Todos los días muere gente que no conocemos. Pero las de ayer nos han dolido a todos.
Un hombre de 78 años es la primera víctima del coronavirus en el Perú. Antes había partido un compatriota que residía en España, sin embargo, esta muerte es distinta porque a pesar de que no sabemos mucho de él, lo sentimos cercano, nuestro. Y, quizás lo peor, su fallecimiento nos da miedo.
Más tarde supimos que uno de 47 y otro de 69 también fallecieron. A este último, denunciaron allegados, el Minsa no le habría dado la atención que demandaba a tiempo.
Hace unos días preguntaba en una columna si había alguien a quien le sobrara un viejito. Ya se nos fueron dos ayer. Y con ellos se nos fue también un hombre más joven, pero que arrastraba problemas bronquiales y obesidad. A ellos los llora no solo su familia, los lloramos todos. ¿Podemos entender de una vez por todas lo importante que es quedarnos en casa?
La inmovilización social, eso que los viejos llamábamos ‘toque de queda’ y los muchachos de hoy ven con indiferencia, es la única forma conocida para detener el virus. Mientras no se fabrique una vacuna -para lo cual pasarán aún muchos meses- solo si nos quedamos en casa podemos tener una oportunidad de vencer al COVID-19.
En los próximos días, las cifras de infectados crecerán y lloraremos más fallecimientos. El objetivo es que al llegar al día 12, la curva empiece a aplanarse. Así ha pasado en otros países, así esperemos que pase aquí.
Es hora de tener calma y responsabilidad. Y dominar el miedo. Con esas armas ganaremos esta batalla.