A estas alturas del año, pero en el 2019, el Perú ya había superado los 3,3 millones de turistas internacionales, según la Superintendencia Nacional de Migraciones. Este 2020, sin embargo, ad portas de octubre, el número que registra esta entidad es de 845 mil visitantes (y casi ninguno entre abril y agosto). Así de precaria es la situación del turismo en nuestro país, confirma Juan Stoessel, CEO de la cadena de hoteles Casa Andina.
—¿Cómo salvar el 2020?
Las cosas están muy difíciles, es el peor año de la historia para el turismo peruano. Hoy la situación es catastrófica para el sector. En este contexto, cualquier ayuda sirve y es significativa.
MIRA: Vuelos internacionales se reanudan en el Perú: ¿serán suficientes para reactivar el turismo?
—Ya hay algunas medidas que pueden sumar, como el levantamiento de las cuarentenas focalizadas en destinos de alto tránsito, como el Cusco, y la reanudación de los vuelos internacionales desde el 5 de octubre.
Sí. Tendremos una recuperación lenta en lo que queda del año. Lo primero a decir es que ya ha quedado claro que el transporte aéreo no es una amenaza y que la reactivación de los vuelos nacionales e internacionales no va a provocar ningún problema sanitario, sino que va a traer más calidad de vida para quienes tienen que viajar por salud, estudios o para volver a sus hogares.
—Esa es la primera ola de viajeros, los que abordan el avión por necesidad, como ocurrió en la quincena de julio, cuando se reactivaron los vuelos nacionales. Pero eso no es turismo, ¿hay manera de convocar a corporativos o vacacionistas?
Primero, vamos a ver al corporativo nacional y luego al turista peruano, al que hace turismo interno. Ya estamos viendo algo de eso durante estas semanas, con pequeñas mejoras a medida que avanza el año. En Arequipa, por ejemplo, ya estamos arrancando con el mercado corporativo, formado por los trabajadores de los proyectos mineros en la región. Nuestros tres hoteles están funcionando allá con ellos como huéspedes.
—¿Y turistas?
También, aunque en menor medida, sobre todo en las playas del norte, en Tumbes o Piura, y más cerca de Lima, en destinos del sur como Paracas. Es un perfil de viajero que se hospeda en casas de playa o de campo, sean propias o vía alquiler. Con el trabajo remoto y el colegio online, pueden llevarse a los chicos y continuar haciendo todo desde donde estén. Es un primer perfil de turista, de alto poder adquisitivo. Luego, la actividad se va a ir ‘regulando’. Por eso nosotros vamos a reabrir ya nuestro hotel en Zorritos (Tumbes) desde octubre.
—Será costoso reabrir un hotel así en esta coyuntura, ¿valdrá la pena?
Mientras más nos demoremos en abrir, más complicado será. En el Perú hemos tenido los hoteles cerrados varios meses. Hablo aquí no como Casa Andina, sino en nombre del sector hotelero, del sector turismo en general. Todas las empresas de la industria, desde las más grandes hasta las mypes, sean aerolíneas o sean pequeñas agencias de viajes, han estado trabajando al 5% de su capacidad.
—¿Desde cuándo cree que el turismo interno comenzará a regularizarse?
Este será un proceso lento que va a ir avanzando a medida que se vayan levantando las restricciones pendientes del estado de emergencia, en el ámbito nacional. Una fecha interesante será la de las vacaciones escolares, en octubre, y hacia adelante, por ejemplo, los viajes previos a las fiestas navideñas. En Casa Andina vamos a ser sumamente amigables, creativos y flexibles con nuestros paquetes promocionales, para ir ganando ocupación.
—¿Qué tanto puede ayudar la estrategia de los viernes libres para los trabajadores del Estado, con la idea de incentivarlos a hacer turismo interno a través de los fines de semana largos?
Puede sumar, pero para un determinado tipo de viaje, uno donde el transporte aéreo no sea necesario. Pienso que podría beneficiar a los destinos turísticos cercanos a las grandes ciudades. Si tomamos como referencia a Lima, estaríamos hablando de viajes al sur o norte chico, o a la sierra central. También hay que considerar que muchos de los empleados del Estado tampoco están trabajando. No creo que esta estrategia solucione las cosas del todo.
—La recuperación será pasito a paso, ¿cuándo estima que el turismo se acerque a los números que mostraba antes del COVID-19?
