Son tiempos extraños estos, en los que discutir sobre temas que no sean la vida o la salud parece una frivolidad. Discutir, por ejemplo, sobre el futuro de los libros. Pero conviene entender que, en realidad, el editorial es un asunto de suma relevancia. Son los libros –así como las películas o la música– los que por estos días nos ayudan a sobrellevar las dificultades del confinamiento; y son los libros también el material de consulta de los médicos o investigadores que buscan enfrentar desde su trinchera a la pandemia del coronavirus.
“La cuarentena, que todos entendemos y acatamos, ha generado una debacle en el sector editorial. No es que va a ocurrir, ya ocurrió. Esta industria es tan frágil que la cadena de pagos se rompió”, afirma Jerónimo Pimentel, director general de Penguin Random House. Ciertamente, dentro de un panorama de librerías cerradas, editoriales como la que él encabeza no reciben pagos por sus consignaciones. Y con ello, como es lógico, se merman los ingresos de editores, correctores, diagramadores y los propios autores.
Según un informe publicado esta semana por Día 1, la editorial Planeta calcula una reducción de su plan editorial del 40% debido a la pandemia. En el caso de Penguin Random House el recorte es parecido. “Y hablamos de editoriales grandes, que tienen respaldo internacional –agrega Pimentel–. ¿Pero qué pasa con las pequeñas como Peisa, Pesopluma, Estación La Cultura, y otras? Muchas podrían cerrar. El escenario es catastrófico”.
La librería Crisol, que con 35 locales se consolida como la más grande del país, describe como muy severo el impacto de la cuarentena y proyecta que la situación se prolongará. Consultado sobre sus planes para contrarrestar la crisis, su gerente general Sergio Galarza, menciona el potenciamiento de comercio en línea, el recojo en tienda y la entrega por delivery. Sin embargo, no es claro lo que ocurrirá en sus tiendas.
“Seremos estrictos cumplidores de los protocolos dictados por el gobierno –responde Galarza por correo electrónico–. Vamos a priorizar en nuestras tiendas para sintonizar con las preocupaciones de nuestros clientes. Somos conscientes de cuáles son los temores que el consumidor albergará en la etapa poscuarentena. Por ello, deseamos generar confianza”. A la pregunta sobre si conservarán su personal, Galarza señaló que se encuentran trabajando con su equipo a la espera de novedades respecto a la reactivación.
POSIBLES SALIDAS
¿Qué hacer frente a al panorama incierto? Ya el gremio en su conjunto ha presentado al Ministerio de Cultura un listado de medidas concretas que se podrían tomar para mitigar el impacto. Aun así, la situación no es sencilla por el simple hecho de que la industria editorial, paradójicamente, no se maneja como una industria convencional (reducida a cifras y monedas), pues posee sus propias singularidades.
Una fuente ligada al Ministerio de Cultura nos explica que, más que subsidios o bonos, una gran compra pública de libros sería la mejor manera ayudar la industria editorial en estos momentos, con un impacto real de liquidez que ayude a diversas editoriales a seguir funcionando. Sin embargo, no ha habido ningún anuncio oficial por parte del Mincul sobre una operación de ese tipo. ¿De qué tipo de adquisiciones hablamos? “Si el gobierno ha decidido comprar 840.000 tablets para alumnos de todo el país, ¿quién podría oponerse a que estas tablets contengan libros comprados a editoriales peruanas?”, plantea Pimentel.
NUEVAS IDEAS
Dentro del golpeado ecosistema del libro, una de las instituciones que ha tenido que buscar alternativas novedosas para mantener su actividad es la Biblioteca Nacional del Perú: desde lecturas virtuales a través de redes sociales hasta chats atención de consultas bibliográficas, pasando por foros de cine y clases de ajedrez, muy solicitadas por los usuarios.
Ezio Neyra, jefe de la institución, opina que la tarea para los distintos protagonistas del sector debe ser encontrar nuevas maneras y dinámicas de negocios para lograr adaptarse a estos tiempos. “Aunque es una frase hecha y puede no sonar bien, es cierto que crisis tan grandes como estas generan también oportunidades. Quizá sea el momento de pensar más en libros electrónicos o audiolibros. Nosotros mismos en la Biblioteca Nacional ya empezamos una nueva etapa que incluye los formatos electrónicos. Y mi opinión sigue siendo que el ‘ebook’ y el libro impreso pueden convivir perfectamente, son formatos que atienden diferentes necesidades lectoras”, apunta Neyra.
