A finales de la década del 80 se popularizaron las computadoras personales y los primeros teléfonos móviles. Las viejas PC tenían procesadores Intel 80286, de 16 MiB de memoria y una velocidad de tan solo 8 MHz. Y los primeros celulares, como el DynaTAC 8000X de Motorola, que empezó a comercializarse en 1984, pesaban alrededor de 1 kg. y medían 33 x 4,4 x 8,9 centímetros, un ladrillo. Su batería permitía apenas una hora de comunicación.
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No es sino hasta inicios del 2000 cuando aparece la tercera generación de celulares 3G, con Internet, capaz de hacer videollamadas o descarga de archivos, entre otras bondades. Fueron las primeras ‘computadoras de bolsillo’, que han sido mejoradas con los smartphones de 4G y 5G.
El informe del 2018 de GSMA (organización con más de 750 operadores y 400 compañías del ecosistema móvil) reporta que en el mundo hay 7.700 millones de suscripciones a teléfonos móviles. Es decir, hay más aparatos de este tipo que habitantes en el planeta. El uso también ha cambiado, ha ido más allá de la conexión. Un estudio de We Are Social y Hootsuite (2019), afirma que 3.986 millones de personas (el 52% de la población global), navega en su smartphone.
Es difícil imaginar nuestra vida hoy sin los smartphones. Incluso, la mayoría de las comunicaciones oficiales ya se realizan por este medio, en lugar de un contacto personal y directo, como se estilaba. Si bien la tecnología ha traído muchos beneficios, también nos ha traído algunos problemas de comunicación entre las personas y en las organizaciones.
Ello representa todo un reto para los líderes empresariales y la gestión de los equipos de trabajo. Los efectos no han sido pocos. Se le atribuye la falta de creatividad, ser fuente de distracción, de distorsión del lenguaje y de la ortografía, entre otros comportamientos; incluyendo el mayor consumo de contenidos en Internet que son nocivos para la dignidad humana.
Este ‘progreso’ en la conectividad y la dependencia a los smartphones nos está pasando factura y desencadenando una paradoja cada vez más fuerte: ¿mientras más conectados al ciberespacio, menos comunicados interpersonalmente estamos? Un principio debe quedar claro a los gestores de las empresas y de equipos: El hombre debe dominar la tecnología y no ser dominado.