Se acaba de estrenar, en la cada vez más popular plataforma Mubi, una de esas operas primas irreverentes y frescas, que suelen ser también portavoces de una nueva generación. “Shiva Baby” (2020) es la carta de presentación de la cineasta canadiense Emma Seligman, quien con Rachel Sennot, su actriz protagónica, consigue una potente comedia negra, entre el alegato post-adolescente y el retrato femenino contemporáneo.
Luego de tener sexo con un “Sugar Daddy” —especie de “amante” que corresponde con dinero a los encuentros que tienen de vez en cuando—, Danielle (Sennott), estudiante universitaria que busca tener algo de independencia económica, es conminada por sus padres a asistir a una Shiv’ah. Se trata de una costumbre judía, reunión en señal de duelo por el fallecimiento de un miembro de la comunidad, donde se dan cita parientes y amigos.
El hecho que dispara la lógica delirante de esta comedia de enredos es la llegada imprevista, a la Shiv’ah, de Max (Danny Deferrari), el amante dadivoso de Rachel. Además de no ser el soltero que Danielle suponía, resulta que este “Sugar Daddy” había trabajado para su padre. Como si fuera poco, ella debe afrontar también, en esta Shiv’ah infernal, el acoso de toda su parentela, que incluye a las tías y allegados que no ve hace tiempo.
Hay varias coordenadas que remiten a Woody Allen: Nueva York, la comunidad judía de clase media alta, cierto ambiente “intelectual” —Danielle se está especializando en “Estudios de género”, cosa que, por razones económicas, no agrada a sus padres—. Pero Seligman sabe alejarse de los códigos del director de “Annie Hall”, y se las arregla para imponer su propia personalidad. Y no solo gracias el talento y carisma de Sennot.
No hay aquí los devaneos románticos con los bellos paisajes urbanos de “Hanna y sus hermanas”, ni el cosquilleo burlón de un personaje ingenioso que, luego de algún desencuentro hilarante, se espabila con una sonrisa traviesa. La Danielle que construye Sennot es de miradas pasmadas, más cerca de la melancolía o la depresión sonámbula, aterrada, que de un gag cómico que nos saque de la ordalía que le toca atravesar.
El humor de “Shiva Baby” es concomitante con cierto pánico femenino, no con la neurosis masculina. Lo interesante de Danielle y su aventura de sobrevivencia en la reunión a la que asiste —sin saber siquiera quién ha fallecido—, es su calidad de mártir forzada, de víctima de los comentarios sobre su apariencia física por parte de las tías, o la imposición a viva voz de estándares sociales por parte de los padres.
Danielle es una desclasada, que debe fingir ser “normal” en medio de los rituales tradicionales del judaísmo. Ya no es adolescente, pero tampoco independiente. Es una amante “pagada” y clandestina de un hombre casado y exitoso. A la vez, en la “Shiv’ah” se encuentra con Maya (Molly Gordon), vecina que fue su pareja por un tiempo, relación que los padres catalogan como fugaz “experimentación” y no como signo de bisexualidad.
“Shiva Baby” no es una película demasiado original. Tampoco es la aplicación de una fórmula. Con apenas una locación, la casa donde se da cita una miríada de personajes ridículos y amenazantes, la cámara se centra en gestos y miradas que hablan de lo que pasa bajo la superficie. Las tensiones parecen asfixiar a una desastrosa Danielle, que prefiere tomar de más y atreverse a lo indebido. Una sexualidad rebelde, una mente desbordada, y un humor tan incisivo como pesadillesco, se contagian como una peste, y otorgan un aire kafkiano a este formidable debut de Emma Seligman.
Ficha Técnica:
Título original: Shiva Baby
Género: Comedia
País y año: EEUU, 2020
Director: Emma Seligman
Actores: Rachel Sennott, Danny Deferrari, Fred Melamed, Polly Draper.
Calificación: Tres estrellas y media ( 3 y 1/2 )
Contenido sugerido
Contenido GEC