Ambos corazones laten en el centro de sus ciudades. Por un lado, la Casa de la Emancipación en Trujillo, también llamada Rosell Urquiaga o Casa de las Ventanas, era un destino obligado para cualquier viandante del Jirón Francisco Pizarro. A solo una cuadra de la Plaza de Armas, la casona acogía también a la oficina principal del banco BBVA, y hasta antes de la Pandemia, estaba abierta al público tanto como galería como auditorio para actividades realizadas en asociación con la municipalidad y otras instituciones culturales de la ciudad. A 1650 kilómetros al sur, en la ciudad imperial del Cusco, opera desde el año 2003 en la Casa Cabrera, casona colonial ubicada en la Plazoleta de las Nazarenas, el imprescindible Museo de Arte Precolombino del Cusco. Mientras la Casa de la Emancipación recibió en 2019 un promedio de 100 mil visitantes, el MNAP convocó a 35 mil visitantes, la mayoría de ellos turistas extranjeros.
Ambas instituciones son impulsadas por la Fundación BBVA, y ambas también se vieron obligadas a cerrar sus puertas como parte de las medidas dictadas para enfrentar la emergencia sanitaria. Nueve meses después, reabren cumpliendo rigurosamente los protocolos de seguridad diseñados por el Ministerio de Cultura, dispuestas a recuperar el tiempo (y el público) perdido.
La difícil recuperación
Nelson Alvarado, gerente de la Fundación BBVA, comparte con nosotros el control de daños. En el caso de la Casa de la Emancipación, de acceso libre, más que hablar de pérdidas económicas es preciso analizar el menoscabo en términos sociales y culturales para la ciudad de Trujillo, el hecho de paralizar las actividades programadas para este año, además de cerrar el espacio para las distintas asociaciones y artistas norteños acostumbrados a solicitarlo. “Eso nos produjo la sensación de que no estábamos haciendo lo suficiente para apoyar a estas personas”, confiesa el funcionario. Cuando se tuvo que tomar decisiones, lo que hizo la Fundación BBVA fue aprovechar el tiempo realizando las refacciones previstas al monumento histórico, preparándolo para su reapertura. Ya nuevamente al servicio del público, la casona vuelve a compartir su extraordinaria colección bibliográfica y de documentos del poeta Cesar Vallejo y a planificar las actividades celebratorias del Bicentenario de Trujillo.
Como se recuerda, la Casa de la Emancipación recibe su nombre porque fue allí donde se proclamó la Independencia del Perú el 29 de diciembre de 1820, siete meses antes de que el General don José de San Martín lo hiciera en Lima. “En esa casona se reunieron los notables de Trujillo convocados por el Marqués de Torre Tagle, entonces intendente de Trujillo, para decidir el apoyo a la causa emancipadora. Como consecuencia, se proclamó allí la Independencia”, explica Alvarado.
Asimismo, esta casona colonial acogió el Primer Congreso Constituyente, realizado en 1823 cuando el ejército realista había ocupado Lima. Se le declaro monumento histórico en 1971 y desde que el BBVA adquirió sus ambientes, el espacio está dedicados a proteger y difundir el legado cultural norteño. Sus más de cien mil vistantes anuales pueden apreciar, en su sala principal, el original de la Real Cédula firmada por el Emperador Carlos V en Valladolid, el 7 de diciembre de 1537, que otorga a la ciudad de Trujillo su Escudo de Armas. La Casa de la Emancipación dedica también una amplia galería para la difusión del arte moderno, mediante el montaje de exposiciones temporales. Además de la colección vallejiana, muestra el conjunto de acuarelas de flora y fauna del obispo Baltazar Jaime Martínez de Compañón, quien en el siglo XVIII registró con sus acuarelas mucho las riquezas naturales y costumbres del norte peruano, donde realizó su visita pastoral.
Pos supuesto, Alvarado comenta que este año la casona está muy lejos de sus 100 mil visitantes anuales. Calcula que este año no alcanzarán el millar. Manteniendo su acceso libre, los visitantes, sin embargo, deberán cumplir con las medidas de seguridad sanitaria, entre ellas la reducción del aforo, el distanciamiento social, y el ingreso con inscripción previa. Estas medidas reducen el turismo golondrino de miles de personas que recorren a diario el jirón Pizarro y que deberán contener la tentasión de ingresar para disfrutar de su atractivo. Ya habrá tiempo para ello.