Puede que veamos un indicio de recuperación a partir de abril del 2021, al menos a un 50%, y siempre que no ocurran más problemas. Y ya para el 2022, números similares a los del 2019. Aquí hay que aclarar que lo dicho dependerá de qué es lo que pasa con la vacuna y su distribución, eso nos ayudará a aclarar el panorama.
—¿El 2021 ya con los turistas internacionales?
Primero, con los corporativos internacionales, y después con los vacacionistas.
—Entre tanto, ¿mantendrán formatos como el Casa Andina Home o el Casa Andina Work, que crearon para mitigar el impacto de la pandemia?
Los creamos para trascender la emergencia sanitaria, porque son perfectamente compatibles con nuestro servicio regular. Están caminando muy bien y nos están ayudando bastante.
—Esos productos muestran que la dinámica del turismo no será igual después de esta crisis, y otra de las cosas que lo ejemplificarán son los protocolos sanitarios que se exigirán a los hoteles, incluso con estándares por encima de los requeridos por los países. En esa línea, ¿cómo están avanzando ustedes con sus certificaciones internacionales?
Es un proceso largo en el que estamos trabajando junto a la certificadora Bureau Veritas, para que nuestros 30 hoteles cuenten con este sello de garantía sobre nuestras normas de bioseguridad a escala internacional. Esto no pasa solamente por el uso de implementos como las mascarillas, los guantes o los anteojos, sino por los procesos que se llevan adelante dentro de nuestros hoteles, cuidando cada paso de la conservación y el traslado.
—La certificación pasará a ser un requisito obligatorio para los hoteles peruanos, aunque no se lo pida necesariamente el Minsa.
En el Perú, eso será un reto especial para el sector turismo, porque el tema sanitario era desatendido.
—Los protocolos del Minsa, por cierto, o mejor dicho la demora en definirlos, han despertado varias críticas en los actores del turismo, por ejemplo, entre las aerolíneas. ¿Cree que se pudieron hacer las cosas más rápido?
Desde el principio de la pandemia hemos notado que en las distintas instituciones estatales vinculadas al turismo ha habido una conciencia clara sobre cómo enfrentar la crisis, pero, efectivamente, luego hubo varias demoras en la toma de medidas específicas que eran esenciales para la industria. Hemos tenido ministros a la cabeza del Mincetur que nos han escuchado, y también en el MEF, que han entendido nuestras demandas, pero no ha sido suficiente con eso.
—¿Qué faltó?
Ocurre que, más de una vez, la gran mayoría del Gabinete de ministros –más allá del Mincetur y del MEF– no ha entendido la gravedad del problema, y eso ha devenido en demoras para ayudar al empresariado. Pasa que no es popular ayudar al empresariado. No se ve bien. Se nos estigmatiza. Pero el problema es que estas demoras van a traer cola, porque la recuperación del sector tarda más si el Gobierno no actúa rápido o no actúa cuando se lo necesita.
—¿Y esa situación ha mejorado ahora con la ministra Rocío Barrios?
La ministra ha estado de acuerdo con las demandas del sector, a pesar de que al inicio de su gestión dio un par de declaraciones erradas, como proyectar que los vuelos internacionales se reactivarían a finales de este 2020 o inicios del 2021. También el ministro de Transportes, Carlos Estremadoyro, nos ha apoyado. Pero después hemos notado los problemas que vimos al inicio de la pandemia: un Gabinete que no siempre conversa, que no definió una postura coherente, por ejemplo, en torno a la reanudación de los vuelos nacionales y los internacionales. Son fechas sobre las que hemos tenido dudas hasta hace unos días.
—Aunque son dudas que también hemos visto en otros países, como en Colombia, donde de hecho se reanudaron los vuelos nacionales después que en el Perú.
Lo que vemos ahora es que ya la gran mayoría de los países están otra vez comunicados. Al igual que ellos, el Perú necesita estar conectado, en el ámbito nacional, levantando las restricciones que faltan en el interior, y en el ámbito internacional, de manera paulatina, por supuesto.
—¿Qué demoró más la reanudación de los vuelos internacionales: los contagios o la crisis política?
Hemos notado una importante reducción de los contagios por COVID-19 en las últimas semanas, esa era una tendencia que nos hacía creer que se iba a concretar la apertura de fronteras desde octubre, los contagios no han sido el problema.
—Entonces fue la política.
Eso nos ha afectado mucho. Hemos tenido a los ministros en ascuas varios días. Es una vergüenza ver a los políticos pensando en temas personales. Es lo más inverosímil que he visto en mi vida.
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