"Dolencias del crecimiento", por Angus Laurie
"Dolencias del crecimiento", por Angus Laurie
Angus Laurie

En 1972, el alcalde de Curitiba, Jaime Lerner, cerró 15 cuadras de la calle Rua XV de Novembro al tráfico vehicular. Transformó una avenida de alto tránsito en un bulevar peatonal, con bancas y árboles. Por este motivo, los vecinos organizaron una protesta en contra del cambio. Entre sus preocupaciones estaba que el valor de sus propiedades se devaluaría, que los negocios quebrarían y que causaría mayor congestión. Después de la implementación, poco a poco se vio que la transformación de esta calle, además de crear nuevo espacio público, resultó en un gran beneficio económico para tiendas y propietarios. Lerner, quien dedicó su gestión a crear más espacios públicos, favorecer al peatón y al transporte público sobre el vehículo privado, fue elegido dos veces más alcalde de esta ciudad.

Algo parecido paso en Bogotá en 1999. El alcalde, Enrique Peñalosa, siguiendo políticas similares a Lerner, empezó a remover cientos de kilómetros lineales de estacionamientos en las calles para ampliar veredas, plantar árboles y crear ciclovías. Como repuesta, según, el diario local “La Semana”: “Los comerciantes le declararon la guerra”. En su primer año como alcalde, Peñalosa alcanzó una desaprobación del 85% y sobrevivió un intento de revocatoria. Después que se apreciaron los beneficios reales de las intervenciones, Peñalosa terminó con el nivel de aprobación más alto en la historia de la ciudad.

Al nivel social, los beneficios de estos tipos de proyectos son más obvios. Un estudio elaborado por la Comisión de Arquitectura y Entorno de Inglaterra concluyó que tener árboles en el espacio público de una calle aumenta el valor de la propiedad privada en un 17%. Se comprobó que la calidad de la calle como espacio público y el ancho de la vereda como seguridad contra el tráfico vehicular son aspectos de diseño que directamente afectan el valor de un inmueble. Al saber esto, no nos sorprende que el Jirón de la Unión sea la calle comercial y de más valor del Perú, con precios por metro cuadrado casi 3 veces más altos que los de la avenida Los Conquistadores, según un informe de Colliers en el 2013.

Estos nuevos métodos, probados en otras ciudades latinoamericanas desde hace más de 40 años, han llegado a Lima. A fines de este mes, la Municipalidad de San Isidro empezará el proyecto Calle Libertadores, siguiendo las estrategias antes mencionadas. Para lograrlo, se reducirá la pista a un carril y se eliminarán los estacionamientos que existen en las bermas laterales ganando espacio para los peatones. Como en los casos anteriores, algunos vecinos y comerciantes están en contra del cambio y pasarán por “dolencias de crecimiento” antes de disfrutar el cambio. El proyecto Calle Libertadores subiría los valores de las propiedades en la zona y la reducción de los estacionamientos cederá el espacio a modos de transporte sostenible, efectivos para reducir la congestión vehicular. Lima tiene uno de los déficits más grandes de espacio público de las Américas. Justamente la idea de poder imaginar las calles como espacio público y no como una arteria de tránsito es una estrategia factible para reducir esta brecha.

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