César Vallejo, poeta peruano. (Foto: Archivo)
César Vallejo, poeta peruano. (Foto: Archivo)
Thalía Cadenas

Dios no estuvo enfermo el día en el que nació . Aquel 16 de marzo de 1892, Santiago de Chuco (La Libertad) vio venir al mundo al poeta más importante de la historia de la literatura peruana. Aunque en reiteradas oportunidades se le ha encasillado en el papel del escritor sufriente, él era una persona alegre, con el sentido del humor característico de las personas del norte peruano.

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“Vallejo amaba la vida, se divertía. Hay el estereotipo del Vallejo triste, sufriente, pesimista, pero él tenía humor y era festivo. No hay que convertirlo en el estereotipo de la tristeza. El mensaje principal de su obra es una apuesta por el amor y la vida y la solidaridad humana. Es un canto sobre que la muerte va a ser derrotada. Invita a superar el dolor, es una utopía de la solidaridad humana“, dice a El Comercio el poeta y crítico literario Ricardo González Vigil.

El especialista señala que el poeta liberteño introduce humor en su obra y que admiraba a Charles Chaplin. “Él ha escrito obras cómicas como ‘Colacho hermanos’. Además, fue capaz de expresar el humor y la sátira en su obra narrativa y en las páginas periodísticas que escribió”, añade.

César Vallejo, considerado por Jorge Basadre como uno de los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en el Perú, se matriculó en 1910 en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo, pero dejó su carrera debido a problemas económicos. En 1911 viajó a Lima para matricularse en la Facultad de Medicina San Fernando, de San Marcos; sin embargo, los problemas económicos y la insatisfacción por su nueva carrera lo forzaron a abandonar nuevamente los estudios.

En 1912 regresó a Trujillo para retomar sus estudios de letras. La carrera se la costeaba trabajando como profesor en el Centro Escolar de Varones Nº 241. El 22 de setiembre de 1915 se graduó con su tesis “El romanticismo en la poesía castellana”. Era amigo de los grandes intelectuales Antenor Orrego, Alcides Spelucín, José Eulogio Garrido, Juan Espejo Asturrizaga, Macedonio de la Torre y Víctor Raúl Haya de la Torre, conocidos más tarde como Grupo Norte.

González Vigil coincide en que Vallejo es la figura literaria más importante del Perú, porque es la que mejor encarna la asimilación profunda de nuestra herencia prehispánica, que viene de la cultura andina. “Es un ejemplo de arraigo de lo nuestro y de no solo estar encerrado (...) Toma algo que viene de otras culturas, él hace lo que otros llaman transculturación, lo hace con sus propias características, eso es claro en su poesía”.

Por eso, señala, no es cómodo para los estudiosos ubicar sus poemarios en una corriente.

“Su primer poemario, ‘Los Heraldos Negros’ (1918), tiene todavía influencia romántica y, sobre todo, se puede vincular con el Modernismo y la etapa final del Modernismo, pero de una manera muy libre. Lo mismo pasa con ‘Trilce’ (1922), en el que logra de modo genial apoderarse del clima de la época, que es el arte de vanguardia, el clima de ruptura, estética cultural y general, lo hace de modo personal, muy único y con sus raíces andinas”, subraya González Vigil.

Izq.: portada de la primera edición de "Trilce", poemario que César Vallejo escribió en parte durante su prisión. Der.: fotografía del poeta junto a su hermano Néstor.
Izq.: portada de la primera edición de "Trilce", poemario que César Vallejo escribió en parte durante su prisión. Der.: fotografía del poeta junto a su hermano Néstor.

Vallejo viajó a Europa en 1923 para no regresar nunca más. Allá trabajó como periodista y traductor. Vivió en París durante muchos años, aunque todo el año 30 residió en España. En todo este periodo por Europa escribió una obra que dejó sin sistematizarla en un solo libro, que suelen publicar con la denominación de “Poemas Humanos”, aunque no es un libro orgánico, por eso hay especialistas que prefieren no llamarlo de ese modo y tan solo decir que son poemas de esa época, agrega Gonzáles Vigil.

“El último poemario al que sí le dio forma fue ‘España, aparta de mí este cáliz’, que – nuevamente- no es fácil de ubicar. Se pueden ver conexiones con el marxismo que él asimiló en el periodo europeo, pero de modo dogmático. Sin embargo, Vallejo no se deja encasillar en una de las corrientes literarias de este tiempo. Vallejo mantiene su sensibilidad netamente andina. Vallejo es muy peruano y a la vez muy universal”.

“Vallejo es un ejemplo de cómo el desarrollo de la cultura de nuestro país alcanza un momento verdaderamente superior. La época en la que comienza a publicar sus obras coincide con la generación del centenario, la generación de José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, Antenor Orrego, Raúl Porras Barrenechea, Jorge Basadre, un momento cumbre del Perú, que mostraba en general lo que en Vallejo se da, pero con resultados más geniales. Todos a su manera muestran un potencial creador, que sigue siendo una luz, un ejemplo para los autores peruanos. Ellos siguen manteniendo una vigencia muy grande como lección y guía. Cien años después, habría que volver a pensar por qué esa extraordinaria generación alcanzó esos niveles, y hasta dónde no estamos en estos tiempos en una síntesis parecida”, reflexiona el escritor.

