La Victoria, un distrito de 8,7 kilómetros cuadrados, tiene más terminales terrestres que en todas las capitales de América Latina juntas: un total de 58. Todos ellos fueron autorizados por el Ministerio de Transportes (MTC) en años anteriores. Aquí operan 429 empresas de transporte, según cifras del propio municipio, es decir, hay casi una empresa de transporte por manzana.
Estas cifras dan vértigo si uno piensa en el tráfico vehicular que genera cada bus interprovincial, que en promedio mide 14 metros de largo. Cada uno de estos buses, al momento de salir de su base, genera hasta 10 minutos de congestión por calle, debido a las maniobras que deben hacer en las angostas vías del distrito. La foto que abre este reportaje es un claro ejemplo.
Mientras uno lee este informe, podrían estar saliendo simultáneamente unos 20 buses desde este distrito hacia Barranca, Arequipa, Huánuco, entre otras ciudades del interior. El tráfico que generan en La Victoria se traslada directamente a las avenidas Paseo de la República y Grau, afectando las avenidas 28 de Julio y Abancay.
Otras señales del paso de estos gigantes que salen y entran a toda hora del día son las pistas con el alfalto destrozado de los jirones Hipólito Unanue, Luna Pizarro, Parinacochas y las avenidas México y Paseo de La República.
Pero, ¿cómo operan las empresas de transporte en otros países? En ciudades como Buenos Aires, por ejemplo, hay solo dos terminales ubicados en las afueras de la ciudad: Retiro y Dellepiane. En Bogotá y Santiago de Chile, sucede lo mismo: hay dos grandes centros de embarque de pasajeros y carga ubicados en zonas que no generan impacto vehicular. De hecho, en todas las capitales de América del Sur los terminales de buses suman un total de 48.
Pero en el Perú, habilitar terminales es más fácil que abrir una cuenta bancaria: los requisitos del MTC son presentar una declaración jurada y hacer un pago de 220 soles, desde que, en el 2015, esta institución redujo las trabas burocráticas para hacerlo.
La consecuencia: un distrito convertido en un caótico terminal terrestre que concentra el 60% de estaciones de buses de Lima autorizados por el gobierno (un total de 101, según el MTC).
Para Gustavo Guerra García, ex viceministro de transportes y especialista en materia vial, en Lima deberían haber tres grandes terminales terrestres formales, uno en cada acceso de la capital: norte, sur y este.
“Para que eso sea posible, se tienen que poner de acuerdo la Municipalidad de Lima (MML) y el MTC. La MML tiene que definir las zonas de exclusión en el nuevo Plan Urbano y el MTC tiene que modificar el esquema de requisitos, que hoy es demasiado laxo. El proceso tomaría varios años, quizás 10, debido a que si se revocan las actuales autorizaciones se tendría que pagar compensaciones”, dice.
Para Guerra, la idea sería que a esos tres terminales vayan primero todos los que operan en terminales informales (muchas veces en plena vía pública), y luego el resto, en un proceso gradual y ordenado.
Los controles de la Sutrán también deberán ajustarse para que ningún bus pueda embarcar pasajeros o arribar a un terminal no autorizado.
“Los países ordenados tienden a tener terminales en sus accesos a la red nacional de carreteras. En algunos casos hay facilidades para que la gente viaje con tarifas rebajadas entre los terminales para facilitar los desplazamientos a los que vienen del sur de un país y van al este o al oeste, por ejemplo”, añade Guerra.
Primeros pasos
Para entender por qué en un pequeño distrito ubicado en la mitad del mapa de Lima hay tantos terminales, El Comercio conversó con Alexander del Río, gerente de Desarrollo Económico de la Municipalidad de La Victoria. Este funcionario aclaró que en el distrito no existe una zonificación comercial compatible con el negocio de los terminales de buses.
“En La Victoria no hay zonificación compatible con los terminales de buses. La ordenanza 1015, del año 2007, prohíbe la operación de terminales terrestres. Solo pueden funcionar oficinas administrativas. Sin embargo, las gestiones anteriores, presuntamente coludidas en actos irregulares, permitieron que proliferen estas empresas, otorgando permisos a empresas que operan con un giro distinto de negocio, pero que terminan siendo terminales”, sostiene.
“El peso de estos vehículos ha hecho que las calles tengan un estado deplorable. Esto ocurrre porque la carpeta asfáltica de las calles de La Victoria no soporten ese tipo de transito”, añade.
Según Del Río, la gestión de George Forsyth se ha abocado a aliviar el tráfico vehicular en La Victoria. “Desde que inició la gestión, no hemos otorgado ningún permiso a empresas de transporte porque el marco normativo no lo permite. De hecho, hemos cerrado más de 100 empresas en estos primeros cuatro meses del año”.
El Ministerio de Transportes, en tanto, anunció la firma de un convenio entre esta entidad y la Municipalidad de La Victoria para reforzar las capacidades de los inspectores de transporte terrestre. El alcalde Forsyth y la ministra del sector María Jara se reunieron recientemente para comenzar un trabajo articulado.