Los resultados de las entidades financieras empiezan a reflejar el impacto de la paralización de la economía y la caída del empleo por la crisis sanitaria por el coronavirus, al tiempo que ponen de relieve las limitaciones de los programas de liquidez del Banco Central de Reserva (BCR) y del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
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Las utilidades de la banca en el primer trimestre del año se contrajeron en 14,9% y solo en marzo se desplomaron en 58% frente a similar periodo del año anterior.
Los bancos con mayor cartera de créditos minoristas, sobre todo de consumo, exhibieron disminuciones en sus ganancias.
Así, durante el primer trimestre, el Banco de Crédito disminuyó su utilidad en 28,5%, el Banco Pichincha lo hizo en 26,4%, Scotiabank en 0,2%, Interbank en 19%, Mibanco en 28,6%, Banco GNB en 4%, Banco Falabella en 53,6% y el Banco Ripley en 44%. Mientras que el Banco Azteca reportó pérdidas.
De acuerdo con Carlos Tori, vicepresidente de negocios retail de Interbank, las utilidades de los bancos descendieron debido al impacto negativo del aislamiento social obligatorio sobre el consumo, y de este último sobre la dinámica crediticia.
Para darnos una idea del deterioro en el negocio crediticio, Luis Morales, gerente general de Client Solutions de BBVA, señala que el financiamiento automotriz cayó en más del 70% y las colocaciones con tarjetas se redujeron en la mitad; en tanto las hipotecas presentaron un comportamiento similar.
“Las carteras con mayor impacto [del COVID-19] son las relacionadas con el consumo privado, pequeñas y microempresas y algunos segmentos e industrias de la banca comercial”, precisa Tori.
Un factor generado por el estado de emergencia que explica, en parte, la menor demanda de financiamiento, es la cautela de las personas. Morales indica que existe un grupo en la población que ha aumentado sus ahorros, tras haber postergado algunas compras, y otro que evita endeudarse.
Sin embargo, un factor importante sobre la menor demanda de consumo es la pérdida del empleo. Por esta razón, Sergio Barboza, socio de DLA Piper Pizarro Botto Escobar, sostiene que se requiere un plan de rescate para este segmento, a fin de evitar que las entidades financieras se vuelvan agentes inmobiliarios, por el eventual incumplimiento de pago en las hipotecas.
Por el lado de las microfinanzas, la crisis sanitaria también golpea los resultados de las entidades.
Jorge Solís, presidente de la Caja Municipal de Huancayo, indica que el aislamiento social afectó la cadena de pagos de las pequeñas y microempresas (mypes), por lo que las entidades de microfinanzas tuvieron que reprogramar las cuotas de marzo, abril y mayo, incluso sin el cobro de interés que demanda el aplazamiento, afectando sus resultados.
“La cuarentena nos agarró en plena campaña escolar. No estamos cobrando las cuotas ni tampoco colocando créditos. Pero sí estamos afrontando costos operativos y gastos financieros. De hecho están cayendo nuestras utilidades”, menciona.
ES SOLO EL COMIENZO
A decir de Solís, el impacto de la ruptura de la cadena de pagos en las mypes sobre los resultados de las microfinancieras será mayor en abril, debido al mayor plazo de la cuarentena.
Tori, de Interbank, precisa que los resultados de la banca de marzo todavía reflejan en poca medida el impacto del coronavirus.
El riesgo de incumplimiento de pagos se ha incrementado y, es probable, que continúe, debido a la interrupción intempestiva y prolongada de la actividad en el segmento personas y en el segmento de empresas, en particular de las pymes.
De acuerdo con ejecutivos del sector, los actuales indicadores de calidad de cartera no reflejan la real dimensión del incumplimiento de pagos de los créditos. Esto, debido a que las medidas prudenciales de la SBS permiten reprogramar las deudas vencidas desde el 15 de febrero, con lo cual no hubo una degradación de la calificación crediticia de esos clientes ni tampoco la generación de provisiones.
