“Francesca” es uno de los poemas de Ezra Pound más traducidos al castellano, quizás porque es una puerta de entrada para los lectores no iniciados, aunque ello también signifique que estéticamente se encuentra un tanto lejano de las cumbres que alcanzaría, luego, con los Cantos. Las imágenes que utiliza son sobre todo naturales, mientras que el juego de oposiciones entre lo deseable y lo indeseable construye la tensión que se resuelve, finalmente, en algo que podemos llamar amor. Hay añoranza, sublimación, un resabio neoplatónico y una búsqueda por la claridad y la precisión, los ingredientes que años después se convertirían en un movimiento: el imagismo.
Existen varias versiones de esta joya en nuestra lengua, entre las más notables están las traducciones de Ernesto Cardenal y Coronel Urtecho, así como la de Ricardo Silva-Santisteban. También hay otras, digamos, libres (“De la babel de lenguas que te nombra”) e incluso un intento por convertirla en canción (la melodía de Luis Auserón se encuentra en YouTube). La más convincente, para quien escribe, es la de Agustina Jojärt, bien difundida en internet.
Esta traducción apenas busca homenajear la sofisticada simpleza del original y se empeña en encontrar soluciones que no atenten contra el español peruano. Solo eso.
Francesca
Saliste de la noche
Y había flores en tus manos,
Ahora saldrás de una multitud,
De rumores que hablan de ti.
Yo que te vi en las cosas esenciales
Me enfurecí cuando mencionaron tu nombre
En sitios ordinarios.
Me gustaría que olas frescas recorran mi mente,
Y que el mundo se seque como una hoja muerta,
O que desaparezca como una semilla de diente de león,
Para así encontrarte de nuevo,
Sola.