(Informe IPE-El Comercio) A propósito de los 25 años de creación del Sistema Privado de Pensiones (SPP), resulta oportuno analizar el impacto que tiene el sistema previsional sobre los ingresos de los pensionistas y, en particular, sobre los índices de pobreza. Más aun, con el rápido envejecimiento demográfico que experimenta la población peruana, los resultados del sistema tendrán cada vez mayor importancia.
COBERTURA DEL SISTEMA
Según información censal, la población con al menos 65 años pasó de 1,8 millones en el 2007 a 2,5 millones en el 2017, lo cual significa un incremento de 40%, más de cinco veces el crecimiento de la población total en ese período. En relación con la cobertura del sistema, la información de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones (AAFP) indica que la población adulto mayor pensionista del sistema privado o del público se mantuvo en 30% del total entre el 2007 y el 2017.
Con el inicio del programa Pensión 65 en el 2012, los beneficiarios al cierre del 2017 incluyen al 22% de los mayores de 65 años. Por lo tanto, la población sin cobertura previsional se habría reducido de 69% en el 2007 a 48% en el 2017, debido principalmente a la introducción de Pensión 65.
HOGARES CON AL MENOS UN ADULTO MAYOR
¿Cuál ha sido el efecto sobre la pobreza? Para analizar a detalle el impacto, solo se considerarán los hogares que tienen al menos una persona mayor de 65 años a partir de los datos de la Encuesta Nacional de Hogares-Enaho 2017.
En ese sentido, se estima que, de no existir las pensiones, la pobreza de este tipo de hogares habría sido 6,7 puntos porcentuales (pp) mayor en el 2004 y 5,8 pp en el 2017. En tanto, Pensión 65 presenta impactos menores. En el 2012, ante la ausencia de este programa, la tasa de pobreza habría sido 1,2 pp mayor, mientras que en el 2017 esta habría sido de 4,9 pp. El sistema privado aún no alcanza la madurez –ningún trabajador ha cotizado 40 años o más–.
LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO
Los efectos de la pensión previsional y de Pensión 65 varían significativamente de acuerdo con el quintil de ingresos del hogar. En el quintil de ingresos más bajos –es decir, entre el 20% más pobre del Perú–, la tasa de pobreza de los hogares con al menos una persona adulta mayor asciende a 39,7%.
De no existir los ingresos de las pensiones tipo AFP u ONP, la pobreza sería de 40,7%; mientras que de no existir Pensión 65, esta aumentaría hasta 57,8%. Es decir, entre los más pobres, la contribución del sistema previsional sobre la pobreza es casi nula. Lo anterior se explicaría por la ausencia de trabajo formal entre las poblaciones más vulnerables y la estructura de los ingresos de estos hogares, en los cuales las pensiones de jubilación representan solo el 1,5% del total de ingresos, mientras que la subvención de Pensión 65 asciende a un 19,6%.
Por otra parte, la pobreza en los hogares que se ubican en el tercer quintil (o de ingresos medios) asciende a 13,6%. En este caso, la ausencia de los ingresos provenientes de las pensiones significaría un incremento de la pobreza hasta 21,2%, mientras que aumentaría a 14,6%, apenas un punto porcentual, sin Pensión 65.
Entre los hogares de ingresos medios y altos, los ingresos que provienen de pensiones de jubilación ascienden a cerca de 9,0% del total de ingresos, mientras que los de Pensión 65 solo alcanza alrededor de 1%.
Los resultados encontrados sobre el impacto del sistema previsional al 2017 difícilmente podrán ser diferentes en el futuro si se mantienen las características actuales del mercado laboral y la condición de aporte vinculado exclusivamente al trabajo formal dependiente, donde se desempeña una minoría.
En ese sentido, en el quintil más bajo de ingresos laborales el 88% de los trabajadores no se encuentra afiliado a ningún sistema, mientras que en el quintil de ingresos medios el número baja a 65%. En ambos grupos de ingresos, cerca de un tercio de los trabajadores que no están afiliados tiene entre 45 y 65 años. Con ello, aunque si se afiliasen mañana, los años de aporte efectivo que podrían lograr hasta la edad de jubilación determinarían una baja pensión. La cotización a temprana edad y con intervalos regulares resulta fundamental para alcanzar pensiones altas.