Universitario, un equipo bipolar
Para superar a un equipo peruano no hace falta mucha ciencia. Basta con presionar a sus jugadores un poquito para que pierdan ubicación, tranquilidad y, con ello, la pelota. La historia que sigue la conocemos todos. La noche del martes, los cremas la vivimos otra vez.
Dos veces erró Benincansa. Pero no solo él. El colectivo merengue no pudo soportar la presión que hizo Colo Colo desde mediados del primer tiempo y dejó escapar un triunfo que hasta pudo transformarse en una derrota humillante. Sí, humillante, porque perder en casa cuando eres el dueño de la fiesta, siempre lo es.
¿Alcanza con lo que mostró el equipo de Chale? El torneo local es muy generoso y permite pelear sin tener muchas luces. Esta crema versión 2016 tuvo algunas, sobre todo ofensivamente. Mostró más variantes que durante toda la temporada pasada, tanto en lo individual como en lo colectivo. En principio, se zafó de la Ruidíazdependencia. Con el Chato en la banca, Guastavino se apoderó de los tres cuartos de cancha y desde ahí empezó a tejer, con predilección sobre la banda zurda, donde Trauco subió, tocó y jugó como si el Monumental fuera el patio de su casa. El lateral se hizo socio de Siucho, se apoyó en Flores, y miró siempre al frente, sin esconder sus ansias de gol.
El Guasta no se quedó estático y se transformó en un falso nueve. Como tal, merodeó el área con el olfato de los laucheros de barrio. Y cuando tuvo la bola al frente, no tuvo contemplaciones.
Las cosas cambiaron en el momento en que Trauco perdió a Siucho, su mejor socio. Desde el banco le ordenaron al Guasta vivir contra la raya, y la ‘U’ empezó a sufrir. Al quedarse sin su director de orquesta, olvidó la utilidad de tener el manejo de la pelota. La presión colocolina le quitó el mando del partido y aparecieron los errores de Benincasa, y las dudas para resolver el peligro que asomaba en área propia. Sus defensas no ganaron una pelota por arriba y fueron víctimas de sus indecisiones.
La ‘U’ aún era capaz de que sus hinchas se levantaran de sus asientos cuando atacaba por los flancos, pero sufría hasta las lágrimas cuando le tocaba retroceder. A mediados del segundo tiempo ocurrió lo peor: se dedicó a mirar cómo la visita lo peloteaba a su gusto. No hubo un líder que canalizara la rebeldía colectiva. Y aunque llegó el tercero –pase soberbio de Romero y definición con enganche de crack de Rengifo-, el empate hizo justicia a un partido que los chilenos desbalancearon apelando a la inteligencia.
¿Cómo resumir lo que se vio en el Monumental? Universitario es un equipo bipolar: en ataque entusiasma hasta el delirio; en defensa hace sudar frío.
¿Alcanza? Para pelear, sí. Ahí están Guastavino, Orejas, Ruidíaz, Siucho, Trauco y, ojalá, Manicero. Pero va a ser otro año en que se va a sufrir. Con esa defensa, muchísimo, diría yo.