En la línea de partida, segundos antes de empezar una carrera, Rosbil Guillen tiene un solo objetivo en mente: cruzar la meta en el menor tiempo posible. Recuerda cuánto se ha preparado, respira y se concentra, mientras espera la señal de inicio para volar sobre la pista atlética. Más allá de su capacidad física, él sabe que su mente es su mayor fortaleza.
“Primero es la cabeza. Es la que manda”, confiesa Guillen. Ha pasado casi una década desde el día en que un accidente en una mina informal lo llevó a perder la vista. Aunque en ese momento sintió que su vida se había truncado, el apoyo familiar y de sus amigos fue fundamental para hacer frente a la realidad. Acababa de cumplir la mayoría de edad y, en adelante, tendría que aceptar lo que le tocaba vivir. Y, poco a poco, así lo hizo. “Fue un proceso duro pero, una vez superado, supe que para mí no habían imposibles”.
Una vida deportiva
Rosbil Guillén es natural de Huaytará, una provincia huancavelicana a 2600 msnm. Cuando era niño, para asistir al colegio debía caminar durante una hora. La ruta podía resultar aburrida, por lo que, para divertirse, corría junto a sus hermanos. “Allá, en la provincia, casi siempre las distancias son así (de largas). Por eso corría, y sin querer fui desarrollando capacidades físicas”, recuerda.
En el colegio jugaba atletismo y futbol, e incluso llegó a participar en algunos campeonatos interescolares. Pero los años pasaron y, lejos de verlo como una profesión, asumió el deporte como un pasatiempo que dejó completamente de lado después del accidente. Fue tiempo más tarde, en Lima, cuando sintió la necesidad de retomar su vida deportiva. Estaba en medio de su proceso de rehabilitación. Empezó con el futsal y luego, de la mano de la asociación Yo Soy Sus Ojos –YSSO, una escuela de atletas invidentes y guías voluntarios–, se reencontró con el running. En esta escuela conoció a un grupo personas dispuestas a apoyarlo de forma gratuita con su entrenamiento.
La decisión de ser runner
Desde entonces, Guillen no paró. A inicios del 2016 se inscribió en el Alaska 5k, una competencia en Asia, al sur de Lima.
“Estaba emocionado porque era mi primera carrera”, recuerda Rosbil.
Después de la prueba, se convenció de que su deporte debía ser el running.
Apenas un año más tarde fue invitado a participar de la Maratón de Nueva York. Estar presente en una de las maratones más importantes del mundo y salir de su país por primera vez fueron grandes motivos para entrenar con mucha dedicación. El potencial de Rosbil ya era evidente y, si seguía mejorando al ritmo con que lo había hecho, solo podía haber un objetivo por delante: clasificar a los Juegos Parapanamericanos Lima 2019.
En 2018 conoció a Miguel Calmet, de la Asociación Nacional Paralímpica, quien lo entrenó con esa meta. La preparación dio sus frutos en los Juegos Abiertos Nacionales de Barranquilla (Colombia), donde consiguió su clasificación. Era el momento más importante de su vida, declaró entonces, aunque todavía le quedaba por escribir su mayor capítulo de gloria.
Tocar el cielo
Sin apoyo de ninguna entidad, Rosbil viajó a Huancayo para prepararse arduamente durante seis meses. Llegó a Lima 2019 con hambre de gloria, aunque en su primera prueba –5000 m– le esperaba un duro golpe. Alcanzó la meta en primer lugar, pero fue descalificado porque su guía se soltó de él antes de tiempo.
Lejos de decepcionarse y tirar la toalla, en la segunda prueba –1500 m– se cobró la revancha y ganó la medalla de oro. “Para lograr una medalla se sufre”, confiesa el paratleta. “Y el que gana sufre más, por todo el esfuerzo realizado”. Sin embargo, una vez en lo más alto del podio, todo sacrificio fue bien recompensado y el nombre de Rosbil Guillen quedó escrito para siempre en la historia del deporte nacional.
La victoria en Lima 2019 le valió su clasificación al Mundial de Paratletismo Dubái 2019. En esta competencia logró ubicarse en el cuarto lugar de la prueba de 5000 m. Con un tiempo de 15m54s22c, Guillen superó la marca mínima para clasificar a los Juegos Paralímpicos Tokio 2020.
Ahora que sus sueños se han cumplido, no olvida a quienes más lo apoyaron.
“Si no fuera por YSSO, yo no hubiera logrado nada. Han estado en todo el proceso. Así se practica la inclusión mediante el deporte”, dice Guillen.
El paratleta resaltó también la importancia de eventos como la Carrera Yo Soy Sus Ojos 10k 2019, que se realizará en favor de la asociación este 8 de diciembre. Esta competencia forma parte de un calendario muy activo para este mes de diciembre, en el que se cuenta también el Entel Challenge El Reto Final. En esta carrera 100 % digital, cada kilómetro que recorras entre el 16 y el 29 de diciembre es una posibilidad más para ganar grandes premios. ¡Inscríbete aquí!