José Silva

Si bien entre el primer “Anticandidatos” (Mitin, 2011) y el segundo (Planeta, 2016), muchas cosas han cambiado en este país, hay otras que permanecen. Por ejemplo, los aspirantes a la presidencia siguen generando más rechazos que adhesiones. Algo palpable tanto en las calles como en las redes sociales. Este es uno de los temas que aborda la nueva obra editada por el politólogo y columnista de El Comercio.

El hoy investigador post-doctoral en la Universidad Diego Portales de Chile acaba de publicar “Anticandidatos: el thriller político de las elecciones 2016”, un muy interesante “fast book” que será presentado este jueves 17 de marzo a las 7 p.m. en Ibero Librerías de Larcomar.

La obra cumple su objetivo de descifrar a los principales personajes que sueñan con vestirse la banda presidencial el próximo 28 de julio e incluso va más allá. Describe tres de los más complejos escenarios electorales (Callao, Huallaga, Vraem), y explica de manera sumamente legible las reglas electorales que se han robado el protagonismo del presente proceso electoral.

Aquí la charla que tuvimos con Carlos Meléndez sobre “Anticandidatos”, libro que incluye ensayos de Josefina Miró Quesada, Ricardo León, Félix Puémape, Sigrid Bazán, Esteban Valle Riestra, Luis Meléndez, entre otros.

El libro te deja un saborcito a descarga salsera en el Callao y una sensación comparada con estar en el valle del Huallaga. ¿Dónde crees que está anclada esta nueva versión de “Anticandidatos”?

Lo que suelo decir es que este libro tiene un pie en la academia y otro en el monte, en la calle, donde también se hace política de verdad. Juntamos a un grupo de investigadores sociales, académicos y periodistas que están investigando la realidad social del Perú para que nos cuenten sus hallazgos. En Perú se hace mucha investigación, el problema es que el público masivo no conoce los resultados. “Anticandidatos” da un brochazo bastante integral y holístico de cómo se hace política en Perú hoy y no solo en una campaña limeña, sino en las lagunas de Conga, en el Huallaga, en los barracones del Callao. A eso apunta el libro.

El primer “Anticandidatos” publicado en 2011 partía de la idea de que somos un país sin sistema de partidos políticos. Este nuevo libro va por el lado contrario y, en su introducción, calificas el diagnóstico previo de “sensacionalista y lamentable”. ¿Qué cambió en estos cinco años?

Cambió algo, pero también mi punto de referencia, creo que ahora más sociológico. Justamente uno de los hallazgos principales del libro es que, mal que bien, hemos terminado formando partidos amorfos. No son pues partidos convencionales como manda el manual de texto. En 2011 el único partido político era quizás el fujimorismo. Hoy tenemos a Fuerza Popular más consolidada, al APRA y el PPC metiendo más congresistas que la elección pasada y hasta a Acción Popular renacido. Hasta la izquierda decidió dejar atrás el atajo del outsider y ponerle fe a su organización como cuenta Sigrid Bazán en su capítulo. Estos partidos no se asemejan a los tipos ideales que imaginamos los politólogos, pero movilizan, captan votos, eligen representantes, inclusive empleando 'sustitutos partidarios' –perdona la jerga- como lo describimos con Cristina Pachón para el caso de Alianza para el Progreso.

Hace algunos años decías que el fujimorismo iba a convertirse en un partido político. A la luz de los hechos, ¿le ha servido definir un nombre permanente, intentar dejar una marca ante el electorado?

Sí, hoy es el partido político más fuerte en el Perú. Aún no ha logrado institucionalizarse del todo, pero ha conseguido saltar de un 20% de voto leal a un 30% bastante estable. Es el partido que más ha avanzado en el país. Pero es un partido inesperado. Hasta paradójico como dice Paolo Sosa en su capítulo. Cuando en 2006 Keiko Fujimori se lanzó al Congreso no se imaginó que iba a tener seguidores, 'lovers', que podrían significar la base de una organización política. Y acá un 'remember de lo que dije hace cinco años: el fujimorismo va camino a convertirse en el aprismo del siglo XXI.

