RODRIGO BEDOYA FORNO
“La cara del diablo”, segundo largometraje de Frank Pérez Garland, no comienza mal. Un viaje turbulento por un río y una historia de terror contada en un piscinazo nocturno nos van creando, sigilosamente, la sensación de que algo terrible está a punto de ocurrirle a los jóvenes protagonistas del filme. Son siete chicos y chicas, amigos todos, que deciden ir a un ‘resort’ metido en lo más profundo de la selva. La película, en esos momentos, toca las teclas correcta del cine de terror: no se apura, y decide generar cierto malestar a partir de lo más cotidiano, de lo aparentemente más tranquilo e irrelevante.
Pero, en algún momento, las muertes tienen que comenzar. Porque el Tunche está rondando. Sí, el ser mitológico de la Amazonía que tiene la capacidad de tomar cualquier forma y que, aparentemente, es el responsable de que cada uno de los chicos comience a ser asesinado de distintas maneras.
Y es ahí donde comienzan los problemas del filme. Porque “La cara del diablo” comienza a crear una mecánica que se va repitiendo una y otra vez: el silbido característico del espíritu maligno, puertas que se cierran, voces que se escuchan, caminatas y silencios buscando un ente que nunca hace su aparición, pero que termina siendo mortal. Si la primera muerte (la de Carla Arriola) puede resultar curiosa en su planteamiento, la repetición de la misma mecánica en las siguientes hace que la propia cinta se meta en una camisa de fuerza de la que se le hace muy difícil salir. Cada situación se siente algo estirada, lo que hace que el ritmo decaiga.
Tampoco ayudan los flashbacks que nos muestran al personaje de Vania Accinelli, la protagonista, en su niñez viendo la aparente posesión de su madre (Vanessa Saba). De nuevo, el truco puede funcionar a la primera, pero la repetición de la misma situación a lo largo de la cinta resulta reiterativa, dejando de lado justamente el poder de sugerencia que el filme, en sus primeros momentos, consigue.
La película, además, deja algunos elementos propios del género interesantes que podrían haber sido explotados un tanto mejor: la sexualidad juvenil, manejada de manera franca en los ‘slashers’ de los años ochenta, (y recuperada por “Scream”) está insinuada, pero nunca llega a ser desarrollada del todo, como si el pudor hubiera ganado la partida. Y lo mismo sobre el lado ‘gore’: una muerte a machetazos hacia el final de la cinta indica hacia donde hubiera ido si se la hubiera jugado por ser más visceral: quizá el filme se hubiera sentido más libre jugando a eso.
“La cara del diablo” es un intento por hacer un cine comercial en el Perú, y de un género que tiene una enorme aceptación popular como es el terror. El tema está en que a la cinta se la siente demasiado apegada a una fórmula de la cual no se puede despegar, y que termina repitiéndose una y otra vez.
Nada que decir, eso sí, del esfuerzo de los actores: Vania Accinelli debuta en el cine de manera sólida, haciendo que el giro de su personaje, demasiado forzado incluso para la lógica misma de la película, resulte por lo menos creíble en la pantalla. Lo mismo se puede decir del resto del elenco, buena parte de ellos debutantes en el cine.
FICHA
“La cara del diablo”
Dirección: Frank Pérez Garland
País: Perú Año: 2014
Sinopsis: Siete amigos deciden ir a un hotel en la selva de vacaciones. Ahí, extraños eventos les hacen sentir que no están solos, y que sus vidas corren un serio peligro en el lugar.
Y tú, ¿ya viste la película? Cuéntanos qué te pareció.