La crema asustada
Los clásicos nunca deben perderse, eso lo tiene claro cualquier crema que se respete. Sin embargo, lo más preocupante del partido del miércoles fue la pobreza del juego exhibido, los errores en todas las líneas y la imposibilidad de crear peligro en el área contraria. ¿Se podrá corregir todo esto en siete días?
Aunque Fernández parece sorprenderse tras el bote que da la pelota -luego de superar la barrera- un arquero de su categoría no puede soltar un balón así.
Imágenes de CMD, colgadas por www.noticiasarequipa.com
Si el partido ante Nacional, en Ate, había entusiasmado, el jugado en Arequipa fue una decepción mayúscula. A Costas le bastó con ordenarle a Montaño que se adelantara unos metros y al resto que presione con mayor intensidad para que la crema perdiera confianza y consistencia. Con jugadores clavados en sus posiciones, incapaces de picar en busca de fabricar espacios, el juego del campeón navegó en la intrascendencia completa entre el abuso de los servicios a los lados y los pelotazos sin sentido. Los laterales fueron controlados sin prisa, mientras la claridad escaseó en los últimos 25 metros a pesar del despliegue generoso de Rainer y las ganas de Alva. Ramírez trajinó sin orden, Fito y Vásquez aportaron muy poco y Labarthe volvió a hacer patente sus limitaciones. La ‘U’ dejó la sensación de ser un once de tipos desconcertados, que acababan de conocerse dentro del campo de juego. Del cuadro campeón no parecía quedar rastro. Hasta Fernández erró como un novato. En el tanto de Aguirre, la mayor responsabilidad fue de él.
¿Será capaz la crema de cambiar de cara para el debut ante Blooming en Santa Cruz? Es muy difícil. Tres derrotas seguidas hablan de un bajón pronunciado y, acaso lo más grave, de falta de respuestas de cara al arco contrario. Mientras Ciciliano, Tejada y Manco marcan diferencias en el Aurich, nuestro principal refuerzo aún no debuta porque sigue demorando su puesta a punto e incluso persisten las dudas sobre su respuesta física. Si el clásico iba a servir como medida para saber en qué estado nos encontramos, la respuesta es una sola: estamos mal.
ACTUALIZACIÓN 07-02-10
Por muchos años conversé con él todas las tardes. En ese entonces no tenía su programa nocturno, sino microespacios en RPP donde daba solo la noticia justa. Y don Emilio, porque siempre lo traté de usted, llamaba a la redacción de Deporte Total para corroborar datos o pedir información sobre ciertos temas. Eran conversaciones cortas, de no más de tres o cuatro minutos, en las que podía alabar algún artículo o comentar la última película que había visto. Para los periodistas que andamos por la base cuatro, que lo recordamos cuando llegó al Perú a inicios de los ochenta, en medio de una gran controversia en su país (era el único periodista uruguayo que no miraba por encima del hombro a la selección de Tim), El Veco era una suerte de maestro particular que nos daba una lección de periodismo todos los días. Lo seguí en la radio (En “Ovación” primero, en “Las Mañanas del Veco” después), la televisión (“Gigante deportivo”, “24 horas”) y luego en la prensa escrita, sobre todo en su segunda etapa en Deporte Total. Tiempo atrás, durante una celebración que organizó el ISIL en la Cámara de Comercio de Lima, le estreché la mano por primera vez.
Culto, expansivo, amable, emotivo, ocurrente -aunque mal contador de chistes-, don Emilio le dio otro nivel al periodismo deportivo del país. Un grande, El Veco.