LIMA 08 MARZO DEL 2016LA CANDIDATA PRESIDENCIAL POR FUERZA POPULAR KEIKO FUJIMORI CELEBRO HOY POR LA NOCHE CON UN MITIN EL SEXTO ANIVERSARIO DE SU PARTIDO EN EL DISTRITO DELOS OLIVOS.FOTOS CONSUELO VARGAS/EL COMERCIO

Para Meléndez, el fujimorismo va camino a convertirse en el aprismo del siglo XX.

¿En qué sentido?

En el sentido de clivaje político que marca divisiones, que despierta afectos y odios. El aprismo/ antiaprismo fue la principal división política en el Perú del siglo XX. Ahora el fujimorismo/ antifujimorismo va camino a sustituirlo. La segunda vuelta de estas elecciones estará polarizada entre el anti y el fujimorismo, si no lo está ya ahora. Adelantémonos al próximo legislativo: el alineamiento de los miembros del próximo Congreso va a ser un fujimorismo con una gran mayoría vs. un antifujimorismo tratando de coordinar entre ellos.

Has escrito un artículo muy interesante junto a Cristina Pachón sobre César Acuña y Alianza para el Progreso. ¿Cuál es el panorama de este proyecto anti-establishment tras la exclusión del candidato del proceso electoral?

(El proyecto) va a continuar. Alianza para el Progreso ha acumulado una suma y diversidad de recursos políticos que hacen que este proyecto tenga durabilidad para las próximas elecciones (tanto subnacionales como nacionales). Tienen un capital político, aglutinan sustitutos partidarios, y sobre todo ha demostrado que puede hacer click con un sector subalterno del electorado. Sociológicamente hay un elector que puede verse representado a través de esta prédica del empresario emergente que logra acumular capitales y tentar el poder como una vía para consolidar su éxito. El problema es que toda campaña  calatea políticamente. Y esto pasó con Acuña. La campaña desnudó sus defectos y al hacerlos visibles quedó debilitado, pero en esta campaña. Insisto, estamos ante la agrupación política con la mayor cantidad de autoridades locales tiene en Perú. Además la lista parlamentaria sigue y probablemente tendrá una presencia propia y leal en el próximo Congreso.

LIMA, JUEVES 19 DE NOVIEMBRE DEL 2015,  CESAR ACUNA, CANDIDATO PRESIDENCIAL, ANUNCIA APOYO DE UNA AGRUPACION POLITICA A SU POSTULACION, ACTIVIDAD DONDE SE REUNIO CON JEFES DE RONDEROS DE TODO EL PAIS.FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO

El editor de "Anticandidatos" escribió junto a Cristina Pachón el ensayo correspondiente a Alianza para el Progreso.

El artículo concluye señalando que Alianza para el Progreso carece de académicos que le brinden cierto prestigio que quizás sí tienen otros partidos.

Es una cosa rarísima, tienen una universidad pero no un Think Tank detrás. De hecho, la parte más débil de la candidatura es el plan de gobierno. El jefe del plan de gobierno no es alguien que haya colaborado permanentemente con Acuña. Es César Villanueva, más bien un advenedizo en términos políticos a este movimiento. Esa falta de énfasis en lo programático es una gran debilidad de esta agrupación política que le hace quedar reducida a un aparato personalista y clientelar.

El artículo de Félix Puémape, que luce más como un buen resumen de lo que ha sido Alan y el Apra en estos últimos cinco años, concluye con la idea de que Alianza Popular se mueve más por la fe que por una campaña profesional. Treinta días antes de la elección da la impresión que esta fe no es suficiente…

Definitivamente no lo es. De hecho el título del artículo es “La fe de los sobrevivientes”, no la fe de los ganadores. El aprista y el pepecista de a pie, el militante partidario, es casi una especie en extinción. Son los cuadros sobrevivientes de lo que fue el siglo XX político. Y por más que tengan organización, partido, coherencia programática, sus recursos carismáticos que eran tanto Alan García como Lourdes Flores quedan desfasados ante una realidad que parece superarlos. No obstante, tendremos Apra y PPC de largo todavía. Es un dato importante. De hecho, una de las principales bancadas del próximo Congreso podría ser la de Alianza Popular. Muchos de sus rivales están celebrando por adelantado, pero la sonrisa se les puede ir del rostro si esta alianza lleva diez parlamentarios o más. Si hoy con tres hacen bulla, imagínate con diez.

