La máscara del Charapa
Asomaba más difícil de lo que decían los antecedentes cercanos. Enfrentar a un equipo herido, bordado de remiendos y con un técnico tambaleante por los resultados y su incontinencia verbal, lo hacía extremadamente peligroso. En un clásico los favoritismos son fantasías para disimular los nervios o vender más periódicos. Hay una historia de más de 300 partidos que así lo atestiguan.
Con poco Alianza supo domar a la ‘U’, dejarla que se adormeciera bajo el espejismo de un dominio cansino e irrelevante. Supo tapar sus laterales y acotar a los fabricantes de juego hasta forzarlos al error. Lo hizo con un hombre menos tras la injusta expulsión de Pando y, ya sudando frío, luego de que Balbin se ganara la roja más tonta del mundo. Hasta que Cuba metió las manos, Forsyth la pata y el Charapa su frente sabia y bendita.
El gol cayó en el momento justo, en el crepúsculo del juego, ahí donde más duele y cuando el hincha más goza: minuto 90, centro, error del arquero, cabezazo, desesperación, éxtasis, grito. Gol.
El duendecillo sonriente
No jugó bien la U, no nos engañemos. Tuvo, sí, chispazos individuales, casi siempre salidos de la zurda de ese duendecillo sonriente llamado Edison Flores. Cuando el Orejas la pisa y engancha hay que abrir más los ojos, pararse de los asientos y preparar la garganta.
Es zurdo, y elegante también, Miguel Trauco; ha ganado confianza Andy Polo. Pero si ellos y el Orejas no conectan, si Guastavino se pierde en pisadas de pelota intrascendentes, lejos del área, el ataque crema se asemeja a las lucecitas de un árbol de Navidad: brilla y se apaga, brilla y se apaga… hasta que un error lo hace despertar de tanta inconstancia.
Jugó un poquito mejor la defensa porque Balbín es ordenado y sabe ordenar, porque el pundonor de Benincasa puede esconder sus limitaciones; porque Cuba –con más confianza- es mucho más que un buen sacador de laterales, porque Cáceda –con Gallese en México- va camino a convertirse en el mejor arquero del país.
Falló otra vez el manejo de la pelota en el medio, volvió a verse desbordado por el volumen del rival y este, en más de una ocasión, pudo pasar con ventaja al ataque con cierta rapidez. Sabedor de sus limitaciones, Alianza apostó por enredar y salir con rapidez con Montaño, sorprender con Landauri, incomodar con Pando. Incluso con diez lo hizo mejor y la ‘U’, perdida en sus inconsistencias, hasta la pasó mal.
Pero ganó la crema y sigue en lo más alto del acumulado. Se despegó un poco más de Cristal y le sacó diez puntos al tercero. En un torneo injusto, porque no necesariamente premia al mejor o al más regular, la ‘U’ se mantiene arriba con justicia, a pesar de sus baches tácticos y de esa irregularidad, que en el caso del fútbol, es parte de la Marca Perú.
Y ganó porque tiene un 9 como los de antes: grandote, fuerte, un poco viejo, trotón, pero sabio, muy sabio.
No sé por cuánto tiempo le han recomendado los médicos a Hernán Rengifo que siga jugando con máscara, ¿pero, saben qué? Que no se la saque nunca.