Catherine Contreras

vino al Perú a comer. Que no le quepa duda a nadie. Buen diente tiene este neoyorquino de 75 años, que ni bien pisó Lima pisó el acelerador para recorrer restaurantes de lo más variados. Algo debió haber escuchado el actor sobre nuestra gastronomía, y seguramente fue por boca de Nobu Matsuhisa, un viejo amigo del Perú, que en 1973 llegó a Lima, y con Toshiro Konishi trabajó en el Matsuei de la Av. Canadá. Fue a mediados de los noventa que el chef japonés –ya instalado en Los Ángeles con su célebre Matsuhisa- aceptó la propuesta del actor para ser socios y construir ese imperio que suma más de 30 restaurantes y hoteles Nobu, desde Nueva York hasta Ibiza.

Acompañado de su hijo Julián, durante su estancia el actor pasó revista a la oferta peruana: la cocina criolla, protéica y generosa; la nikkei que es producto de la fusión; la contemporánea de autor; la del huarique y la cocina regional.

BUENA PROTEÍNA alertó sobre la presencia del actor en Lima. La noche del jueves 10 de enero, Robert de Niro cenó en Central el menú Alturas Mater, que suma 16 pasos. Más presencia de pescados que de mariscos; muchos granos y tubérculos andinos, frutos amazónicos, leguminosas y algas; carnes de pato, res y cabro, formaron parte de esta degustación que fue ligera y saludable: 208 g de proteínas que equivalen a 832 Kcal (el total del menú sumaría 1.318 Kcal, según confirmó la médica Malena Martínez, codirectora de Mater Iniciativa). Un coctel a base de cañazo, además de vinos del Perú, Argentina y Chile, en medida justa, maridaron la comida.


El viernes 11 la curiosidad lo condujo a Isolina. Una hora les tomó a los De Niro limpiar las bandejas (medias porciones pidieron) de costillar de chancho a la chorrillana (500 g), mondonguito a la italiana (200 g más 150 g de papas fritas y su taza de arroz) y mollejitas de pollo guisadas (200 g). Padre e hijo conocieron así la buena mesa de esta moderna taberna criolla limeña, comandada por José del Castillo, quien coronó el almuerzo con dos piezas de guargueros, de chuparse los dedos.

Satisfecho como estaba, De Niro eligió algo más ligero para la cena: Maido. La experiencia nikkei con Mitsuharu Tsumura incluyó snacks y diez pasos, entre ellos el cebiche de poda (con caballa), el pan con chicharrón (panceta de cerdo), el cuy san, niguiris, el asado de tira cocido lentamente, el arroz chiclayano con erizos de Atico (Arequipa) y dos postres con cacao y macambo. El chef César Choy nos brinda un cálculo de la proteína consumida: poco más de 300 g en todo el menú, que estuvo maridado con vinos, cerveza, sake y mistela.


Al día siguiente el actor conoció lo que era un huarique barranquino. Pasó por el Canta Rana unas horas antes de volar hacia Cusco, donde otra aventura culinaria lo esperaba.

VALLE BENDITO
Una hora y 15 minutos duró la primera cena sabatina que la estrella tomó a 3.400 m.s.n.m. En Urubamba, De Niro siguió los consejos de Pío Vásquez de Velasco (El Huacatay), quien sirvió un carpaccio de alpaca en emulsión de sachatomate, ajonjolí y culantro; y una ensalada de papas con trucha en hierbas negras tipo cajún. La comida fue ligera, pero abundó en sabores del valle. La calidez de un chupecito de quinua con vegetales y queso paria debió satisfacer al célebre comensal, que apenas comió los ravioles de camote aromatizados a la naranja y salsa de huacatay que llegaron a continuación. Un mate de muña, para ayudar a la digestión, fue buena compañía.

El domingo 13 Robert y Julián De Niro tenían reserva para almorzar en Mil. A 3.680 m.s.n.m., sobre las alturas de Moray, conocieron las técnicas y los productos de los ecosistemas que rodean a las comunidades de Mullaka’s Misminay y Kacllaraccay. Experimentaron 8 platos maridados con espirituosos, infusiones, extractos y néctares. Probaron la uchucuta, el tartare de cordero, y una diversidad de productos locales como tunta, ocas, papas y mashuas; quinua y kañihua; maíz blanco y chullpi, tumbo, coca y cacao.

La noche recibió al actor con un espectáculo de caballos y marinera en la Hacienda Huayoccari.

CEBICHE EN TREN
James Berckemeyer no sabía que le cocinaría al mismísimo Robert de Niro cuando Inca Rail lo contactó. Acompañado de su jefe de cocina en Cosme, Daniel Sologuren, viajó a Cusco para servirle un menú cebichero con la leche de tigre como hilo conductor (eso sí, el actor evitó las almejas y prefirió la trucha de Puno al salmón).

El lunes 14, tras embarcar en Ollantaytambo, en su trayecto a Machu Picchu a bordo de un vagón privado, el actor probó unas tostas de arroz con trucha acebichada y perlas de trufa; un tiradito de charela apaltado con gel de rocoto y quinua pop; una trucha oriental con sutil sabor de zumo y ralladura de mandarina; y unas texturas de trucha, zucchini, palta y tomate cherry.

Dos kilómetros antes de llegar a la estación de Aguas Calientes, una piedra obstruyó la vía del tren, lo que demoró el trayecto. Tras terminar con un típico choclo con queso feta de cabra y, de postre, los clásicos limones rellenos del chef, la sobremesa llegó y con ella un tiempo para las fotos. Porque además de ser un buen comensal, Robert de Niro ha mostrado que las poses de divo no van con él. La naturalidad –lo vemos- desborda en cada foto.

Robert de Niro en escena de "Goodfellas". (Foto: Difusión)
Robert de Niro en escena de "Goodfellas". (Foto: Difusión)

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