ALAN GARCIA Y LOURDES FLORES INICIAN CAMPA?A ELECTORAL EN EL DISTRITO DE SAN JUAN DE MIRAFLORES. 8 DE ENERO

"Los recursos carismáticos están quedando desfasados", dice el editor de "Anticandidatos" sobre Lourdes y Alan.

Esteban Valle Riestra escribió en torno a Peruanos Por el Kambio (PPK), un grupo que ha cambiado mucho en los últimos años, incluso durante la elaboración y publicación de “Anticandidatos” se fueron asesores y otros cambiaron de puesto. ¿El elector llega a ser consciente de esta suerte de improvisación?

Los cambios se sienten. PPK el 2011 era un sancochado, un plato con hueso pero con carne también. Hoy es un “aguadito”, tiene menudencia. Pero luego de la tacha a Guzmán podría retomar sustancia. PPK construyó un partido express, sin norte político más allá de esta elección, muy personalista, que carece de experiencia y capacidad de movilización propios. PPK en su versión sancochado tenía más maquinaria: el PPC, Alianza para el Progreso, y caudillos regionales como Yehude Simon. Hoy vemos la esencia del proyecto ‘pepekausa’, que es básicamente muy limeño, muy tecnocrático, muy de clase alta, que tiene un interés por hacerse conocido nacionalmente a través de alianzas regionales pero no es suficiente.

¿Esto confirma que el aparato es más importante que los jales?

Sí y no. El aparato es importante pero no es condición suficiente para asegurarte una buena campaña. Si te das cuenta, Todos por el Perú (TPP) no tiene aparato, sino básicamente un crecimiento mediático. Tú puedes hacer una campaña simplemente a través de los medios, prescindiendo de organización, pero te la juegas, porque si careces de esto, tus seguidores se pueden evaporar pues no son genuinamente tuyos. TPP tiene pocos ‘Juliolovers’ y muchos más ‘Keikohaters’.

Curiosamente quien fue hasta hace poco el segundo puesto de las encuestas con 18% fue incapaz de llenar la Plaza San Martín cuando convocó a sus seguidores…

Es que carece de capacidad de movilización propia. Es el antifujimorismo lo que está detrás de este aparente vendaval de Guzmán. De hecho, el antifujimorismo sacó el viernes pasado más gente a las calles que muchos candidatos presidenciales. Aquellas personas que reclaman algo “nuevo” y que a la vez son antifujimoristas tienen altas probabilidades de haber endosado a Guzmán. El tema es que si él tuviera maquinaria y organización, ese 18% sería más activo y se asentaría. Él puede generar muchos ‘likes’ en Facebook pero no puede llenar la plaza San Martín. Si esto le hubiera pasado al Apra o a otra organización consolidada, tendríamos más de una plaza llena.

EL CANDIDATO PRESIDENCIAL  JULIO GUZMAN Y  EL BOXEADOR JHONATAN MAICELO EL CONGRESISTA MORA MARCHAN EN LA PLAZA SAN MARTIN

Para Meléndez, Guzmán carece de capacidad de movilización propia.

Aunque Todos por el Perú no es necesariamente nuevo…

Pero siempre ha sido un partido de cuadros tecnocráticos. TPP es un caso iilustrativo a seguir porque normalmente cumplía roles de plan de gobierno. Apoyaron en este aspecto a Lourdes Flores el 2001, a Paniagua en el 2006  y a Castañeda en el 2011. Siempre se pensó como un Think Tank o grupo de presión más que como un partido de masas.

A propósito del artículo de Ricardo León sobre el ritmo electoral en el VRAEM y el Alto Huallaga. Muchos podrían tener una visión demasiado limeña de la política. ¿Cómo se mueven las elecciones en estas dos zonas del interior de Perú?

