La 'U' de Chale
- “Duarte y Toño han recuperado su nivel”.
- “Duarte y Toño son unos argolleros, ya es hora que se larguen”.
El humor del hincha cambia a la velocidad de un suspiro. Bastó una derrota luego de una racha de éxitos, para que el equipo que iba para campeón vuelva a ser ese grupete de impresentables que deshonra la gloriosa camiseta crema cada vez que salta sobre el tapizón verde.
Sí, se perdió en el último minuto (otra vez), con un gol de cabeza (cuándo no), con la defensa desubicada (para variar) y con el colero del campeonato (qué vergüenza).
Pocos recuerdan que el partido fue en Huánuco, ante un cuadro desesperado por no descender y que en la ida, en el mismísimo Monumental, se llevó el triunfo con una goleada que dejó al club al borde del nocaut.
No nos vayamos a los extremos. La ‘U’ no es el equipo arrasador que hasta el sábado muchos creían ver ni el once que parecía integrado por zombis de los primeros meses del año.
¿Qué es Universitario? Un equipo regularón, sin muchas luces, que destaca en un torneo pobretón, de bajo nivel técnico. ¿Méritos? Mira el arco contrario, intenta hacer transiciones rápidas y dañar abriendo el juego por las puntas. Pero es también el cuadro que sufre a mares al momento de la elaboración y cuando enfrenta a rivales que lo aprietan. Sin respiro para moverse, con jugadores incapaces de fabricarse espacios o buscar las diagonales, la ‘U’ lagrimea y se vuelve un solo de pelotazos y divididas. Los problemas se terminan gracias a una acción individual o al oportunismo de Raúl Ruidíaz. En ese momento se abren la puertas del triunfo. Cuando el rival tiene que ir por la pelota, los espacios se abren y la crema mata. Sin miramientos.
¿Hay mérito de Chale? Sí. El gran problema del plantel, en particular durante la era Suárez, fue su poca afinidad con el técnico. Y todos sabemos que cuando se rompe esa conexión, no hay equipo que funcione. No es gratuito que la levantada del equipo haya coincidido con la vuelta al titularato de dos jugadores postergados por el colombiano (Toño y Duarte). Y Roberto, todos lo sabemos, es un tipo vivo, inteligente, que sabe cómo manejar estas situaciones difíciles.
Chale es en un elemento convocante que, además, ha tenido el suficiente criterio de olvidar los experimentos y colocar a los jugadores donde deben estar. El trabajo de campo, como él mismo lo ha reconocido, es obra de Juan Pajuelo. Pero uno no funciona sin el otro. Así, le ha devuelto la confianza a jugadores que parecían perdidos como Benincasa y Polo. Y, de pronto, Vargas a veces se viste de Rainer y sorprende; Alemanno se acordó de hacer goles, Aguirre marca con más rigor, y hasta Guti corre con un poco más de criterio.
Un error no resuelto es la absurda rotación de los arqueros. Fernández ha mostrado más regularidad que Carvallo. Es hora de jugársela por él y dejar estos cambios que solo generan inestabilidad.
Con el Orejas y Giménez se puede ganar la claridad que no aparece, sobre todo en los primeros tiempos. Por lo general, la ‘U’ tiene la posesión del balón, pero su manejo es ineficaz y desesperante por la falta de ideas y audacia para generar situaciones de peligro en la valla contraria.
Pero es lo que hay. Universitario tiene un plantel corto, con pocos brillos que, por ahora, está consiguiendo librarse del descenso, el gran objetivo que muchos han olvidado.
Por la cantidad de partidos atrasados, la forma cómo se define el torneo y el nivel exhibido por Cristal (el mejor del torneo de lejos), Melgar, Garcilaso e incluso Huancayo, pensar en el título es un sueño vacío. No hay que olvidar la precaria institucionalidad, sostenida por una administración torpe que pone cuesta arriba cualquier intento de mirar el futuro con otros ojos. Parafraseando al Bambino Veira, si la base no está, es imposible –y hasta dañino- que el resto camine.
Una línea final para Raúl Ruidíaz. Su vuelta ha sido fundamental; su protagonismo bendito. Sin él, con Chale, Pajuelo o quien sea, probablemente la ‘U’ hoy estaría descendida.