Gael García Bernal. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio)
Gael García Bernal. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio)
Enrique Planas

Los chistes de payasos escuchados en un microbús no dan risa. Tras su rutina de humor, encontramos solo exclusión y falta de oportunidades. Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco (Gabriel Carbajal), son dos muchachos de caras pintadas y vidas pálidas en "Chicuarotes", filme que trae a su director, , al . Luego que ningún pasajero les regala una moneda, el coraje y una pistola robada les impulsarán a asaltar a todos. Ese es el verdadero show de la violencia cotidiana a las afueras de la ciudad de México. El celebrado actor mexicano cuenta su violenta fábula desde la perspectiva de la picaresca, y ese intento lo que ha ofendido a parte de la crítica.


¿Puede abordarse temas tan duros desde el humor? Para García Bernal, esa pregunta esconde el moralismo con que hoy muchos juzgan una película. "Parece haber temas de los que ya no se puede hablar porque, supuestamente, resultan trillados, independientemente de que existan o no. Es una extraña autocensura estilística", advierte.

— ¿Los creadores se han acostumbrado a mirar hacia otro lado?
Existe un prejuicio inmediato en torno a temas como este. ¿Que se debería hacer entonces? No hablar de ciertas cosas, censurarnos, redactar un manifiesto donde se diga qué no se debe decir. Una moral estilística y bienpensante ha permeado y desde ella se juzgan muchísimas cosas, de una forma no solo arbitraria, sino condicionante. Lo que me da gusto es que ha habido una respuesta a eso en el cine. Lo que ha pasado ahora en México con "Chicuarotes" es notable: hubo una gran afluencia de público, y la actitud de la gente de apreciar las diferentes lecturas dentro del filme. Me siento completamente orgulloso de la película y del trabajo que hicimos todos dentro de ella.

— ¿Una película como "Chicuarotes" busca responder cuáles son las razones de la violencia. Tu propones dos causas: la falta de amor y la ausencia de oportunidades. ¿Esas son tus dos hipótesis de trabajo?
Efectivamente. En "Chicuarotes" nos preguntábamos de dónde viene la violencia, como es que llegamos al punto en que, por ejemplo, un niño puede secuestrar a otro. Y sí, la falta de amor, era una respuesta, como han señalado muchos periodistas e investigadores que han abordado la violencia en México. Los sicarios de hoy surgen de un mundo desprovisto de amor. En México pasa algo muy particular: la gente es muy buena onda, y parece que está todo bien, a pesar de los lacerantes problemas económicos, la inclusión social o la desigualdad. Entonces te preguntas dónde están las personas que causan muertes tan terribles, porque parece que no están. Pero, obviamente, existen. Son personas que sufren de una especie de psicopatía funcional. Imagino al Cagalera, el protagonista de la película, como un personaje que nació con un lomo de tres pulgadas de grosor. Es una persona a la que le han pegado durante toda su vida con el cable de la plancha, y obviamente eso lo hará una persona insensible. Debes insensibilizarte para sobrevivir. Y allí tienes una respuesta a la violencia. La otra es la desesperanza...

Gael García Bernal. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio)
Gael García Bernal. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio)

— La obsesión con salir del pueblo, de buscar fuera una oportunidad...
Antes de buscar una oportunidad, hablaría de una desesperanza que te hace agarrarte de cualquier cuento, desde migrar a Estados Unidos hasta cualquier trabajo que aparezca. No hay nada más duro que atestiguar la desesperanza juvenil.

