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1 / 9 El pasado 25 de abril se realizó el primer entierro de una víctima del COVID-19 en el cementerio El Ángel, en El Agustino (Foto: Hugo Curotto).
2 / 9 En el cementerio El Ángel se ha construido tres pabellones para guardar los restos de los fallecidos por COVID-19 (Foto: Hugo Curotto).
3 / 9 Los primeros difuntos por coronavirus en El Ángel han sido enterrados en el pabellón San Amadeus I. Allí hay capacidad para 140 nichos (Foto: Hugo Curotto).
4 / 9 El cementerio El Ángel permanece cerrado. No se permite las visitas. Solo pueden ir quienes acuden a un servicio funerario y como máximo pueden ingresar cinco deudos por difunto (Foto: Hugo Curotto).
5 / 9 Los sepultureros del cementerio El Ángel visten trajes especiales cuando el difunto fue víctima de la pandemia. Además, por protocolo sanitario, deben desinfectar todo a su alrededor (Foto: Hugo Curotto).
6 / 9 Una mujer de 53 años, víctima mortal del COVID-19, fue la primera en ocupar un espacio en el pabellón San Amadeus I del cementerio El Ángel (Foto: Hugo Curotto).
7 / 9 En el cementerio El Ángel hay, a la fecha, trece nichos pertenecientes a fallecidos por COVID-19 (Foto: Hugo Curotto).
8 / 9 Este será el primer Día de la Madre que el cementerio El Ángel mantenga sus puertas cerradas al público (Foto: Hugo Curotto).
9 / 9 El primer entierro de una víctima del COVID-19 en el cementerio El Ángel (Foto: Hugo Curotto).
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Por el toque de queda, este Día de la Madre los cementerios no recibirán visitas. Las medidas sanitarias para prevenir el contagio del COVID-19 no permiten aglomeraciones. Y en una fecha como esta un camposanto podría reunir a decenas de millares.
El año pasado 47 mil personas acudieron al cementerio El Ángel, en El Agustino, a visitar las tumbas de sus madres o abuelas. “Eso fue lo que contamos entre las 7 a.m. y las 6 p.m. Este Día de la Madre no vamos a poder atender esta demanda”, dice Daniel Cáceda Guillén, subgerente de Negocios y Cooperación de la Beneficencia de Lima.
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Esta es la primera vez, en los 61 años que tiene el cementerio El Ángel, que este cierra sus puertas al público. El camposanto permanecerá así todo el mes –y hasta nuevo aviso– para evitar convertirse en un foco de infección. Solo se permite el ingreso de los familiares de los difuntos que vayan a ser enterrados. El protocolo de bioseguridad indica que, como máximo, podrán estar presentes cinco parientes. “Esto es con el fin de garantizar el distanciamiento social obligatorio”, explica Cáceda.
Si el fallecido murió a causa del coronavirus, se activa el ‘código blanco’. Los sepultureros usan un traje especial y desinfectan el cajón y el pabellón donde se guarda el cuerpo.
“Por la emergencia se tuvo que suprimir los responsos. Llega el difunto, se mete el ataúd y los familiares no tienen momento para hacer una reflexión. Pero estamos haciendo cambios porque la Beneficencia ha reparado en que esto es poco humano”, cuenta el funcionario.
Explica que a partir de esta semana se le pedirá a un sacerdote que recite una bendición durante el funeral.
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Nuevos pabellones
En El Ángel se ha construido tres pabellones nuevos para albergar a las víctimas del COVID-19: San Amadeus I, San Afrodisio I y San Ananías I.
San Amadeus I, que tiene capacidad para 140 nichos, ya ha recibido a trece difuntos. Los restos de una mujer de 53 años fueron los primeros en llegar el pasado 25 de abril.
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