En el libro titulado La idea de la justicia, el economista y filósofo indio Amartya Sen reafirma la urgencia de responder dicha pregunta en la medida en que haya injusticias que sea menester suprimir no solo porque son inaceptables, sino porque son “claramente remediables”. No obstante, subraya que no se trata de resolver el enigma de “la justicia perfecta”. Antes bien, Sen nos recuerda que, cuando la gente se agita para exigir más justicia, “no se moviliza en favor de una sociedad mundial ‘perfectamente justa’, sino tan solo por la supresión de algunos arreglos escandalosamente injustos y por el avance de la justicia global”. El nobel de Economía de 1998 está convencido de que los criterios económicos del progreso son insuficientes y de que indicadores como el producto nacional bruto (PNB) y el producto bruto interno (PBI) solo son de utilidad en la medida en que sea perceptible el efecto que tienen sobre las vidas humanas. Y es que, añade Sen, “hay excelentes razones para no confundir medios y fines, y para no considerar los ingresos y opulencias como importantes en sí, en lugar de evaluarlos de manera condicional por lo que ayudan a la gente a lograr, incluidos bienes y vidas decentes”.
II
En esa línea, la filósofa estadounidense Martha Nussbaum propone desplazar la atención del análisis, generalmente centrado en el tema de los recursos, para orientarlo al de las capacidades de los individuos. Dicho enfoque sería, tal y como dice en su libro Las fronteras de la justicia, la “base filosófica para una teoría de los derechos básicos de los seres humanos que deben ser respetados y aplicados por los gobiernos de todos los países, como requisito mínimo del respeto por la dignidad humana”. A lo que apunta Nussbaum es a identificar lo que las personas son efectivamente capaces de hacer y ser, para plantear, a partir de allí, la idea de un mínimo social básico de justicia. Por esta razón, para ella, lo relevante no es saber el grado de bienestar que cree tener una persona o la cantidad de recursos que puede producir, sino más bien qué es capaz de hacer y de ser para llevar una vida realmente humana.
III
Esto supone afirmar que existe un mínimo por debajo del cual la vida humana no merece ese nombre. Para establecer ese nivel mínimo, Nussbaum plantea una lista de capacidades cuyo desarrollo es indispensable (salud; integridad; control sobre el propio entorno; sentidos, imaginación y pensamiento; emociones; razón práctica; y, por supuesto, vida). Nussbaum insiste en que la lista es parcial, abierta y sujeta a cambios y modificaciones, en la medida en que determinados individuos pueden no estar de acuerdo con algunos ítems de la lista o, por el contrario, pueden creer que son fundamentales otros que no se encuentran considerados, siempre y cuando sus decisiones no colisionen ni afecten el derecho de los demás a perseguir libremente sus propias opciones. El concepto matriz es que una vida acorde con la dignidad humana es inconcebible si está desprovista de estas capacidades.