En febrero próximo, Sistemas Analíticos, empresa que brinda soluciones de diagnóstico en el sector salud, cumplirá 29 años en el mercado peruano. Con cuatro unidades de negocio –en las que destaca de manera preponderante el componente digital– y ante el contexto de pandemia, la firma evalúa el avance de nuestro país en cuanto a equipamiento médico y tecnología de diagnóstico.
Aunque la implementación de soluciones tecnológicas en el sector salud muestra señales positivas de avance, Víctor José Alfaro, gerente general de la empresa de capitales peruanos, explica que nuestro país aún no es competitivo en cuanto a la implementación de tecnología de biología molecular. Ello teniendo en cuenta que esta disciplina trabaja sobre la base información genética de las personas para diagnosticar y tratar enfermedades desde la patología molecular. En la actualidad, sus partners estratégicos son Abbot Hematology, Labsystems, One Lambda, Arkray, Binding Site, entre otros.
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—¿Cuáles son las demandas que atiende Sistemas Analíticos?
Somos una empresa que trabaja en el área de salud, específicamente en diagnóstico. [Trabajamos con] laboratorios especializados en bancos de sangre, bancos de órganos –trasplante de órganos– y laboratorios clínicos. En ese espacio brindamos asesoría, equipamiento y abastecemos de los reactivos para las pruebas de diagnóstico. Nuestra compañía invierte en tecnología, [implementa] los equipos que son generalmente automatizados y con nuestro equipo de especialistas –que son tecnólogos médicos– capacitamos al personal de los hospitales y clínicas a nivel nacional para que puedan usar estos equipos y llevar a cabo los análisis.
—¿Qué tipos de diagnóstico se realizan?
Nos describimos como una empresa que brinda soluciones integrales digitales con un componente tecnológico importante. Las pruebas son infinitas: desde colesterol, hepatitis, VIH y todas las [pruebas] que se puedan solicitar. En estos equipos automatizados se colocan las tomas de sangre y sobre eso se realizan los análisis. Una [de las pruebas] ahora es la del COVID-19. Es una prueba más de un portafolio que tiene muchos años. Están las áreas de bioquímica, hematología, área de inmunología. En el banco de sangre también hay pruebas para descartar cualquier enfermedad hemo transmisible. Las de trasplante de órgano son pruebas más especializadas que [se realizan] a un donante y un receptor de un órgano previo a un trasplante.
Tenemos también la tecnología ‘Point of Care’, que es más portátil y para lugares más alejados en zonas endémicas. Muchas de las pruebas para el dengue, la malaria y el VIH se realizan con estos equipos.
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—¿Cómo desplazan esta tecnología hacia las zonas más alejadas?
Cuando son zonas endémicas, generalmente se trabaja con programas del Estado. Inclusive, a veces, participa la Organización Panamericana de la Salud. En líneas generales en cualquiera de estas tecnologías, tenemos presencia a nivel nacional. Ahí quizá podríamos [preguntarnos] qué tan bien equipados están los hospitales de Essalud, Minsa o las clínicas particulares a nivel nacional. Estamos muy bien a nivel de tecnología, en cualquiera de estas ciudades o provincias.
—¿Cómo se produce la alianza con el Estado? ¿Existen proyectos específicos?
Contratamos con el Estado desde que nació la compañía porque la salud en el país va evolucionando. En países más desarrollados, el sector privado tiene mayor participación y de esa manera, mueve un poquito nuestro trabajo. Trabajamos a nivel nacional [con] Minsa y Essalud, principalmente. [Si existen] invitaciones públicas entramos a concursos que tienen bases específicas en cuanto a la parte técnica. Participamos de licitaciones contra competidores internacionales. Y quien gane la licitación –sea por mejores especificaciones técnicas o inclusive por precio– tiene que implementar estos laboratorios.
—Sobre las pruebas COVID-19 que me comentabas anteriormente, ¿cuán difícil ha sido su implementación?
Quizás la mayor traba que se tuvo en su momento fueron los temas normativos por parte del Estado. A nivel de implementación, en algunos casos, era una prueba más dentro del portafolio. El problema del cuello de botella vino con la biología molecular porque no está implementada y nos sorprendió. En ese tipo de tecnología el país tiene un retraso importante [considerando que es una disciplina que estudia diversos procesos que ocurren en los seres vivos].
—¿Por qué aún la biología molecular presenta este retraso en nuestro país y cómo hubiera ayudado a enfrentar la pandemia?
