En las últimas semanas, se ha hablado mucho del auge de la Inteligencia Artificial (IA) y el impacto que esta tecnología puede llegar a tener. Pero no es un tema nuevo. El ser humano lleva décadas buscando desarrollar herramientas que imiten las capacidades de resolución de problemas y toma de decisiones de la mente humana.
Alrededor del mundo, empresas de tecnología están en diferentes etapas de evolución de la IA. IBM, por ejemplo, lleva desarrollando la Inteligencia Artificial desde la década de 1950, cuando introdujo el concepto de machine learning o aprendizaje de las máquinas.
Y mientras 28% de las empresas en el Perú reporta que ya está utilizando IA, 11% más que en 2021, según un estudio de IBM, los casos de uso de esta tecnología son cada vez más comunes. Desde los bancos hasta retailers, pasando por las empresas de telecomunicaciones y hasta eventos deportivos, como el US Open. Su uso más común son los chatbots o también llamados asistentes virtuales, porque la IA tiene un ‘encanto’ cuando hablamos de agilizar servicio al cliente, pero hay más formas de implementarla.
En su forma más simple, la Inteligencia Artificial es un campo que combina la ciencia informática y los conjuntos de datos robustos para permitir la resolución de problemas, son sistemas expertos que hacen predicciones, recomendaciones o clasificaciones basadas en datos.
Por eso, la IA debe verse y entrenarse como lo que es: una tecnología que facilita procesos y agiliza interacciones, pero siempre es el ser humano quien la entrena y quien decide si los resultados están siendo correctos. Pensemos siempre y busquemos que la Inteligencia Artificial sea más una ‘Inteligencia Aumentada’, al servicio de los seres humanos.
Como todo en la vida, algo funciona bien y a largo plazo cuando hay confianza. En IA, la confiabilidad depende del proveedor de esa tecnología. Es clave que sea transparente y explicable, que quien usa la herramienta pueda saber cómo se llegó a esa conclusión y reducir posibles sesgos. Hay que establecer principios claros de uso y ética.
Pensar en que la Inteligencia Artificial es una herramienta para responder por chat es erróneo, ya que esta tecnología tiene la capacidad de mejorar significativamente la visibilidad sobre los datos que se tienen para tomar decisiones en tiempo real. Por ejemplo, con IA una empresa de textiles puede analizar todos los datos que ingresaron de las compras del último año y relacionarlos con el pronóstico del clima, para determinar o predecir las temporadas con menor cantidad de ventas.
La IA está a la orden del día. Tendrá un uso exponencial en este y los próximos años, pero de nosotros depende adoptarla desde la visión de una tecnología que apoya a los seres humanos para tomar decisiones cada vez más informadas. Asegurarnos de usarla a través de herramientas que nos maravillen con sus resultados, pero que a la vez sean confiables y libres de sesgos.