Así, las entidades financieras estarían haciendo provisiones o reservas para respaldar el incumplimiento de pago de manera preventiva y no necesariamente por la cuantificación del riesgo.
Para Solís, el problema de las reprogramaciones es que “puede golpear” después a las entidades, debido al cierre de negocios y a la pérdida del empleo.
“Estamos haciendo un levantamiento de información de los clientes para ver cómo los ayudamos y cómo actuamos al momento que se puedan reactivar las actividades. Estamos ante una ventana de tiempo de incertidumbre”, comenta Javier Sánchez, gestor de una microfinanciera.
PROGRAMAS DE LIQUIDEZ LIMITADOS
Para Guillermo Palomino, presidente de Access Capital, el impacto de la crisis sanitaria en las entidades financieras tiene importante diferencias de intensidad.
Según Palomino, la banca tiene una mayor diversificación en productos y plazos de financiamiento que las microfinancieras, que ofrecen sobre todo préstamos de corto plazo a emprendedores que no tienen solvencia y diversificación. De ahí que, las microfinancieras serían las más perjudicadas.
En el mismo sentido, Barboza comenta que existe una preocupación sobre la solvencia de las microfinancieras más pequeñas, toda vez que su capital global está al límite y sus accionistas podrían no tener las espaldas ante un eventual deterioro de la cartera.
Por ello, la situación demanda la inyección de liquidez por parte de las autoridades económicas, a fin de que las entidades puedan canalizar créditos al sector empresarial para evitar la interrupción de la cadena de pagos.
No obstante, los entrevistados discrepan sobre la efectividad de las medidas hasta ahora brindadas por el BCR y el MEF, como Reactiva Perú y el Fondo de Apoyo Empresarial (FAE-Mype).
Reactiva Perú es una línea de financiamiento estatal de S/30.000 millones, que permite a las entidades financieras ofrecer créditos garantizados, hasta en un 98%, a las empresas, para que puedan solventar su trabajo.
La línea se provee a las entidades financieras mediante un sistema de subastas que premia la oferta de una menor tasa de interés. Hasta el momento, la tasa más baja ha sido de 0,5%, ofrecida por el BBVA. Los bancos están asumiendo el costo operativo, algo que es complejo de darse en las microfinancieras, pues presentan costos más elevados.
“Aquí no ganamos, ni siquiera recuperamos el costo operativo. Nos queda muy claro que este es un momento para estar hombro con hombro con las empresas del país”, menciona Morales.
No obstante, los requisitos de este programa delimitan los beneficios solo a las empresas formales e incluso discrimina a algunas instituciones.
Se requieren que las medidas de emergencia sean rápidas y que cumplan con el objetivo de reactivar la economía del país"
Jorge Solís, presidente de Caja Huancayo
Al respecto Barboza señala que no se permite canalizar las líneas de Reactiva Perú a través de las cooperativas de ahorro y crédito, pese a que muchas de ellas por su tamaño atienden a un importante número de empresas.
Por otro lado, tanto Solís como Palomino señalan que el tamaño del FAE Mype es insuficiente, pese a que se ha hablado de un segundo aumento de S/500 millones.
Palomino acota que si se parte de que existen 2 millones de mypes y que cada una necesita S/5.000 para que puedan hacer sus pagos a los proveedores, trabajadores, etc., el monto que se requeriría es de S/10.000 millones.
Solís señala que en el país existen alrededor de 7 millones de microempresas informales que requieren de este beneficio.
Además, el FAE Mype tiene ciertos requisitos que impiden el acceso al financiamiento de las empresas más vulnerables y no incluye como canalizadores de los créditos a las ONG especializadas en microfinanzas, que desde hace muchos años han sido el origen de instituciones financieras como Mibanco.
Si bien todos coinciden en que la crisis sanitaria nos agarra con un sistema financiero sólido, es necesario ajustar con rapidez los programas de liquidez a fin de evitar un problema sistémico.
“Se requiere que las medidas de emergencia sean rápidas y que cumplan con el objetivo de reactivar la economía del país”, sentencia Solís.
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