— ¿Sé que la historia la tuviste trabajando diez años. Hoy, tu hijo mayor tiene la edad del protagonista.  ¿Filmaste queriendo que nunca le pase a tu hijo lo que sucede a los adolescentes en la película?
Seguramente sí, podría ser una de esas coincidencias que no lo son tanto. Pero no fue algo de forma consciente. En los tres primeros años de mi hijo me desconecté de ese proyecto, de ese mundo tan oscuro. Quería ser papá y vivir atónito ese mundo, que no te permite dirigir algo tan complicado como una película. Pero "Chicuarotes" tiene mi piel, mi propia desesperanza juvenil. Desde pequeños, nos venden el rollo de que aquí no hay lugar para ti. Y que hay que salir. ¿Y cómo salir? Pues con el boleto del dinero. ¿Y como conseguir dinero? Pues de alguna manera fácil. ¡Y así sucede en todos los sustratos sociales! Naces en un lugar que, de alguna manera, te obliga a largarte. Yo me fui. Pero, a diferencia de los personajes de la película, tuve más cariño familiar, y ello generó una especie de educación sentimental, social, empática. Yo tuve un panorama muchísimo más abierto que estos chicos. Mi madre me decía "tú puedes ser lo que quieras". A esos personajes jamás les dijeron eso. Estos temas pueden parecer trillados, pero existen todavía. Están allí, muy presentes y radicalizándose.

— Se nota que "Chicuarotes" es dirigida por un actor. No solo por la química del joven reparto, sino porque la cámara está al servicio de los actores, permitiéndoles lucirse en cada plano secuencia...
Es maravilloso trabajar, maniobrar, macerar la película, porque hay una conexión inmediata con los actores. Es como cuando de niño te decían: "trata a los demás como te gustaría que te traten a ti". ¡Yo dirijo como quiero que me dirijan! Me gusta mucho la aventura, armar juegos, descubrir cosas, experimentar.

— ¿Ensayas con tus actores previamente?
No tanto. No hacía falta en esta película, más bien se trataba de construir los personajes, conocerlos y familiarizarnos. ¡Pero los actores venían ya con la tarea hecha! Como actor, me gusta ensayar con un director o una directora que sabe hacia dónde estás manejando el rollo. Cuando no es el caso, realmente prefiero no ensayar, porque entonces se muere algo, eso que tiene que suceder. El cine retrata algo que va a dejar de ser.

— ¿Tu aprendizaje como director se ha nutrido de los cineastas con los que has trabajado? ¿De quiénes aprendiste más?
Naturalmente, uno aprende muchísimo de todas esas experiencias. Por un lado, es maravilloso como actor trabajar dirigiendo una película, pero en términos mediáticos e industriales te la ponen difícil. Hay una cierta reticencia, eres un blanco fácil de la crítica. ¡Como si uno viniera sin contenido! Quizás porque estamos tan expuestos al cachetazo, es mas fácil pegarnos. Pero te diré que he aprendido muchísimo (y también desaprendido) de los directores. Definitivamente, son mis maestros. Siempre viene a mí, Cuarón, Walter Salles, Michel Gondry, Pablo Larraín. En momentos críticos, me pongo a pensar qué haría Alfonso (Cuarón). Lo recuerdo a él y a Rodrigo Prieto, a Emmanuel "El Chivo" Lubezki, gente con la que he trabajado y me alimentaba, de forma inadvertida en algunos casos y, en otros, muy puntual.

— Tu primera película, "Déficit" (2007) coincide con "Chicuarotes" en su preocupación: denunciar el clasismo en México. Filmes como "Roma" de Alfonso Cuarón, o "Las niñas bien" de Alejandra Márquez o "La camarista" de Lila Avilés, que se verán en el festival, demuestran que es un tema muy presente en el cine mexicano actual...
Son temas pendientes, que de alguna manera tenían que ser tratados, incluso de forma revisionista. Hay que ver ese pasado que está a la mano. Hay muchas deudas con respecto a aquella época en la que no se podía hablar abiertamente. "Roma" es increíble en el sentido de lo potente que es al hablar de la guerra sucia en México y los movimientos estudiantiles. En ese momento se vivía un terrorismo de Estado y a quien se le hubiera ocurrido hacer una película sobre eso lo habrían desaparecido. Lo interesante de estas películas es como le dan una vuelta al tema, abriendo una nueva discusión. "Roma" es muy fiel al año 1971, pero tiene una linea directa con lo que esta pasando ahora, cuando ha surgido en México por primera vez un sindicato de trabajadoras del hogar.

