Pauline Skypala, editora de FT Fund Management
¿Cuál es la diferencia entre puntos porcentuales y por ciento? Mostré mi confusión al respecto hace unos años poco después de unirme al FT, y desde entonces he descubierto a muchos otros, incluyendo académicos prominentes, quienes no son conscientes de la distinción.
¿Importa? En aras de la precisión, sí. Dada la falta general de conocimientos matemáticos y comprensión financiera, sin embargo, es un detalle menor.
El sector financiero ha mantenido durante mucho tiempo que la educación financiera es el factor que falta para lograr que todos seamos mejores clientes para sus productos. A medida que la toma de decisiones financieras se pasa cada vez más de las instituciones a los individuos y se vuelven más y más complejas, la necesidad de una mejor educación financiera se vuelve más necesaria.
Pocos estarían en desacuerdo que una apreciación de los tipos de interés, el interés compuesto, las tasas porcentuales anuales y la inflación se deben enseñar como estándar para todos los niños en edad escolar. No estaría mal si también aprendieran sobre el mercado de valores.
Eso por sí solo, sin embargo, no necesariamente les da la habilidad para tomar decisiones sobre cómo invertir para la jubilación, por ejemplo. De hecho, hay una clara falta de consenso acerca de cómo hacerlo entre los profesionales. Tampoco hay consenso sobre el grado en que una mejor comprensión de los riesgos de inversión llevaría a una mejor toma de decisiones.
Una publicación reciente de Allianz, la aseguradora, revela una creencia por parte de algunos de los contribuyentes de que la educación financiera evitaría la repetición de una crisis como la de 2008 y contribuiría a la reducción de la desigualdad de la riqueza, mientras que otros sostienen que el tema es demasiado complejo y que se deben dejar las decisiones a los expertos.
El economista conductual Dan Ariely, por su parte, dice que es “ilusorio” esperar que la educación conduzca a mejores resultados financieros. Señala que un meta-análisis de 2014, sobre 201 estudios previos sobre el tema, encuentra que la educación financiera no tiene prácticamente ningún efecto sobre el comportamiento financiero.
Esto se debe a que en gran medida la mayoría de la gente olvida lo que ha aprendido en 20 meses.
Por lo tanto, Ariely recomienda un grado de obligatoriedad. Todos deberían comprar un seguro contra los riesgos de la longevidad del mismo modo que están obligados a comprar un nivel básico de seguro de automóvil, dice.
Los sistemas de pensiones son una curiosa mezcla de obligatoriedad (suave como el programa de inscripción automática del Reino Unido o dura como las contribuciones de jubilación obligatorias de Australia) y de elección individual.
Los ahorradores son empujados cada vez más a los sistemas de unión, donde la mayoría invierten en los fondos predeterminados proporcionados, en lugar de decidir sobre dónde va su dinero. Al retirarse, sin embargo, tienen que decidir qué hacer con el dinero que han acumulado. Las opciones predeterminadas no están disponibles en esa etapa. El asesoramiento podría llenar el vacío, siempre y cuando la gente confíe en él, un gran condicionante.
Es poco probable que la educación ayude.
La magnitud del reto de hacer que las finanzas, especialmente las pensiones, se entiendan mejor se desprende de la investigación de Nest, el National Employment Savings Trust, creado por el gobierno del Reino Unido como un proveedor de bajo costo de pensiones laborales de inscripción automática. El hallazgo más sorprendente, reporta Nest, es que la mayoría de los ahorradores “se sorprenden al saber que su dinero está invertido y no entienden por qué está invertido”.
Tomar riesgos parece “contra-intuitivo”, y la idea de pagar por garantías “es escandalosa”. Hay “un cierto grado de incredulidad de que un vehículo de ahorro de jubilación no ofrezca certeza como una cuestión de rutina”.
En la medida que la gente equipara las pensiones laborales con las pensiones estatales, deja de ser sorprendente. Los planes de pensiones de aportación definida, donde la inversión, la inflación y el riesgo de longevidad son impuestos al individuo, empiezan a convertirse en la norma en el Reino Unido. Estos planes serán el primer contacto con el mundo de la inversión para muchos que se convertirán en miembros por inscripción automática.
No obstante, una encuesta realizada por State Street Global Advisors considera que, incluso en EE.UU., donde los esquemas de aportación definida tienen una historia más larga, las personas se ven a sí mismas como “ahorradoras” en lugar de “inversionistas”. Solo el 22 % de los encuestados en EE.UU. se describieron como bien o muy bien informados sobre el ahorro y la inversión, frente al 25% en el Reino Unido (una diferencia de 3 puntos porcentuales).
Teniendo en cuenta el peso de la evidencia de que la educación financiera no es una panacea, y que decirle a la gente cómo funcionan las pensiones puede causar alarma en lugar de empoderarlos, los proveedores de pensiones se enfrentan a un problema de comunicación. Como señala el informe de Nest, hace falta “equilibrar un mejor entendimiento con el comportamiento deseado”, siendo este último estimular que la gente continúe contribuyendo.
¡Crucemos los dedos para que todo salga bien!