La tecnología de biología molecular existe en el mundo hace varios años. Uno de los problemas que hubo es que el Estado no pudo destinar presupuestos necesarios para poder implementar esta tecnología en los diferentes laboratorios del país. Cuando llega el COVID-19 al país, habían muy pocos laboratorios implementados con esta tecnología. Ello sumado a una regulación lenta y tediosa que termina siendo más exigente que en países de alta vigilancia, no nos permitió reaccionar rápidamente para implementar más laboratorios de biología molecular. Además, estaban concentrados en uno, el Instituto Nacional de Salud (INS). El resto han sido laboratorios más pequeños destinados a investigación que a detección o diagnóstico. Con esa normativa la implementación se vio más compleja y además la disponibilidad de la biología molecular o de sus reactivos en ese momento era escasa a nivel mundial. Todas esas complicaciones provocaron que reaccionemos demasiado lento y se tuvieron que implementar otras metodologías que estaban fuera de tiempo.
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—En vista de este desafío, ¿cuál es su percepción sobre la implementación de tecnología en el sector salud?
A nivel de laboratorios especializados, estamos en un muy buen nivel de equipamiento. Regionalmente, estamos a nivel de países como Colombia y Chile. Inclusive, podría decir que en muchos casos, estamos a niveles de países desarrollados y países que tienen en su normativa la alta vigilancia sanitaria en estos espacios particulares, que son laboratorios especializados. Realmente, la inversión que realizamos es bastante alta.
Ahora, la tecnología siempre evoluciona. Quizás el siguiente paso que nos falta es [subsanar] la falencia que se ha desnudado de la biología molecular.
—¿Cuánto invierte la empresa en tecnología?
Realizamos una inversión por año entre US$2 y 3 millones más o menos en equipamiento en esta tecnología. Colocamos estos equipos en nuestros clientes, damos el servicio de asesoría para que aprendan a utilizarlo y el servicio post venta de ingeniería para que el equipo no deje de funcionar. Este es un poco el modelo.
—¿La inversión se vio afectada por la pandemia?
[El 2020] ha sido un año duro. La compañía venía creciendo por encima del 20% anualmente desde hace cuatro años y el año pasado [no crecimos]. La responsabilidad de compañía [al usuario] hizo que tengamos que nutrirnos de inversiones pese a que no fue un buen año. Eso nos ha permitido estar un poco más nivelados este año y retomar esos niveles de crecimiento post pandemia. El haber mantenido el compromiso de inversión en tecnología y nuestro rubro nos ha permitido estar un poquito mejor.
—¿Han llegado a niveles prepandemia?
Este año quizá lo más complejo está siendo la situación político-económica y hasta social, que hay que mirar con cautela. El país aún tiene que desarrollar mucho. La demanda de nuestro negocio se vio bastante resentida y hasta hoy no recupera sus niveles del año anterior.
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—A raíz de su experiencia en la promoción de la donación de sangre, ¿cómo veían las cifras que habían alcanzado?
Estamos bien lejos [de la donación voluntaria] porque [implica] crear consciencia. En el país mueren cerca de 50.000 personas al año por falta de sangre. Decidimos que este es el espacio donde nosotros podríamos aportar y atender esta necesidad. Hace algunos años fundamos la Asociación Peruana de Donantes de Sangre y desde Sistemas Analíticos hemos implementado el primer hemobus transformado interiormente y que recorre las calles de Lima haciendo campañas de donación voluntaria. Acabamos de lanzar una campaña llamada Pacto de sangre que trae consigo, más allá de la tecnología, [la necesidad] de crear consciencia de donación voluntaria en el país. El año pasado, la asociación ha realizado 100 campañas y ha recolectado más de 2.500 unidades de sangre. Este año van cerca de 70 campañas y eso traducido en días es bien potente porque, por cada unidad de donación de sangre, se pueden salvar hasta tres vidas.
—Frente al continuo avance tecnológico e incremento de la competencia, ¿cuál es su apuesta para continuar diferenciándose?
Si bien es cierto estamos en un nivel competitivo de equipamiento de tecnología, quizá el problema que viene es más logístico. Es más de servicio. Esa es la brecha que hay hoy en día. Por ahí está el hecho de que haya tanta controversia en el sistema de salud en general. Por ese lado hay una diferenciación nuestra. Apostamos por que nuestros colaboradores estén capacitados y en trabajar mucho la retención de talento interno. Capacitarlos en estas líneas especializadas representa una inversión importante en tiempo y número y tiene que ser transmitida al resto de profesionales en los clientes que tenemos.
Lo segundo es trabajar siempre en la sostenibilidad del negocio. Somos una empresa en el sector salud y como tal tenemos que trabajar con gran responsabilidad. Tenemos que ser rentables porque también tenemos responsabilidad con las familias a las que solventamos. Creemos que con estos 30 años de trayectoria hay un espacio más allá de la experiencia profesional: el redituar a la sociedad es importante. Nosotros aportamos y estamos creciendo de manera sostenible porque hay un componente más allá de lo económico, lo social. Ahí está nuestra parte de responsabilidad social que también la estamos impulsando y promocionando mucho en el frente de la promoción voluntaria de la donación de sangre.
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