José tiene 18 años. Terminó la secundaria el año pasado y no sabe exactamente qué hacer. Su tía es abogada y lo motiva para estudiar Derecho en la universidad. Su primo trabaja en una empresa textil como técnico de maquinaria. Su hermana, quien vive en la misma casa, tiene 20 años y una hija de 3 años. Su padre trabaja en una empresa de limpieza y su madre trabaja en casa. Muchas dudas inundan la cabeza de José: ¿qué hacer, trabajar o estudiar? Esta es la historia de la gran mayoría de jóvenes entre los 15 y 24 años de edad: los millennials.
Novella, Repetto, Robino y Rucci (BID) han publicado un interesante estudio explorando dicha disyuntiva en América Latina. El estudio muestra que un 41% de los jóvenes en la región se dedica exclusivamente al estudio, un 21% solo trabaja, un 17% realiza ambas actividades y un 21% no estudia, se capacita o trabaja. Asimismo, muestran una temprana inserción laboral y altas tasas tanto de informalidad como de rotación laboral. Respecto a los ‘ninis’ (los que ni trabajan ni estudian), el libro muestra que estos jóvenes son personas ocupadas que realizan labores valoradas por sus entornos, con marcadas diferencias de género: mientras buena parte de los hombres busca un empleo, la mayoría de las mujeres se dedica a tareas domésticas y al cuidado de otros miembros del hogar.
Para el caso peruano, Favara y Sánchez en el mismo libro encuentran que pasar de la escuela a la educación superior es una decisión llena de obstáculos en el Perú. En particular, la situación económica del hogar influye en el acceso a los estudios postsecundarios, en la medida en que afecta la acumulación de habilidades a lo largo de la niñez. Además, los hombres tienen más posibilidades de asistir o completar estudios postsecundarios, lo que incrementa la brecha de género.
Por el lado del trabajo, la participación en la fuerza laboral entre los 19 y los 22 años es alta. No obstante, las mujeres no se encuentran en el mercado laboral, ya que se encargan del trabajo del hogar como consecuencia de la asignación intrafamiliar desigual de los roles. Otra característica es el trabajo excesivo y el ingreso bajo. La mayoría de los jóvenes tiene más de un empleo a la vez y el 45% trabaja más de 48 horas semanales. Mientras que cerca del 56% de los jóvenes percibe ingresos inferiores al salario mínimo, en especial entre las mujeres. Finalmente, las condiciones laborales son deficientes y la informalidad se acentúa.
Los resultados de esta investigación sugieren caminos para el futuro, de acuerdo con el contexto específico de cada uno de los países estudiados. El libro discute principalmente tres áreas de intervención de política: acceso para el desarrollo de habilidades; calidad y pertinencia en el desarrollo de habilidades, tanto cognitivas como técnicas y socioemocionales; y orientación e información. Los invito a leer este interesante libro muy ilustrativo y repleto de evidencias que ayudarán a la formulación de políticas a fin de mejorar la situación de nuestros jóvenes.