Hablar de fútbol puede ser un bálsamo entre tanta tristeza. Y hoy que vuelve la Bundesliga, lo primero que me viene a la cabeza es la voz de Andrés Salcedo y sus apodos inverosímiles cuando el viejo canal 7 alegraba nuestras jornadas setenteras con lo mejor del fútbol alemán.
De la infinita imaginación del colombiano, que coloreaba el fútbol mecánico y veloz que practicaban los teutones, se mantienen vivos ‘Migajita’ Littbarski, ‘Caperucita Roja’ Rummenigge y el ‘Porompompero’ Wohlers. Aunque la más ingeniosa -como señalaba Guillermo Oshiro en su última columna- era ‘El espía que vino del frío’, chapa que le cayó a Norbert Nachtweih, un mediocampista del Eintracht Frankfurt que había huido de la dictadura en Alemania Oriental.
El paquete de Transtel, la productora que entregaba tanta felicidad los fines de semana, lo completaban “Telematch”, una competencia que movilizaba a ciudades enteras en la que sus participantes cumplían complejas pruebas disfrazados de muñecos hechos de jebe y de cartón; y “Manni, el líbero”, la historia de un adolescente que quería ser futbolista con la que muchos nos sentimos identificados.
(Dicho sea de paso, la serie que aquí se repitió decenas de veces solo tuvo 13 capítulos y su protagonista, Thomas Ohrner, llegó a jugar en un club, el TSV Milbertshofen, y no como líbero, sino como puntero izquierdo).
Tratar de predecir el futuro del fútbol es complejo. Ayer nos enteramos que Claudio Pizarro está en cuarentena por un posible positivo en su entorno y aunque Alemania ha podido controlar con relativo éxito la enfermedad, hace unos días experimentó una nueva alza en el número de contagios.
Que el balón nos traiga un poco de alegría.