Manuscrito del libro “Rusia ante el Segundo Plan Quinquenal”  por el poeta César Vallejo. (Foto: Rolly Reyna / El Comercio)
Manuscrito del libro “Rusia ante el Segundo Plan Quinquenal” por el poeta César Vallejo. (Foto: Rolly Reyna / El Comercio)

Directo a la fuente

González Vigil destaca la versatilidad de César Vallejo. Menciona que, aunque su genialidad principal se da en el campo de la poesía, mantuvo una experiencia muy amplia y cultivó todos los géneros literarios. Como periodista, por ejemplo, habló sobre temas sociales, económicos, políticos, filosóficos, religiosos, artes plásticas, cine, teatro, deportes, moda. “Los grandes escritores son como personas que absorben en profundidad el horizonte de la humanidad en sus tiempos. [Vallejo] tuvo una práctica textual que le permite ser dramaturgo, novelista, ensayista”.

“Vallejo no era esa clase de escritor que se encerraba y que no estaba en contacto con el movimiento colectivo de su tiempo. Vallejo no cree en ese escritor de ‘Torre de Marfil’. A él le encantaría que la literatura fuera más bien una conexión de los lectores con la vida misma”.

“Vallejo siempre tuvo una conexión profunda con la Biblia, no tanto con los dogmas o los ritos externos de la Iglesia, sino con el lenguaje de los evangelios y de los profetas. Vallejo le habla a Dios como un ser vivo y no como una idea”.

“Cuando él se interesa, se siente muy cercano al marxismo, él lee directamente los textos de Marx, Engels y Lenin. Él se burla de los marxistas dogmáticos y les hace recordar de que Marx pensaba libremente y que no se sentía atado a lo que ya había dicho, no era en ese sentido un marxista. Vallejo invita a ir a lo esencial en el caso de las ideologías. Vallejo invita a evitar dogmas, es un espíritu libre: en la literatura que no se somete a una escuela”.

Otro hecho que resalta González Vigil es que cuando César Vallejo se fue a París ya era un autor que ya había alcanzado una gran madurez creadora. “Eso no quiere decir que no haya sido positivo su viaje a Europa, allá se enriquece mucho como mirador internacional”.

Niños de Santiago de Chuco junto a escultura de César Vallejo, destacado poeta peruano fallecido en un cruel abril. Foto: El Comercio.
Niños de Santiago de Chuco junto a escultura de César Vallejo, destacado poeta peruano fallecido en un cruel abril. Foto: El Comercio.

El expediente Vallejo

“Hace poco más de cien años, César Vallejo fue encarcelado injustamente. Esta es una faceta casi desconocida por los estudiosos y peruanos. En febrero de este año se cumplieron cien años desde que fue liberado y esa libertad tiene fundamentos”, narra a este Diario Gladys Flores, presidenta del Centro de Estudios Vallejianos y responsable del fondo editorial del Poder Judicial, que en el marco del Bicentenario está publicando un mini , que se dividirá en tres tomos.

“El expediente Vallejo se inicia en 1920 y concluye en febrero de 1921. Lo que se encontró son dos tomos, de aproximadamente 900 folios”, cuenta Flores.

“En 1920, cuando Vallejo era estudiante de la Universidad Nacional de Trujillo, tenía la costumbre de regresar cada que podía, sobre todo en los veranos, a su tierra Santiago de Chuco, ubicada a 12 horas a caballo de Trujillo. En agosto de ese año, él había regresado para una fiesta patronal, y lo acusaron de haber participado en un motín en el que fallecieron soldados de la Gendarmería de Santiago de Chuco. Vallejo es inocente, así lo demuestra el libro que vamos a publicar. Si bien participó, él nunca cogió un arma ni disparó, asistió para pedir calma a los miembros de la Gendarmería que se habían rebelado contra su jefe. Apoyó al alcalde para mandar telegramas pidiendo ayuda de la Policía Nacional”. Vallejo tenía 26 años.

“La denuncia [contra Vallejo] fue hecha por Carlos Santamaría y llegó al Tribunal Correccional de La Libertad. Vallejo se esconde un tiempo en la casa de campo de Antenor Orrego y cuando vuelve a la ciudad es apresado y permanece 112 días en prisión (desde el 6 de noviembre de 1920 hasta el 26 de febrero de 1921). Lo que no se conoce de todo este proceso es que mientras Vallejo estuvo en la cárcel, él redactó escritos judiciales para abogar por su libertad. Tenía un abogado. Pocos saben que él llevó estudios de Derecho, durante tres años, siendo un estudiante sobresaliente”.

En estos escritos, señala Flores, Vallejo expone que es inocente y que se le acusa injustamente debido a sus enemigos políticos. Él sale libre debido a la presión de los estudiantes de diversas universidades de Lima, Arequipa y Trujillo y de la prensa nacional. En esa época Vallejo ya era conocido como un poeta de respeto, debido a la publicación de “Los Heraldos Negros”. “Debido a estos reclamos, el ministro de Justicia de ese entonces, Óscar Barrós, mandó un telegrama solicitando información del caso Vallejo. Ante esta presión, César Vallejo es liberado. En el juicio se declara la inocencia”.

Flores indica que con esta publicación la Corte Suprema de Justicia busca reivindicar al poeta. En el año 2007, cuando Francisco Távara Córdoba era presidente del Poder Judicial, se hizo un mediante una resolución. “César ejerció este cargo en 1917 en uno de los distritos de la ciudad de Trujillo”, agrega Flores.

Obras que lo inmortalizan

Entre sus poemarios destacan “Los heraldos negros”, “Trilce”, y una serie de poemas póstumos que fueron agrupados en dos poemarios: “Poemas humanos” y “España, aparta de mí este cáliz”, publicados en 1939 gracias a su viuda, Georgette Vallejo.

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