Dexter: La sangre lo dice todo
Cuando escuché por primera vez de una serie acerca de un asesino de asesinos en serie mi mente empezó a trabajar a mil por hora. Las posibilidades son infinitas en un argumento tan bien trabajado y, claro, está el problema de que tu protagonista es un justiciero letal que trata de eliminar solo a los chicos malos.
Imagen:Showtime
La primera escena de esta serie pinta de cuerpo entero todo lo que vendrá. La frialdad, el cálculo y la perfección con que Dexter escoge, sigue y ejecuta sus víctimas es impecable. Como a muchos, me pasó el cuestionarme qué era lo que estaba viendo y, sobre todo, por qué me fascinaba tanto. ¿Era el hacer justicia por sus propias manos? ¿Ser más inteligente que los otros? ¿Vivir una doble vida? ¿No saber si está bien o mal?
Creo que todas esas preguntas son las que hacen de Dexter una serie compleja. Muy compleja. Acá no solo no se sabe quién es bueno ni malo, las líneas de los bandos están muy delgadas y podemos sucumbir ante la idea de que asesinar asesinos está bien. Por si fuera poco, la construcción del personaje es perfecta. Un hombre que se siente vacío, incapaz de sentir una emoción y que sin proponérselo, empieza a vivir y sentir a medida que avanza la serie.
Cada temporada ha tenido impacto. Finales inolvidables y que nos dejaban la piel de gallina. Incluso, la última escena de la última temporada fue una de las más votadas en la humilde elección que hicimos hace unas semanas. Ver a Dexter en la situación de enfrentar un futuro conexo a su pasado fue un gran final.
Creo que Dexter debió ganar en los últimos Emmy. Es completa y compleja, como ya dije arriba. Las actuaciones son solventes y se nota que los escritores están en lo mejor de su producción. En fin, premios hay muchos, pero buenas series pocas, así que solo me queda esperar la siguiente temporada.