Era un novel García Márquez que retrataba así el impacto del mambo sobre la juventud de la época; pero también de cómo Dámaso Pérez Prado se transformaba en un héroe musical para él en aquel entonces.
The Beatles – “Help!”
“Así es: la única nostalgia común que uno tiene con sus hijos son las canciones de los Beatles. Cada quien por motivos distintos, desde luego, y con un dolor distinto, como ocurre siempre con la poesía”, escribió Gabo sobre los cuatro de Liverpool en un artículo titulado “Sí, la nostalgia sigue siendo igual que antes” y publicado el 16 de diciembre de 1980, ocho días después del asesinato de John Lennon. En esas líneas, el escritor recuerda la primera vez que escuchó a los Fab Four, en un “día memorable de 1963, en México”, cuando descubrió que “el universo estaba contaminado por ellos”. “Por toda la ciudad, a toda hora, se escuchaba un grito de muchedumbres; ‘Help, I need somebody’. Alguien volvió a plantear por esa época el viejo tema de que los músicos mejores son los de la segunda letra del catálogo: Bach, Beethoven, Brahms y Bartok. (…) Me empeñé, desde entonces, en incluir a los Beatles“, agregó líneas abajo el colombiano.
The Beatles – A Hard Day’s Night
También en los años sesenta, con algunos años viviendo en la capital mexicana, se dispuso a escribir su obra más celebrada: “Cien años de soledad”. El colombiano ha referido en numerosas ocasiones que la inspiración literaria le provenía más de la música que de los libros… y esta vez no fue la excepción. “En México, mientras escribía Cien años de soledad —entre 1965 y 1966—, sólo tuve dos discos que se gastaron de tanto ser oídos: los Preludios de Debussy y Qué noche la de aquel día, de Los Beatles“, escribió.
Béla Bartók – “Piano Concerto No.3
Otra novela que se forjó con música de fondo fue “El otoño del patriarca”, publicada en 1975. Según cuenta el mismo Gabo, mientras escribía esta, su sexta novela, “escuchaba sin misericordia” el Tercer concierto para piano del compositor rumano Béla Bartók. “En los años en que evoco estas memorias he logrado el milagro de que ninguna clase de música me estorbe para escribir, aunque tal vez no sea consciente de otras virtudes, pues la mayor sorpresa me la dieron dos músicos catalanes, muy jóvenes y acuciosos, que creían haber descubierto afinidades sorprendentes entre “El otoño del patriarca” y el Tercer concierto para piano de Béla Bartók. Es cierto que lo escuchaba sin misericordia mientras escribía, porque me creaba un estado de ánimo muy especial y un poco extraño, pero nunca pensé que hubiera podido influirme hasta el punto de que se notara en mi escritura. No sé cómo se enteraron de aquella debilidad los miembros de la Academia Sueca que lo pusieron de fondo en la entrega de mi premio. Lo agradecí en el alma, por supuesto, pero si me lo hubieran preguntado —con toda mi gratitud y mis respetos por ellos y por Béla Bartók— me habría gustado alguna de las romanzas naturales de Francisco el Hombre en las fiestas de mi infancia”, contó en sus memorias.
Guillermo Buitrago – La gota fría (Qué criterio)
“No sé qué tiene el acordeón, que cuando lo oímos se nos arruga el sentimiento”, escribió Gabo en una columna publicada en el diario El Universal de Cartagena en mayo de 1948. Esta frase se convirtió pronto en una de las más célebres dentro del ámbito del vallenato, el tradicional ritmo colombiano que el escritor tanto añoraba y promovía. Un género musical que no dudó en inmortalizar en sus textos, así como a su más renombrado representante: el maestro compositor Rafael Escalona, su viejo amigo, quien apareció en “El coronel no tiene quien le escriba” y “Cien años de soledad”, obra cumbre que el mismo García Márquez describiría como “un vallenato de 360 páginas, un gigante vallenato”. Igualmente, en su crónica “Valledupar, la parranda del siglo” publicada en 1983, hizo referencia a Emiliano Zuleta, autor de la conocida canción “La gota fría”, la cual no dudó en definir como “perfecta, y por tanto, un punto de referencia que no pueden perder de vista los creadores de hoy”.
Rubén Blades – “Pedro Navaja”
Pero Gabo no solo vivía por el vallenato, sino que también era un entusiasta de otros ritmos tropicales. Sobre todo, de la música cubana contemporánea y de Los Van Van, la orquesta salsera de la isla caribeña, cuyo éxito “El baile del buey cansado” era uno de sus favoritos. Ni qué decir de la salsa escrita por el panameño Rubén Blades, a quien llamó “el desconocido más famoso del mundo”, porque a lo mejor en el mundo no sepan quién es su autor, pero sí saben quién es él. Precisamente, del célebre tema Pedro Navaja, el colombiano confesó en cierta ocasión que le hubiera encantado escribir tal historia.
