Tras los sorpresivos resultados de la primera vuelta electoral, se espera volatilidad en las variables financieras locales durante las siguientes semanas. Hasta ahora, los efectos han sido moderados en la BVL (que pierde 2% desde el domingo), el tipo de cambio (aumenta 0,5%) y los bonos soberanos (cuyos rendimientos se incrementaron en promedio 10 punto básicos). En este contexto, ¿qué aspectos se deben tomar en cuenta en nuestras decisiones de ahorro e inversión durante este período previo a la segunda vuelta electoral?
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Una primera recomendación consiste en considerar que las decisiones apresuradas de deshacer una inversión intempestivamente (por excesivo nerviosismo) no suelen pagar (en términos de rentabilidad). En general, la volatilidad es inherente a los cambios de gobierno en el Perú (y otros países) y forma parte de las reglas de juego.
Así, muchas veces, las ganancias de futuros “rebotes” en el mercado no logran concretarse como producto de un nerviosismo previo. Esto fue evidente, por ejemplo, en el 2011, ante el temor de una divergencia radical del modelo económico establecido.
Un segundo aspecto a tener en cuenta recae en evitar “jugarle al mercado” (esperando mejores tiempos) si una persona tiene que cubrir una necesidad de liquidez en las siguientes semanas. Por ejemplo, si se necesita realizar una operación cambiaria para cubrir gastos próximos, es mejor hacerlo ahora. La volatilidad en el mercado estará presente y los precios financieros dependerán, en buena cuenta, de las encuestas y los nuevos enfoques que los candidatos finalistas puedan adoptar.
Un tercer punto recae en la necesidad de tener un portafolio más diversificado tanto en materia de geografías como de sectores económicos. En general, un menor sesgo local en nuestras inversiones nos hace menos vulnerables a los vaivenes de ciclos políticos como el actual. Ante ello, la oferta de productos internacionales en el mercado es variada (desde fondos de fondos hasta ETF internacionales). De otro lado, un posicionamiento en sectores con mayor resiliencia frente a una amenaza de cambio de rumbo podría mitigar futuras pérdidas. Así, los sectores de demanda interna (incluyendo hipotecas, factoring, servicios públicos) podrían tener una menor vulnerabilidad frente a otros sectores (minería, hidrocarburos, peajes).
De esta manera, dentro de las tendencias que podrían esperarse para los siguientes meses, se encuentran un sesgo hacia productos financieros locales más conservadores, una inclinación hacia inversiones con posicionamiento internacional y una menor exposición hacia sectores relativamente más vulnerables ante un cambio político.
No obstante, para los inversionistas más sofisticados, el timing del cambio hacia una eventual toma de mayor riesgo será vital para aprovechar un probable rebote. No olvidemos que, fuera de la incertidumbre política local (cuyo desenlace veremos en dos meses), estamos ad portas de un rebote económico mundial, una demanda de cobre sostenida en el tiempo y una mejora sustancial de nuestros términos de intercambio (precios de exportaciones vs precios de importaciones).
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