Y volverás, Óscar
Aunque su presencia al mando del plantel era insostenible, la salida de Óscar Ibáñez del club duele.
Apena cuando una persona pierde su trabajo, más aun alguien como Óscar, uno de los héroes del tricampeonato y, antes que nada, un hombre de bien. Y a este fútbol nuestro, tan podrido en todas sus instancias, le hace falta mucha gente de bien.
No era la hora de Óscar. No estaba preparado para afrontar esa inmensa olla de presión que es la ‘U’ en estos momentos, con un plantel discreto, sin plata, agobiado por acreedores, hinchas y la intemperancia de ciertos personajes que dicen amarla pero que, en realidad, andan en busca de pescar algo en medio del desorden.
Ojalá regrese al club. Más preparado, más hecho, con las ideas claras. ¿Cuándo? No lo sé. El fútbol tiene mil historias de caídas estrepitosas y ascensos estelares. Óscar es un hombre inteligente, ambicioso, con capacidad para volver.
¿Debe cobrar lo que resta de su contrato? Si así lo estipula alguna cláusula, no hay razón legal que lo impida. Y si ha decidido irse sin cobrar un mango, es decisión suya. Todo trabajo debe ser remunerado. Y los acuerdos tomados en los contratos son eso, acuerdos, y deben cumplirse.
¿Quién debe reemplazarlo? Un técnico experimentado, con liderazgo e ideas claras y, por supuesto, que se adecúe al esmirriado presupuesto del club. ¿Nombres? Imposible señalarlos. Eso sí: si a Ibáñez lo criticamos por inexperto, ¿cómo podemos pretender sustituirlo por Javier Chirinos como señalan algunos? La ‘U’ no puede ser un laboratorio de pruebas o un espacio de prácticas para aprender el oficio. A la ‘U’ debe llegar un profesional con conocimientos, cuajado, con capacidad de convencimiento, más aun en este momento tan delicado en que se requiere coser retazo por retazo el ropaje anímico del plantel.
Es una hora difícil para todos: jugadores, club, dirigencia, hinchas. Hay que tomar decisiones difíciles y el margen para hacerlo -otra vez- es demasiado corto. Ojalá quienes deban hacerlo se equivoquen otra vez.