Uno de los actores que más se ha movilizado en términos sociales en la última década son los cocaleros. No olvidemos que Perú lidera la producción de cocaína en el mundo. Tienes una cantidad no despreciable de recursos humanos dedicados a esta actividad. Y como es rentable necesitan un poder político que los ampare. Lo que ha hecho Ricardo León, en su vasto conocimiento de las zonas cocaleras, es analizar los caminos de la fortuna o la desventura que tuvieron aquellos cocaleros que incursionaron en la política. No solo a través de tentar cargos congresales sino también de gobiernos municipales y regionales. Y el balance es lacónico. O acaban en la cárcel o muertos. Mientras se esperaba la emergencia de un ‘Evo Morales peruano’ que organice a los cocaleros, lo que tienes son personas en la cárcel que han caído en la corrupción más que en la reivindicación de una demanda histórica, como se planteó discursivamente.

¿Qué aportó en tu libro que incluyas a autores no solo provenientes de la academia?

Hay dos tipos de saberes que tienen que encontrarse más seguido. El saber teórico, académico, de los libros, con el empírico, que pisa terreno sin temor. Muchas profesiones, como por ejemplo el periodismo, se cuajan en la investigación pedestre. Lo que he buscado es acercar al que tiene la fuente empírica con el que tiene el saber teórico. Por eso es que en el libro se incluyen capítulos sobre candidaturas presidenciales, pero también sobre temas transversales de la política. ¿Cómo surge Gregorio Santos? ¿Cómo se hace política en zonas donde hay inseguridad ciudadana? Desde el inicio fui muy consciente de que el libro podía envejecer muy rápido –logramos incluir un capítulo sobre Guzmán, pero no uno sobre Barnechea, por ejemplo. Pero justamente para atenuar esta flaqueza de un libro de coyuntura es que compaginamos perfiles de candidaturas que cambian todos los días –por la volatilidad política peruana—con capítulos que generan temas transversales de fondo: política en zonas de alto riesgo, la forma en cómo se comunican los mensajes a través de los medios de comunicación…

Y el marco legal en el que se ampara todo esto…

Claro. Cuando le pedí a Josefina Miró Quesada y Javier Albán escribir un capítulo centrado en las reglas electorales se sorprendieron. Pero teníamos la intuición que tanta reformología barata iba a generar un desmadre y ahí lo tenemos. Esta combinación de textos, centrados en candidaturas y en escenarios, permite un equilibrio en el libro que le da capacidad para subsistir la temporada electoral. Considero que, y te lo digo con humildad, este libro es uno de los compendios que mejor describe cómo se hace política en el Perú contemporáneo.

El primer “Anticandidatos” me dejó una sensación muy pesimista. ¿Hay solución a todo esto? ¿Quizás con una reforma política seria y planteada luego de este proceso electoral?

Para empezar el título del libro ya puede resultar pesimista, pero es descriptivo. Lo que tenemos en frente no son candidatos sino anticandidatos, “líderes” que generan más rechazo que adhesiones, y que se benefician del rechazo a terceros, de posicionarse mediocremente como el “mal menor”. Pero es así estamos construyendo nuestro sistema político. No podemos plantear una reforma política en término de lo que queremos sino en términos de lo que existe. Y lo que existe es grandes mayorías que rechazan la política actual. Y eso es paradójico porque el rechazo a determinados políticos nos ha dado estabilidad. Insisto: la gente no solo vota con el corazón y la cabeza, sino también con el hígado. Tenemos que pensar reformas que ordenen la política sabiendo que el elector peruano también vota con el hígado. ¡Los reformólogos inventan normas como si los peruanos amáramos a los partidos!

Probablemente si se convoca a una movilización a favor de un candidato se atraiga a menos gente que si se convoca a otra en contra de un candidato.

Exactamente. Eso es lo que pasa con Keiko Fujimori, por ejemplo. Tenemos que cambiar el chip de la política. Estamos en el siglo XXI. En el siglo XX teníamos partidos y no teníamos ley de partidos políticos. Ahora es al revés. ¿Por qué? Porque la ley que tenemos está pensada para partidos de un tipo que han desaparecido y no volverán. Es lo que le ha pasado a Julio Guzmán que pensó que anunciando “fraude” iba a socavar las bases del establishment y mira. Descubrió que no tenía seguidores propios sino “haters” ajenos que lo siguen por un momento pero a la primera decepción migran sin roche.

