Universitario: una dolorosa agonía
La garra no alcanza cuando sobra inexperiencia y falta idea de juego. En el peor momento de su historia futbolística, Universitario hace lo imposible por jugar el próximo año en la Segunda División. Lo hace en la cancha con un fútbol entusiasta pero ausente de rigor profesional, lo hace en el campo con un técnico abrumado y sin reflejos, lo hace en la dirigencia con decisiones disparatadas y poco transparentes. Y lo hace desde las gradas, con una barra que nunca asumió su responsabilidad por este desastre y en esta hora difícil, elige la violencia como solución ante la crisis.
Qué fácil es destrozar al chico Dulanto después del partido del domingo. Usar el picahielos mediático con un muchacho de 19 años, que no supera los 15 partidos como profesional y ha puesto el pecho casi por obligación, en este momento de búsqueda de respuestas apuradas y desconcertantes, es facilista y tremendamente injusto.
Qué fácil es reducir a la nada la entrega de Juan Diego Gutiérrez, un jugador a quien hasta hace una semana se lo elogiaba por su hinchaje desmedido y los siete pulmones que parece poseer, pero que ante León jugó un partido pobrísimo, contagiado por la impotencia de no poder traducir en goles lo que su corazón crema le mandaba.
Qué fácil es olvidar que Edison Flores, aunque solo use la derecha para caminar, es acaso lo único que brilla en un equipo sin lustre, con chiquillos que parecen haber sido sacados de una pichanga dominguera. A los 21 años, las circunstancias le han puesto al ‘Orejas’ la obligación de asumir una responsabilidad que le es ajena, liderar a los Huamantica, los Bravo y los Siucho. Y al buen Edison, el traje no le queda bien, por eso tantos los errores, tan dolorosos los silbidos.
La ‘U’ agoniza. Y en nuestra desesperación, la estamos matando todos. Hinchas y dirigentes actuamos de la misma manera que los chicos dentro de la cancha: “saquemos a este”, “juguemos con este otro”, “botemos a tal”, sin un norte definido o un plan que sostenga ese deseo. Hace falta un lider, alguien que en medio del caos, pare la pelota, le baje los decibeles a la intemperancia y empiece a ordenar la casa.
Universitario necesita tomar decisiones difíciles y radicales. Y con rapidez porque el tiempo le está jugando en contra. Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, requiere de tranquilidad. Y es que, en el momento en que se encuentra, está obligado a minimizar el error. Lo contrario sería letal para su futuro institucional y deportivo.
Cuanto más tiempo pase, peor será. La crema, para dolor de todos, se muere de a poquitos.