La 'U' no se puede equivocar otra vez
Aunque hasta el final dijo “tener fuerzas” para continuar en el cargo, la presencia de Nicolás Córdova al frente de Universitario era insostenible. Cuatro derrotas al hilo, dos de ellas por goleada, son causales de despido para un entrenador en cualquier lugar del mundo, sobre todo si detrás no existe una idea de juego que sostenga lo que él llamó “un lindo proyecto”.
Si la ‘U’ hubiera mostrado un atisbo de buen funcionamiento, habría sido el primero en defender su permanencia. Pero cada partido era idéntico al otro, sin signos de mejoría. Eran puro sufrimiento.
Todo club en el mundo quisiera tener a un Ferguson o un Wenger al mando. Para ello se necesitan proyectos sólidos, que muestren un derrotero claro. La ‘U’, desde que llegó Córdova, fue siempre un equipo descompensado, intenso para atacar (que tampoco hacía bien) y lleno de forados al momento de defender.
El chileno trabaja. Tiene claro lo que quiere. Su problema es que antepone el sistema por encima de los jugadores que maneja. El año pasado cambió porque la realidad lo puso contra la pared (el equipo se iba al descenso). Esta temporada no corrigió cuando era evidente que sus ideas no encajaban con lo que se veía sobre el césped.
Durante el 2019 hemos visto a Páucar más en campo contrario que en el propio, a Denis huérfano de asistencia (obligándolo a disfrazarse de 10 ), a Alfageme corriendo como loquito para tapar los huecos que se generaban en la mediacancha y a los centrales -póngales el nombre que quieran- descolocados o en inferioridad numérica frente a los rivales.
Los números de Córdova son malos: dirigió 39 partidos, ganó 17, empató 7 perdió 15. Deja a la ‘U’ en la casilla 13, cerca de los puestos de descenso. Se lo recordará por haber salvado al club de la baja en el 2018, y eso se le agradecerá siempre. Pero la huella futbolística que deja es muy, muy tenue.
Elegir su reemplazo se complica por la inestabilidad de la actual administración, que debe ser sustituida próximamente tras el cambio la correlación de fuerzas en la junta de acreedores. ¿Qué pasaría si entra un nuevo administrador y no le gusta el entrenador elegido por Gremco? La precaria institucionalidad coloca a Universitario, otra vez, en una situación compleja.
El nuevo técnico debe ser un hombre experimentado, con las espaldas suficientes para manejar un plantel que necesita recuperar no solo el rumbo futbolístico, sino la confianza en sí mismo. Y con tino para acertar con los refuerzos. Porque la ‘U’, tengámoslo claro, no se puede equivocar otra vez.