Gael García Bernal. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio)
Gael García Bernal. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio)

— Otro tema que aborda tu película es el de la llamada autodefensa, cuando un pueblo, dispuesto siempre al linchamiento, toma la justicia por su propia mano. ¿La ausencia del Estado es también causa de violencia?
Es como si nuestra vida fuera parte de un Western, donde el sheriff es el peor de todos. Es la consecuencia del desmoronamiento social, la destrucción de todas las cosas. Si el Estado es una abstracción, aquí atestiguamos la destrucción de todo lo que nos une. Es como volver a empezar de cero, bajo el yugo del más fuerte. Y generalmente, el más fuerte es el hombre con mas poder económico, político o con vínculos con el narcotráfico. Los movimientos de autodefensa en México nos ha permitido ver en lo que nos hemos convertido. Lo peor que podemos ser. Se entiende la frustración de la gente por el profundo desprestigio que ha alcanzado el Estado, pero justificar la justicia por mano propia significa la destrucción de todo. Y es algo que en la película esta muy presente. Por cierto, el linchamiento no se manifiesta hoy solo de forma física, sino también en redes sociales y demás. Donde puedes ver la destrucción de una persona por un colectivo manipulado.

— El Festival de Cine de Lima PUCP tiene una publicidad muy divertida: un actor acude a un cásting convocado por un director estadounidense, y cuando llega su turno para la entrevista, el viejo cineasta solo le pide bailar salsa. ¿Tú, que has trabajado siempre a tu ritmo, como evitas bailar al ritmo que otros te pongan?
¡Ahhh! ¡Ese un arte muy fino! (ríe) Es un tema interesante. Podríamos llevar la tesis de "Chicuarotes", donde los personajes se ven obligados a salir de su pueblo porque no vale nada, al cine, donde sucede lo mismo, de alguna manera. ¡Haces una película para irte a Hollywood, como si fuera un salto natural, además! Es una especie de panacea. Se ha convertido en el objetivo: solo si está nominada al Óscar, una película vale la pena o significa algo para su país. Sin embargo, las películas, por sí mismas, no obedecen a esta fórmula. Yo, desde el principio, he tenido la suerte (pero también la convicción desde chavito), de hacer solo lo que me gusta: investigar, buscar, experimentar. Es verdad que, como parte de la experimentación, he hecho cosas que tienen mucho que ver con Estados Unidos y su tipo de películas, porque también me interesaban. Pero recuerdo una época muy puntual, cuando estábamos haciendo "Diarios de motocicleta, en que me decían: "¿Y por qué no has hecho nada en Hollywood? Y yo digo: ¿Podría dejar de hacer "Diarios de motocicleta"para irme a hacer qué? ¿Qué película haría que vaya a trascender, a perdurar? Es más: te podría decir que en el año de "Diarios de motocicleta", no hubo una película estadounidense memorable. Y a mí, me parece que "Diarios de motocicleta" es una película que va a perdurar por los siglos de los siglos. Ojalá. Y creo que allí está la clave: hacer solo lo que te lleve por nuevos caminos. A mí me tocó en una época en que resultaba impensable. En el año 2000, en México se hicieron solo seis películas. Entre ellas "Amores perros" y "Todo el poder". ¡Y ahora se hacen más de cien! ¡Es algo tremendo! Hoy, para un actor que está saliendo de la escuela de teatro puede parecerle plausible actuar en el cine.

— Siguiendo lo que dices, ¿Prometes que nunca aceptarás el papel de "el amigo latino" en alguna nueva película de superhéroes?
(Ríe) ¡No! Más bien, cuando quiera interpretar a un súper héroe, será un gringo el que sea mi amigo. Pero la verdad, no sé que puede pasar. Estados Unidos está viviendo una crisis cultural muy fuerte en este momento. Una crisis que desde hace rato venía anunciándose. Esta celebración de la ignorancia, el racismo imperante, un puritanismo que te prohíbe hablar de ciertos temas. ¡Mientras que desde este lado del muro podemos hacer las películas que queramos! Podemos investigar más sobre la dimensión humana, de una forma mucho más profunda. En Estados Unidos, siento que podría seguir solo el formato que está escrito, aquello que está permitido, y que tiene que ver con un personaje que proviene del otro lado del mundo. Un personaje que salga de su lugar de origen para ser alguien. Y yo estoy hasta la madre de esa otredad... la verdad.

Gael García Bernal. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio)
Gael García Bernal. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio)

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