¿Cómo hacer yoga fuera y dentro de un avión?
No me gustan ni los despegues ni los aterrizajes. Cuando el avión se va al cielo o regresa a la tierra la paso mal. Pienso cosas espantosas. Que se va a partir por la mitad es una de esas.
No siempre he sido así de asustadiza. De niña me encantaban los aviones, pero con el tiempo todo cambia, supongo. No sé si es el espacio cerrado, los ruidos fuertes o que he visto muchas películas. La cosa es que no me gusta.
Pero hago lo que puedo para relajarme: Planto bien los pies en el suelo –una vez en mi asiento- y respiro profundo. Pero hay más cosas que un avión hace contigo: te hace leña la espalda y el cuello. Al menos a la mayoría de personas. Hace poco tuve que subirme a varios aviones y por eso pensé en escribir sobre qué puedes hacer en el avión para relajarte y soltarte.
Arriba y abajo: Antes de subir o en el asiento de tu avión, siéntate derecha y pon las manos sobre las rodillas. Inhala y mira hacia arriba (despacio) y con una exhalación vas a mirarte al ombligo. Repite esto por casi dos minuto.
De un lado a otro: En el piso del aeropuerto o en tu asiento cruza las piernas como una postura de meditación –si es muy incómodo deja los pies en el suelo. Con la mano derecha sostén tu rodilla izquierda y la mano derecha va detrás de la cadera. Inhala y exhala. Hazlo del otro lado.
Alarga: Cada vez que puedas estira los brazos. Hazlo mientras inhalas bien profundo y exhala por la boca. Qué importa el tío del costado. La cosa es que te sientas bien.
Activa: Junta las palmas de las manos y llévalas al centro del corazón. Frótalas (como si tuvieses frío) y después de unos segundos. Pum! Un aplauso. No. No es broma.
Y antes de cerrar, te pongo un tip que a mí sí me sirve. No tiene nada que ver con el cuerpo, sino con escuchar. Seguro no le prestas atención a las indicaciones de seguridad, ¿no? Bueno, te recomiendo que un día lo hagas para que notes algunas metáforas lindas.
Ubicación: Te piden que encuentres la salida de emergencia más cercana. Es decir, que prestes atención de dónde estás sentado, quién tienes al lado y a tu alrededor. Es un consejo hermoso: Cada vez que puedas, tómate un tiempo para observar dónde estás, y a quiénes tienes a tu lado. Siente tu ambiente.
Cuídate: Te dicen que si las máscaras de oxígeno caen, te la pongas tú primero para que luego puedas ayudar a los niños. Es como decir: sí tú estás bien, ahí recién podrás ayudar a otros.
Orden: Te piden tranquilidad y orden en caso de emergencia: que respires, que busques las luces y que te muevas sin desesperación. Así deberíamos de andar.
Si nada de esto te sirve. Aquí mi último recurso: Respira profundo (pero bien profundo y pídete una copita de vino).
Namasté.