Jerónimo Pimentel

enfrenta el semestre más importante de su carrera. Lo será por tres razones. La primera es que está frente a su última chance de ser campeón del mundo. La segunda es que después de unos quince años volverá a tener un rol, digamos, secundario, en su club. La tercera es que tendrá que digerir todo a los 35 años. Empecemos por lo último.

ENTREVISTA: “Si Messi sale campeón, igual habrá gente que dirá que Maradona fue mejor”

Como sabe cualquier aficionado, la madurez futbolística en un jugador de campo se alcanza entre los 25 y los 32 años; con los arqueros el tiempo es más benigno. Hay ejemplos y contraejemplos, pero solo confirman el patrón. Nadie espera que un crack dé lo mejor de sí pasada la edad de Cristo, así como nadie espera que un arquero esté en plenitud a los 20. El físico no responde igual, la pretemporada tiene otro costo, la cabeza aprende a dosificar recursos, se pierde explosión, hay menos sprint pero más lectura de campo, etc.

Cristiano Ronaldo es un gran ejemplo de lucha contra el calendario: reacomodó su posición y buscó la contundencia de área por encima del despliegue. Pero el portugués lo hizo desde la fortaleza atlética… En el caso de Messi, el camino no es evidente: ¿será un ‘10′ más tradicional? ¿se reacomodará como segundo delantero? ¿buscará el área? Sea como fuere, los números del argentino en el último año (0.32 goles por partido, su peor estadística desde el 2005-06), lo obligan a responder estas preguntas si busca mantener su vigencia.

La adaptación al PSG ha tenido, además, un condicionamiento: por el modelo del club, en París el estrellato siempre es compartido. Neymar, en desgracia por indisciplina y rendimiento, no es un contrapeso ya; pero Mbappé, recién renovado, es la figura indudable. En Francia lo tienen claro y por eso el joven galo ocupó la posición central en la presentación de la nueva camiseta de la temporada 2022-23, lo que en otro momento habría sido un insulto para un crack que compite por ser el mejor de todos los tiempos. Es rarísimo ver al ‘10′ de la selección argentina como escolta, pero a la vez inevitable. Lo que falta constatar es cómo se manifestará su excepcionalidad ahora que, en el día a día, se le demanda un rol de acompañamiento.

En cambio, donde Messi deberá ser protagonista absoluto es con su selección. Argentina luce en estupenda forma después de mucho, no solo en juego sino en resultados: con 33 partidos invicto, Scaloni ha logrado la racha más importante de la albiceleste en la historia al punto de que empieza a rivalizar, en los cuadros estadísticos, con equipos legendarios, como la España campeona del mundo o el Brasil de los noventa. Pero para eso se necesita ganar el Mundial. No hay mejor reto para Messi, pues Qatar será la última oportunidad que tenga de obtener la copa más esquiva, la única que le falta.

Los grandes futbolistas se clasifican en dos listas: la de aquellos que levantaron el trofeo máximo y la de quienes, por distintas razones (país, lesión, edad, coyuntura), no. En ambas hay ídolos, pero Pelé y Maradona están en la primera. Si Messi aspira a competir en ese ránking, tiene una oportunidad final. En su famoso documental, Michael Jordan llamó a esa ventana de oportunidad que se abre al final de la carrera deportiva “El último baile”; por razones obvias, en el caso del argentino, sería mejor referirnos a ella como “El último tango”.