Luis García Bendezú / @condedemaldoror
Lima es un territorio hostil para la mayoría de sus ciudadanas. La reciente encuesta urbana de El Comercio, elaborada por Ipsos Perú, revela que el acoso sexual es un problema muy frecuente en nuestras calles.
La idea planteada por la ministra de Trabajo, Ana Jara, de repeler a los acosadores con “clavos y agujas”, es popular. El 72% de limeñas considera que se debe agredir a los hombres que las molestan.
Según el estudio, la mayoría de ellas ha sido víctima de roces maliciosos en el transporte público o se ha incomodado con las miradas persistentes y silbidos de los varones. Peor aun, el 28% fueron tocadas indebidamente y una de cada diez ha visto a un desconocido masturbarse enfrente de ella.
“Somos uno de los países con mayores índices de violencia sexual. El hombre piensa que la agresión es física y no toma en cuenta lo mental”, dice a El Comercio María Raguz, psicóloga y doctora en Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
La violencia sexual también se refleja en ciertas percepciones. El 55% de hombres cree que si la mujer recibe un piropo debería sentirse halagada. Y aunque la mayoría de ciudadanos considera que una mujer tiene derecho a vestirse como quiera, un 65% piensa que si ellas usan ropa provocativa se exponen a que se les falte el respeto.
“Los limeños tienen rasgos machistas y conservadores marcados. El acoso incomoda, agrede y, si hablamos de víctimas menores de edad, debe ser penalizado”, añade la psiquiatra María Elena Vivanco.
Ante la posibilidad de segregar por sexo a los pasajeros del Metropolitano para evitar el acoso, un 65% de limeñas dijo estar de acuerdo con la medida. Aunque este servicio exclusivo había sido anunciado por la Municipalidad de Lima, la alcaldesa Susana Villarán aclaró hace dos días que su comuna evalúa implementar buses exclusivos para menores de edad.
Para Mariana Alegre, especialista de Lima Cómo Vamos, la segregación por sexo en los buses no es la solución para el acoso callejero. “El reconocimiento del problema y la sanción social y legal sí pueden reducir estos casos de violencia”, opina.
Todas las especialistas consultadas por este Diario coinciden en que la educación juega un rol fundamental en la reducción del acoso sexual callejero. “Este trabajo debe empezar desde el nido. Hay que enseñar a los peruanos que nadie tiene derecho a invadir ni mencionar con maldad el cuerpo de otro”, dice Vivanco.
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