Armando Manzanero – “Grandes éxitos”
Se sabe que Gabo tenía una fijación particular con el bolero. Tenía la firme idea de que podía escribir la letra de uno y por ello hizo algunos talleres con Silvio Rodríguez en La Habana. “Con Silvio fuimos tan lejos en el experimento. Yo le di el argumento, y él me dio en un casete la métrica; el número de silabas que podía tener cada verso, inclusive las terminaciones de la rima. Estuve meses tratando, pero no pude. Es muy difícil. Un bolero es algo que yo admiro muchísimo”, contó en cierta ocasión el escritor. El disidente cubano Raúl Rivero, un viejo conocido suyo, también cuenta que si bien no podía escribir boleros, sí podía cantarlos; y recuerda haberlo escuchado “entonar el bolero “Usted” en un cabaret de Santo Domingo, en el verano de 1979″, acompañado por un conjunto local, “un ventú, que lo seguía leal y descompasado”. Asimismo, el escritor ha alabado en numerosas ocasiones a Armando Manzanero, a quien llamó un “verdadero maestro del idioma español”, puesto que podía expresar en unas líneas lo que a él le tomaba cientos de páginas. “Manzanero es uno de los más grandes poetas actuales de la lengua castellana. Yo estuve tratando de hacer un bolero junto a Manzanero, lo intente durante un año por lo menos. Y es lo más difícil que hay. Poder sintetizar en las cinco o seis líneas de un bolero, todo lo que un bolero encierra, es una verdadera proeza literaria”, comentó sobre el bolerista mexicano.
Y VICEVERSA…
Así como la vida y obra de García Márquez se ha visto influenciada notoriamente por la música, la música también ha escrito sobre él. Estas son algunas canciones que se hicieron pensando en el universo creado por el escritor colombiano.
Daniel Camino / Johnny Arce – “Macondo”
El peruano Daniel Camino se inspiró en “Cien años de soledad” para escribir este tema y participar luego en el Festival de Ancón de 1969. En la voz de Johnny Arce, la canción se convirtió en un éxito a nivel internacional.
Rafael Escalona / Hnos. Zuleta – “Estocolmo”
El mítico compositor del vallenato, Rafael Escalona, le devolvió el favor a Gabo con esta canción compuesta especialmente en 1982 para conmemorar el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura al escritor colombiano.
Silvio Rodríguez – “San Petersburgo”
Esta canción, escrita por el trovador cubano, narra la historia de una mujer que fue plantada el día de su boda en la Rusia antigua; un relato que le contó el mismísimo Gabo cuando se encontraron en la cabina de un avión que viajaba de La Habana a México.
Rubén Blades – “Isabel”
Tras el elogio recibido de parte de Gabo por Pedro Navaja, el panameño Rubén Blades grabó en 1987 su álbum de estudio, “Agua de Luna”, con el cual adaptó varios cuentos cortos del colombiano en canciones. Por ejemplo, Isabel está basada en el relato “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”.
Carlos Vives – “La Tierra del Olvido”
Nadie duda del aporte de Vives al vallenato, ya que fue quien internacionalizó el género colombiano por excelencia a mediados de los noventa. Una de sus canciones más populares, La tierra del olvido, se basa en la última línea de un texto extraído de “El amor en los tiempos del cólera”: “(…) y si no enloqueció de desesperación fue porque siempre encontró un alivio en el recuerdo de Florentino Ariza. No dudó de que aquella fuera la tierra del olvido”.
Shakira – “Hay Amores”
La cantante colombiana participó en el 2006, por petición del propio García Márquez, en la banda sonora de la película “El amor en tiempos del cólera”. Ella se unió al argentino Pedro Aznar para producir dos composiciones inéditas, entre las que se cuenta “Hay amores” y “Despedida“.
Radiohead – “Banana Co.”
Aunque esto no ha sido confirmado por la banda, la revista Select publicó en 1999 un artículo que hacía mención al origen de esta canción que formó parte del segundo EP de Radiohead, Itch (1994). En la nota se decía que Thom Yorke se inspiró en la lectura de “Cien años de soledad” y que el título era una referencia directa a la United Fruited Company, una compañía bananera instalada en la Colombia de esa época.
Arctic Monkeys – “AM”
Finalmente, esta es una clara muestra de cómo Gabo ha trascendido tanto las generaciones como los géneros musicales. Alex Turner, principal compositor y vocalista de Arctic Monkeys, indicó al diario británico The Guardian que “el realismo mágico de Gabriel García Márquez ha influenciado parte del material de ‘AM’”, el alabado último disco de la banda. “Sí, se puede decir que estuve leyendo ‘Cien años de soledad’”, agregó el músico.
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** N. de R.: Artículo publicado originalmente en la revista Dedo Medio. La información empleada en este artículo corresponde a lo escrito por el mismo Gabriel García Márquez en su autobiografía “Vivir para contarla”, así como de las siguientes fuentes: Diario El País, Diario El Mundo (sección Cultura), Diario El Tiempo, Diario El Espectador, CubaSi.cu, Rock en las Américas, The Guardian Culture, The Modern World, Música del Mundo, Casa de Libro, Agustín Pérez Aldave (RPP Noticias), Revista Mosaico.