¿Fue un error plantear una reforma política durante la campaña?

Fue tremendo error generar un sentido común de que se necesitaba una reforma ya. Es cierto, se necesita una reforma pero para hacerla después del 28 de julio de 2016. El problema es que muchos institutos y consultores de la cooperación internacional insistieron en el tema con una vehemencia que hace dudar de sus reales intenciones. Repito: estoy a favor de la reforma profunda pero en contra del ‘timing’ en la que fue pensada. Por otro lado, y soy enfático en ello, no existe una receta. Muchas de las ONG o de los consultores replican ciegamente recetas que aprenden en los encuentros que asisten con sus colegas latinoamericanos.Pero creo que la receta (de afuera) en el caso peruano no funcionará necesariamente. En todo caso prefiero ser escéptico a poner todos los huevos en una sola canasta. Finalmente, en nuestro país no hay acuerdos sobre qué es lo que se necesita reformar. Algunos piden dos cámaras, distrito nominal o plurinominal. Y mira, si no sabemos bien lo que queremos, mejor no hagamos nada. Esa es mi principal crítica al conjunto de opinólogos que ha estado reclamando ‘sus’ reformas inmediatas sin norte.

LIMA 05 DE MAYO DE 2015GENTE PERUANOS Y LATINOS CAMINANDO POR JIRON DE LA UNION EN EL CENTRO DE LIMA

Para el politólogo, cualquier reforma política debe tener en cuenta que gran parte de peruanos votan con el hígado.

¿Cuánto daño hizo el compromiso político al desarrollo de las ciencias sociales en el Perú contemporáneo?

Pensemos en olas. La ola del siglo XX llevó a la orilla del pensamiento peruano (y latinoamericano) a académicos comprometidos. Representaban cómo se hacían las cosas, el cómo se vendían las ideas en la esfera pública. Era la forma de ver el mundo y la academia era parte del activismo político, lo cual tuvo sus pros y sus contras. Sin embargo, creo que la contraola de la academia despolitizada es el otro extremo. Mi generación –al menos en ciencia política- es la de académicos bastante despolitizados en el sentido partidario del término. Y eso tiene sus ventajas porque pregonamos objetividad, imparcialidad, aunque solo nos sirva como artificio metodológico porque realmente sabemos que tal cosa no existe en las ciencias sociales. Existen sesgos y uno debe buscar equilibrarlos. Pero en todo caso, mi generación no ha perdido la vocación por lo público. De hecho, algunos historiadores nos tildan de figuretis. No importa. Nuestro ‘pecado’ es que queremos producir análisis de la realidad social para el alcance de las mayorías; no para estar atrapada en los syllabus de los colegas solamente. Si quieres, la meta -por ahora- es que libros de ciencias sociales vendan más de tres mil ejemplares. Fíjate, no publicamos opinología, sino sociología, antropología, ciencia política y hasta derecho pero pensando en el lector promedio, no solo en el patio de Sociales o de Letras.

La ciencias políticas en el Perú tienen apenas una década de existencia formalmente en las universidades (pregrado). El Ministerio de Trabajo dice que los profesionales que egresan de esa rama son los segundos mejores pagados. ¿Cómo ves el panorama de esta rama a futuro?

Creo que la ciencia política debe tomar el camino de la profesionalización. El politólogo no solo tiene que ser un académico sino un profesional al servicio público y privado, como un ingeniero o un abogado. De hecho “Anticandidatos” fue publicado por Planeta y 50+1, la consultora de la que formo parte y que busca sacar el análisis politológico de la esfera académica. Creo que mucha de la inversión pública, privada, del análisis de riesgo, del funcionamiento del Estado, cuestiones muy empíricas y de preocupación cotidiana sobre el funcionamiento de la sociedad pueden verse beneficiados si incorporan un análisis políticos serio y no solo ‘opinológico’. Entonces, creo que la ciencia política no solo debe salir de la academia para explicarle al lector desprevenido cómo es su país, sino también para influir positivamente en el crecimiento económico, en el ordenamiento administrativo y también en el funcionamiento del Estado.

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