“Si otro canal te queda más cerca, anda allá y dona. No importa dónde ayudes, lo importante es que lo hagas”. La tarde del sábado pasado, mientras trabajaba en la redacción del Diario con el televisor encendido en una de las maratónicas transmisiones que hicieron los dos principales canales ese día, alguien dijo las palabras arriba citadas.
Me parecieron tan cargadas de sensatez y de generosidad que dejé lo que estaba haciendo, levanté la mirada de la computadora, y me sorprendí: quien hablaba, cargada de razón y de emoción, era una de las protagonistas del programa “Esto es guerra”.
Durante la semana, he seguido viendo manifestaciones de este tipo de solidaridad, a la que no le importa compartir créditos. Frente a mi casa, un cartel publicitario del BBVA Continental exhibe también los logos del BCP, Scotiabank e Interbank, invitando a donar en cualesquiera de ellos, pues los cuatro tienen cuentas que permiten aportar a diferentes instituciones de caridad. Y horas antes de escribir esto, tanto las operadoras de telefonía como empresas del sector hidrocarburos lanzaron sendas iniciativas conjuntas para facilitar donaciones (Telefón) y para llevar balones de gas a los damnificados, respectivamente.
Además de este espíritu de cooperación, veo también una competencia sana e inspiradora: si la empresa del costado, esa que tiene un alcance y capacidades similares a las mías, logra hacer algo extraordinario, ¿por qué mi empresa no puede hacerlo? Gerentes, ejecutivos y empleados de todo nivel se movilizan, entonces, para tomar decisiones, activar puntos de acopio, convocar voluntarios, cambiar procesos, coordinar con autoridades e instituciones de apoyo a los damnificados, y cancelar actividades tan esperadas como las fiestas de aniversario y de integración para donar el gasto que hubieran requerido. Mientras tanto, los gremios, tan cuestionados en tiempos recientes, recuerdan su rol articulador e integrador.
Los esfuerzos que se hacen desde el sector privado no están pasando desapercibidos. Ya sea por comunicaciones a la prensa o a sus clientes, por lo que vemos en redes sociales o por lo que nos enteramos informalmente, sabemos de decenas de iniciativas empresariales que hemos recogido en nuestra web (www.elcomercio.pe/economia).
Nos gustaría dar una gran luz verde en nuestro habitual Semáforo a todas estas compañías. El espacio que tenemos a disposición en esta página es insuficiente, así que hemos escogido algunas, en una selección que seguramente será arbitraria e incompleta, pero que ha sido hecha con la convicción de que el espíritu que inspira a todas las empresas es el que destacaba al inicio: no importa si el crédito por apoyar es mío o de mi competidor, pues todos ganamos si la ayuda llega a los damnificados.
Al cierre de esta edición, un comunicado del Imarpe traía un mensaje esperanzador: el fenómeno de El Niño costero empezará a debilitarse en dos o tres semanas. Será, ojalá, el final de una tormenta que ha dejado a su paso pérdidas invaluables y un dolor que todos compartimos, pero que también supo sacar lo mejor de tantos. Ojalá tener indicios de que la tragedia se acerca a su final no nos relaje, sino que sirva para fortalecer la conmovedora generosidad despertada en estos días. Es nuestro deseo que la reconstrucción, ese desafío que le ha sido tantas veces esquivo a nuestro país, encuentre al sector privado tan unido, solidario y listo para ayudar otra vez. En fin, tan merecedor de esta luz verde como lo vemos hoy.