La situación del museo de arte prehispánico
El caso del MAP Cusco plantea una situación distinta. Si bien la Casa Cabrera está al cuidado de la Fundación BBVA desde 1981, el museo es posible por la alianza formada con el Museo Larco, una asociación que permitió su fundación en el año 2003. El museo recibía aproximadamente 35 mil visitantes al año, la mayoría de ellos turistas extranjeros. Con la pandemia, los ingresos por la entrada se vieron interrumpidos, así como la posibilidad de alquilar algunos espacios para galerías interiores, además de suspender la actividad del MAP café.
“Estos ingresos permitían que la casona fuera auto sostenible, sin recibir ningún subsidio o ayuda de la fundación más allá de la preservación del recinto”, señala su gerente. A pesar de las difíciles circunstancias, ambas instituciones renovaron su alianza. Tras la reapertura, el MAP recibe turistas locales, dedicpandose especialmente a grupos escolares, universitarios, y estudiantes de carreras técnicas vinculadas al turismo. “Teníamos una actividad muy importante en la ciudad, y estamos tratando de reimpulsarla con más fuerza. Queremos que el museo sirva a la comunidad local, que más cusqueños lo conozcan”, señala Nelson Alvarado.
En un año sin los recursos dejados por la actividad turística, la Fundación BBVA debió recurrir a sus recursos propios para mantener la casona y el cuidado especial de las 388 piezas precolombinas e incas de la colección del museo Larco que cobija el MAP Cusco. Asimismo, se cuidó que ningún puesto de trabajo de perdiera. “Es una planilla de 10 personas que trabajan para la institución. No se aplicó ninguna medida que pudiera comprometer el trabajo de estas personas, que han permanecido trabajando vinculados a labores de preservación y mantenimiento del espacio.
Los proyectos inmediatos
Si bien es cierto que el Covid-19 ha retrasado buena parte de los proyectos que se tenían proyectados para el bicentenario, luego de la reapertura la Fundación BBVA está empeñada en realizar especial. “En la Casa de la Emancipación de Trujillo tenemos ya el Bicentenario a pocas semanas, y estamos definiendo una actividad con la municipalidad de Trujillo. La idea es que estos dos lugares recuperen el dinamismo previo a la pandemia y recuperen su pertenencia con la ciudad. Queremos que la gente vuelva con el mismo entusiasmo”, señala Alvarado.
Un vistazo al futuro
Si bien existe aún mucha incertidumbre con lo que pueda suceder en el futuro cercano, la Fundación BBVA prevé una recuperación gradual en el escenario cultural, calculando una recuperación entre el 70 y 80% para fines del 2021, teniendo en cuenta el duro golpe que la pandemia encajó al sector turismo. “Desde la esfera cultural, pensamos que tendremos que convivir durante algunos meses del próximo año con actividades híbridas, tanto presenciales como digitales”, explica el funcionario. “En el 2022 esperamos poder recuperar estos espacios con todas las previsiones del caso, por supuesto”, añade.
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Ingreso con cita previa
Tanto en el MAP Cusco como en la Casa de la Emancipación de Trujillo los protocolos de seguridad acatan las regulaciones del Ministerio de Salud y del Ministerio de Cultura.
En ambos casos, puede realizarse una reserva al correo fundación.pe@bbva.com, con una anticipación mínima de 24 horas, detallando la fecha y hora programada para la visita, así como la cantidad de personas, que pueden ser desde una sola persona hasta un grupo de 5 como máximo. En caso no se realice la reserva, el ingreso queda supeditado al aforo del local. Por disposiciones gubernamentales queda restringido el ingreso para menores de 14 años.
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Protocolos para la salud
- Como en todos los locales públicos, la temperatura corporal máxima permitida es de 37.5°C.
- El uso de mascarilla es obligatorio durante todo el recorrido del museo.
- La distancia entre los visitantes es de dos metros como mínimo.
- Los puntos de alcohol en gel para desinfección se encuentran claramente señalados.
- En los servicios higiénicos el público dispone de: jabón líquido y papel secante para el aseo.
- Tanto salas, vitrinas, perillas y barandas de las sedes son permanente desinfectadas por el personal a cargo del museo.
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