¿Somos felices? Más allá de las discrepancias de lo que ello significa y cómo interpretarlo, la búsqueda de la felicidad ostenta un lugar preponderante en el sentido que damos a nuestras vidas. En economía, el tema no es ajeno, y de hecho constituye el corazón de la disciplina. Los economistas hablamos de conceptos como “utilidad”, “satisfacción” y “bienestar”, los cuales buscamos maximizar. Y la felicidad no es sólo vista como un objetivo individual, sino como la base armónica del funcionamiento de una sociedad. De hecho, desde hace bastante tiempo, ésta forma parte de los objetivos de políticas públicas de varios países, lo que ha dado pie a una rica literatura académica que busca medir y explicar sus causas.
La mayor parte de investigaciones sobre cómo medir la felicidad ha ido decantándose por preguntar a las personas qué tan satisfechos se encuentran con la vida, asignándosele un puntaje a la respuesta dentro de un rango de valores. Los países avanzados miden este indicador desde hace varias décadas, lo que ha servido de base para responder a un tema de fondo: ¿qué nos hace felices?
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La “ciencia de la felicidad” ha mapeado una ruta que determinaría nuestro grado de satisfacción con la vida. De acuerdo con ella, este derrotero se inicia con nuestro nacimiento y las circunstancias familiares que nos van rodeando; ésta luego interactúa con la enorme influencia del colegio que afina nuestras características intelectuales, emocionales y de comportamiento. A partir de ahí tenemos a un ser humano que se enfrenta a sus propias circunstancias en la adultez, lo que determinará finalmente su felicidad.
Teniendo lo anterior en cuenta, ¿qué factores pueden hacer variar nuestro grado de satisfacción con la vida? Es cierto que el dinero soluciona muchas cosas, pero los estudios confirman que el secreto para ser feliz no está ahí. De hecho, Clark y otros autores (2018) en su estudio “The Origins of Happiness” encuentra que, en una escala de 0 a 10 puntos, duplicar los ingresos de una persona sólo incrementaría la felicidad en +0,12 puntos. En cambio, lo que si se encuentra es que hay factores de mayor relevancia para nuestra satisfacción con la vida que de verse golpeados la afectaría gravemente.
Así, perder el trabajo reduce el indicador de felicidad en -0,7 puntos; caer en depresión o ansiedad lo hace en -0,72 puntos; separarte de tu pareja lo reduce en -0,74 puntos; y quedarse viudo reduce la felicidad en -0,48 puntos.
Es irónico que con la crisis pandémica todos los factores mencionados se hayan colocado en fila detrás de nuestras puertas acechándonos con dañarnos mortalmente. Las consecuentes pérdidas proyectadas de empleo se cuentan por millones; nuestra sociedad llorará por miles de fallecidos; las presiones sobre el estado emocional de las familias serán altas. Ante ello, las políticas de gobierno que habrán de implementarse deberán ser decididas y de amplio espectro si se quiere evitar que el país se sumerja en un pesimismo profundo y persistente.
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¿Qué es la covid-19?
La covid-19 es la enfermedad infecciosa que fue descubierta en Wuhan (China) en diciembre de 2019, a raíz del brote del virus que empezó a acabar con la vida de gran cantidad de personas.
El Comité Internacional de Taxonomía de Virus designó el nombre de este nuevo coronavirus como SARS-CoV-2.