A pesar de que son las editoriales pequeñas las más afectadas por la pandemia, para Teo Pinzás, director de Pesopluma, la importancia de los formatos digitales se vuelve indiscutible. “El ‘e-book’, los audiolibros o las publicaciones transmediáticas representan maneras de llegar a otros públicos, ofrecen nuevos recursos expresivos, desencadenan otras lógicas de consumo y generan alternativas para lectores, editores y autores. En ese punto, tenemos tarea pendiente en Perú y toca ponernos al día”, señala con optimismo, sin dejar de expresar preocupación por el sector de los impresores.
Pinzás menciona también otras ideas que pueden comenzar a impulsarse más en el sector, como es el delivery de libros como una opción para evitar las aglomeraciones (“aunque lo ideal sigue siendo comprar libros en librerías”, precisa), o incluso la venta directa, que su editorial ya venía poniendo en práctica desde mucho tiempo antes de la crisis.
“La crisis está obligando al sector a ser creativo –agrega Pinzás–. Y si los eslabones de la cadena logran sobreponerse al trauma que representa la adaptación a nuevos paradigmas, esto va a ser beneficioso para el ecosistema del libro, que aprenderá a renovarse (a pesar de su resistencia al cambio) y saldrá fortalecido con nuevas herramientas, plataformas y estrategias”.
EL FUTURO, TAN INCIERTO
“No comparto las opiniones apocalípticas acerca del sector librero –dice por su parte la editora Anahí Barrionuevo–. Por el contrario, las nuevas circunstancias representan un desafío que debe ser estimulante y que le dan al sector un momento oportuno para replantearse ciertos usos y costumbres, o para emprender caminos inéditos”. Menciona el caso de la Feria del Libro de Lima (FIL), que este año no podrá organizarse de forma regular, pero que la Cámara Peruana del Libro evalúa realizar de manera virtual.
“Nuestra FIL es masiva –agrega Barrionuevo–. Recibe cerca de 600 mil personas cada año, y con eso es una de las más grandes de América Latina. Digo esto para recordar que el activo con que cuenta es muy grande. Y eso es lo bueno: todo un potencial al que ahora debe dársele una forma distinta”. En ese sentido, señala que habrá que coordinar la implementación digital para la transmisión de los eventos por streaming, evaluar la posibilidad de coordinar transmisiones por las señales de radio y televisión del Estado, o compensar la taquilla con un costo mínimo de inscripción que incluya el reparto de kits básicos para los usuarios. Ideas sueltas para la adaptación.
Teo Pinzás de Pesopluma, por su parte, propone mirar el ejemplo de la Feria del Libro de Bogotá, que realiza la primera edición virtual de su historia desde el último martes, debido también a la cuarentena por el coronavirus. “Acá los mayores desafíos radicarán en cómo habilitar el comercio, que es en el fondo la esencia de cualquier feria –asegura–, así como revisar si tenemos una conexión de calidad suficiente como para soportar un evento de varios días con conferencias, presentaciones de libros, navegación digital, compras online, etc. Bien gestionados y coordinados estos asuntos, la FIL virtual podría ser insospechadamente exitosa”.
El panorama poscuarentena
Como no todas pueden ser malas noticias, dos de las editoriales consultadas nos adelantan algunas de sus próximas novedades:
- -En Penguin Random House aparecerán este año las nuevas novelas de Gustavo Rodríguez (“Treinta kilómetros a medianoche”), José Carlos Yrigoyen (“Mejor el fuego”), el debut en este mismo género de la poeta Tilsa Otta, y libros de no ficción de Carmen McEvoy y Alejandro Neyra.
- -Pesopluma, por su parte, prepara el lanzamiento de dos títulos en el corto plazo: “Famulus”, primer libro de cuentos de Romina Paredes, y la reedición de “Una impecable soledad”, del poeta Luis Hernández, proyecto que cuenta con el apoyo de los Estímulos Económicos del Mincul.
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¿Qué es la covid-19?
La covid-19 es la enfermedad infecciosa que fue descubierta en Wuhan (China) en diciembre de 2019, a raíz del brote del virus que empezó a acabar con la vida de gran cantidad de personas.
El Comité Internacional de Taxonomía de Virus designó el nombre de este nuevo coronavirus como SARS-CoV-2.
¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?
Entre los síntomas más comunes del covid-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.
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