Las tres primeras semanas del año iniciaron con una relativa calma en la cotización del sol frente al dólar. De hecho, esta osciló alrededor de los S/3,32 por dólar, menor con respecto a la observada en noviembre del 2019 (S/3,39 por dólar), mes en el que la moneda norteamericana mantuvo su atractivo como activo de refugio debido a la elevada incertidumbre en torno al conflicto comercial entre EE.UU. y China, así como el ‘brexit’.
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Esta relativa calma del tipo de cambio se relaciona, principalmente, con dos noticias que mejoraron las perspectivas sobre el desempeño de la economía mundial para este año. En primer lugar, luego de 18 meses de desaceleración económica continua, a fines del 2019 se vislumbraron señales de estabilización del crecimiento global. Esto, debido a las acciones de los bancos centrales –como la reducción de la tasa de interés de referencia a partir del segundo semestre del 2019– para estimular la economía. En segundo lugar, se redujo el riesgo de un mayor enfriamiento del crecimiento global tras la resolución y posterior firma de la primera fase del acuerdo comercial entre EE.UU. y China. Esto generó entre los inversionistas financieros globales un mayor optimismo sobre las perspectivas de recuperación económica de China y, en consecuencia, los precios de algunos metales industriales se recuperaron respecto a los promedios registrados en noviembre (el precio del cobre subió 6%).
Ambos factores elevaron nuevamente el apetito por riesgo en los inversionistas internacionales, lo que se tradujo en una mayor demanda de bonos de las economías emergentes. De hecho, el Instituto de Finanzas Internacionales estima que en diciembre el flujo de capitales hacia las economías emergentes fue mayor en US$10.000 millones, respecto a lo registrado en noviembre.
No obstante, en la última semana ha surgido un nuevo riesgo para el crecimiento global: la rápida propagación del coronavirus. Es probable que las medidas de seguridad adoptadas por el Gobierno de China afecten a la economía de este país durante el primer trimestre del año. Esto debido a que la extensión de los días no laborales, la restricción del libre tránsito de personas y el cierre de lugares de actividades de ocio pueden afectar el crecimiento de los mercados de consumo –restaurantes, centros de esparcimiento, turismo, entre otros– y la producción manufacturera. La preocupación que genera el riesgo de un mayor avance del virus y de su impacto sobre la economía china han generado la caída en diferentes plazas bursátiles alrededor del mundo. Asimismo, desde que este riesgo se elevó, en solo una semana el precio del cobre ha retrocedido 7%, el dólar se ha fortalecido cerca de 1% a nivel global y el sol se ha depreciado 1% con respecto al dólar.
Dado este escenario, será importante monitorear el impacto que este nuevo riesgo pueda generar en el precio del cobre y el tipo de cambio. De continuar aumentando los casos de contagio del coronavirus, el miedo de los inversionistas será mayor y se podría traducir en un menor apetito por riesgo.
Así, se demandarían más activos considerados libre de riesgo (como el dólar y el oro), y las monedas de los países emergentes, como el sol, podrían experimentar presiones al alza como hasta ahora lo hemos visto.