RAÚL CASTILLO @RaulCastillo87
Argentina no es un equipo temible ni mucho menos una selección que provoca la admiración de los más enfermos de la táctica e inventiva en un campo de fútbol. Mientras los albicelestes lloraban de emoción tras llegar a una final después de 24 años, otros se mostraban sorprendidos por el rendimiento que ha tenido esta selección para llegar a dicha instancia. Alemania predica con el ejemplo, Argentina con la practicidad; Alemania mantiene la posesión, Argentina prefiere matarte con la contra; Alemania parece el sudamericano y Argentina se luce, a veces, como alguien tosco, pero eficiente como lo eran los propios teutones hace muchos, pero muchos años atrás. Tampoco todo ha cambiado 180 grados para ellos y si algo aún les queda a los argentinos, dentro de este plantel que pretende hacer historia, es su famosa garra y el caudillismo que a veces recae sobre Messi y otras sobre Mascherano, acaso el que sí parece capitán del equipo.
En un Mundial es difícil que un técnico tenga el tiempo para probar diferentes sistemas, pero Alejandro Sabella lo ha tenido y ha sabido reformular un equipo que, por momentos, era largo hasta para realizar el reacomodo de sus ‘cuatro fantásticos’, de los cuales mucho se hablaba mucho y poco han demostrado hasta ahora. Higuaín ha tenido un solo buen partido, Messi es clave en un minuto, no en los 90, Agüero anda entre algodones y Di María igual. Argentina ha cambiado desde el 3-5-2 hasta el 4-3-3 de las Eliminatorias para terminar con el clásico 4-4-2. Hoy Messi no es el fantástico de los goles y pases, pero uno nunca sabe cuándo puede despertar. Ahora las figuras son Mascherano, Garay y Romero. El mediocentro es un relojito y tiene un motor que nunca llegará a fundirse, el defensa pone la garra y el liderazgo en la línea de cuatro, como lo hace en el Benfica, y el arquero ya ha sido comparado con el heroico Goycochea de Italia 90.
En un partido tan importante como el de hoy, Sabella parece que optará por ser el técnico que era cuando fue campeón con Estudiantes de la Plata. Ahora Messi y los delanteros no tienen la prioridad en el equipo, sino deberán colaborar con los volantes –que sí la tienen- y que presionarán y no permitirán el engranaje de los alemanes. Biglia se ha vuelto indiscutible, Enzo Pérez cumple bien y Mascherano es el líder del equipo para que después Messi e Higuaín te maten en el ataque. Hasta Lavezzi pasará de ser extremo para ser uno más en el medio. Las líneas albicelestes se han juntado en bloque para hacer un frente en la defensa, en 313 minutos no han recibido un solo de ningún europeo y hoy chocarán contra el mejor de todos ellos.