Meses atrás, varios analistas pensaban que la pandemia iba a estar menguando por estas fechas al punto que la gente esperaría que los candidatos hablen más de cómo paliar el desastre económico que del combate al virus. En octubre, pedí al argentino Mario Riorda, uno de los más importantes comunicadores políticos de la región, su opinión al respecto, y me dijo: “La salud va a servir para criticar lo actuado y la economía va a ser el eje de la campaña (…) La salud va a servir para posicionarse respecto al pasado y la economía va a servir para posicionarse frente al futuro” (El Comercio 19/10/20).
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O sea, a estas alturas, el electorado debía estar experimentando una suerte de ‘no me hables de esto que ya estoy harto, dime qué ofreces para la nueva normalidad’. Riorda no ha dejado de tener razón en que la crítica a la gestión de la pandemia no es más que un recurso para distanciarse de los oficialismos que se van y posar de outsiders. Vean cómo el discurso opositor local suele empezar arremetiendo contra la gestión de la pandemia –citando que Perú figuró por buen tiempo como el país con más muertos por cada 100 mil habitantes según el índice de la Johns Hopkins University- para de allí pasar a la economía, a los conflictos sociales y a la inseguridad.
La crítica es, en realidad, retórica porque, por razones de unión en la emergencia, no lleva a pedir revoluciones ni cabezas cortadas. El mejor ejemplo de lo que digo es que Sagasti decidió mantener a Pilar Mazzetti, la misma ministra que tuvo Vizcarra, sin que la oposición se arañara las vestiduras. Salvo el enrostre de cifras y déficits de atención al Ejecutivo; no hay en la oposición un discurso alternativo sobre la gestión de la pandemia. Tampoco lo hay en los candidatos que hasta ahora han esbozado las líneas maestras de su plan de gobierno.
Ahora bien, la persistencia del virus, de sus rebrotes y de sus mutaciones, además de la farragosa distribución de las vacunas; ¿hará revisar a los candidatos sus estrategias y darle más peso que el que le están dando y le pretendían dar al COVID-19?
Virus y vísceras
Dos partidos sí pensaron tempranamente en oponerse a la gestión de la pandemia y para eso ficharon expertos en salud. Pero queda la duda de si ello se debió a una previsión estratégica o a un rechazo visceral, casi instintivo, a Vizcarra. Si digo quiénes son, les quedará claro: Fuerza Popular (FP) y el APRA. FP anunció el 6 de octubre el fichaje del epidemiólogo y ex jefe del Instituto Nacional de Salud (INS), Ernesto Bustamante, en su equipo de plan de gobierno (hoy es, además, tercero en la lista por Lima). Bustamante había sido el primero en alertar, con impacto mediático, sobre la inutilidad de las pruebas rápidas como herramientas de prevención y diagnóstico. Esa fue una temprana señal de que las cosas no iban tan bien como se creía en esa fase de severo confinamiento.
MIRA: Fuerza Popular anuncia que Ernesto Bustamante será parte de su equipo de campaña.
No era pues, casual, que los fujimoristas, que son antivizcarristas viscerales, vieran con apetito a Bustamante. Los apristas, la otra fuerza anti vizcarrista, no tenía que buscar a ningún salubrista pincha globos. Ya tenían uno en sus filas, el doctor Abel Salinas, que fue ministro de salud de PPK. Se anunció como precandidato, pero luego, el panorama sombrío en su partido y su fugaz participación en el gabinete de Ántero Flores-Aráoz, lo alejaron.
Los otros partidos no tenían, pues, razones viscerales para fichar epidemiólogos críticos o dar un peso central a la gestión de la pandemia en sus planes electorales. Sin embargo, en la recta final del armado de listas con invitados, el Partido Morado (PM), ha fichado a uno, Edward Málaga Trillo, docente de la Universidad Cayetano Heredia (UCH), conocido en los medios promotor de una vacuna peruana.
MIRA: Partido Morado tiene entre sus invitados a Edward Málaga Trillo.
Málaga Trillo no está asociado a la gestión de la pandemia, pues es un investigador y académico; sino a la búsqueda de una solución, de modo que el jale adquiere un cálculo más edificante. Fuera de eso, al margen de que haya un morado en la presidencia y ello lo inhiba de un discurso crítico, el PM no se caracteriza por poner a la pandemia en el centro de sus preocupaciones. Igual que las otras tiendas.
Rebrote y debate
Le pregunté a Jorge Nieto, analista político y actor de la campaña (encabeza la lista por Lima de Victoria Nacional, el partido que lanza a George Forsyth), si creía que la pandemia aumentaría la importancia que hasta hoy tiene en el debate electoral. Me dijo: “Va a ser importante en el debate con Vizcarra”.
Nieto coincide, pues, en que el debate de la pandemia está asociado al afán de tomar distancia con la gestión del pasado, pero también admite: “El miedo está ahí, está en buena parte del razonamiento de la gente. Dependiendo de la vacuna o de un rebrote, va a ser un tema importante en el debate”. O sea, la pandemia será un ‘issue’ inevitable no solo para quien quiera o crea que le conviene debatir con Vizcarra.
Sin embargo, salvo los fichajes y consideraciones planteadas, aún no vemos a ningún candidato posicionándose con un plan o idea original en torno a la gestión de la pandemia. No vemos, por ejemplo, a Verónika Mendoza, la candidata de la izquierda que podría recoger los aportes de sectores del sindicalismo médico que le son afines, discurseando sobre el COVID-19. No oímos a Hernando de Soto, inventivo para atacar temas de reactivación económica e informalidad, lanzar ideas sobre la pandemia.
Lo que sí hemos visto es, lamentablemente, un gesto puramente efectista. El ex alcalde de Pueblo Libre y candidato presidencial de Perú Patria Segura (PPS), Rafael Santos, anunció “la llegada al Perú de las primeras 5 millones de vacunas contra el coronavirus”. ¿Qué, cómo, de dónde? “Mediante la suscripción de un acuerdo con laboratorios rusos”, decía su nota de prensa. Un simple MOU (memorandum of understanding), firmado entre Santos e impávidos representantes de un laboratorio ruso, ante pocos reporteros, selló un gesto que no tiene el más mínimo valor oficial.
Mira: Candidato Rafael Santos se jacta de sus gestiones para traer vacunas rusas.
Rafael López Aliaga, candidato presidencial de Renovación Popular (ex Solidaridad Nacional), promueve la iniciativa del veterinario Manolo Fernández, gerente del laboratorio local Farvet, que produce desde hace años vacunas contra virus animales y dice tener lista una contra el COVID-19 para humanos. Le faltan, según López Aliaga, “$ 15 millones” para desarrollarla. Como promesa de campaña, el candidato conservador añade: “Ivermectina para todos”. Por cierto, como muchos saben, ese medicamento ha sido cuestionado y, en muchos lugares, proscrito para el tratamiento del COVID-19
Mira: Un fact checking a las polémicas afirmaciones de Manolo Fernández.
Una alta autoridad de salud me decía que si algo bueno ha traído la pandemia a su atribulado sector, es que la sanidad está en la agenda del debate público, y ello implica mejor disposición que nunca para hablar sobre el fortalecimiento del primer nivel de atención, las redes integradas, la telemedicina, la nunca bien ponderada salud mental. Y me comentó su temor de que una vez que pase la pandemia, ese interés público se lo llevará el viento, como a las promesas de los candidatos.
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