Siempre fue un mito viviente: envuelto en una nube de tabaco, el profesor Fernando Fuenzalida se sentaba en el pupitre para transformarse al mismo tiempo en filósofo aristotélico, antropólogo social, historiador de las religiones, monje hindú y rockero subterráneo. Amante del cine, erudito en Nine Ich Nails y devoto de Mahler, había sido alpinista en Manchester mientras tenía como profesor de estructural-funcionalismo nada menos que a Max Gluckman. Pensador esquivo, siempre reacio a tomar exámenes y a dejar tareas, fue dueño de un espíritu incompatible con las formas académicas, los horarios y las reglas. Tal vez por eso nunca tuvo alumnos: íbamos a sus clases para asisitir a un ritual.
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En el que se daban la mano el rigor científico con la erudición humanística. Eso le permitía viajar por el tiempo y el espacio estableciendo genealogías y tendiendo puentes. Fuenzalida había crecido entre jesuitas y sabía tanto de cristianismo como de hinduismo, budismo o sufismo. La magia renacentista, los dioses indoeuropeos, el Mahābhārata, la mitología nórdica, los alquimistas. Hablaba de elfos, gnomos y hadas con tanta propiedad como de ovnis. Por eso sus libros —especialmente “La tierra baldía” (1995)— terminan siendo la radiografía de un acróbata estético capaz de estudiar la masacre de Waco, los atentados de Oklahoma, los experimentos científicos con fines militares, Los Hijos de Dios, el sida, Hitler, Manson, Ezequiel Ataucusi y el heavy metal.
SIGNOS Y HUELLAS
A diez años de su desaparición física, ¿cómo se sostiene en el tiempo el conjunto argumental de Fernando Fuenzalida? “A diferencia de lo que sucedió con Julio Cotler, a Fuenzalida lo fuimos viendo poco y cada vez menos hasta su desaparición en 2011. Pero, a esta distancia, los imagino como los Sartre y Camus de la reflexión sociológica peruana. Los textos de Fuenzalida tendrán un alcance mayor en el tiempo porque manifiestan una escala diferente que los valiosísimos aportes de don Julio. Miró más adentro y también más lejos, lo cual no siempre brinda imágenes inmediatas. Pero a la luz de los trances que viviremos en adelante, podemos apostar a que la relevancia de su pensamiento sólo crecerá”, dice Enrique Prochazka, acaso su alumno más aprovechado.
¿Y qué huellas de su calado intelectual puedes identificar en el pensamiento contemporáneo? “Las hay en muchos terrenos. Fue uno de los primeros seguidores de Bateson y podríamos argüir que gran parte de la mirada holística que ejerce la ciencia más actual, obligadamente interdisciplinar, es batesoniana. El peso de las religiones en el análisis sociopolítico siempre fue otro de sus énfasis. Pero no sólo de las iglesias organizadas sino desde el piso básico de las creencias de la gente, de cómo estas surgen y se articulan con su actuar social y político. Hay mucho más, pero si tuviera que mencionar sólo una más que me resulta entrañable, es la importancia que le dio a la cultura pop como la expresión más reciente, y superficial sólo en apariencia, de fenómenos sociales y espirituales de índole muy antigua y firme. Hoy esa es una de las vertientes más comunes del análisis estético y nutre mucha de la exploración semiológica contemporánea”.
Ocurre que Prochazka junto a otros intelectuales vienen homenajeando a Fuenzalida Vollmar con un ciclo de conversatorios online en torno a los retos y desafíos que enfrenta la sociedad contemporánea tras la incertidumbre provocada por la emergencia social y económica. ¿Evolucionan o involucionan la vida, la sociedad y la historia? ¿La búsqueda de libertad y felicidad suponen ‘el fin de la historia’? ¿La búsqueda de justicia encontró un bache insuperable con el fracaso de los regímenes comunistas que pusieron término a la Guerra Fría? Para desentrañar estas y otras interrogantes, cada miércoles conversan por YouTube Mapi Fortunic, José Sánchez Paredes, Héctor Béjar, Oscar Sánchez, Hugo Neira, Mijail Mitrovic, Mario Polia y Armando Millán, todos devotos del célebre profesor.
LOGOS ESTEPARIO
Lo excepcional de estas jornadas es la inminente publicación de un manuscrito inédito que el pensador había terminado de corregir maniáticamente antes de abandonar este mundo. “Mi papá siempre me mandaba a buscar libros en su biblioteca, me daba el título y el autor y yo siempre los encontraba en ese laberinto en tiempo récord. Según él, los duendes que habitaban ahí me tenían cariño y me ayudaban a hallarlos. Por eso siempre debía dejarles caramelos. Nunca olvidaré su rostro y su inigualable mirada el día que encontré tres anillados sobre los que se puso a trabajar en el corto tiempo que le otorgó la vida. Tratamos de encontrar sin éxito una editorial en el 2009. En el 2011 mi padre murió y el 2019 Ramón Mujica Pinilla me dijo que el libro se tenía que publicar. Entonces me puse manos a la obra”.
Quien habla es Rebeca Fuenzalida, hija del maestro y depositaria de su legado. Que comprometió la creación de la editorial Tierra Baldía: desde el 2019 ya tiene cinco libros publicados, pero curiosamente ninguno es de Fuenzalida. Cosa que ocurrirá este año a partir de “ese camino lleno de luz que me invita a continuar con el trabajo que él empezó y termina con este, que considero el testamento intelectual de mi padre: ‘Mesianismo y orígenes del ocultismo contemporáneo`. Y es así como voy tejiendo con amor este lazo tan especial que me une a él”, concluye la heredera del extraordinario erudito que alguna vez declaró: “Quisiera que se me recuerde como un profesor universitario de buena voluntad que quiso iluminar a sus contemporáneos. Y que tal vez logró algún éxito”.
“Mesianismo y orígenes del ocultismo contemporáneo "
(Fragmento inédito)
Intentamos ofrecer una exploración de los caminos de la «búsqueda»: los representados por la religión, la magia, las improvisaciones de carácter pop y la pseudotecnología. ¿Hacia dónde se dirige este proceso? Recordemos que fueron Auguste Comte y Oswald Spengler quienes vieron un movimiento complejo de retorno hacia una religiosidad de carácter originario y primitivo en la que las realidades Humana, Ecológica y del Espacio Profundo adquirirían un papel central en el misterio.
Sin lugar a dudas, el fenómeno de la Segunda Religiosidad Occidental representa un desafío frente al cual es necesario un giro total de nuestra perspectiva. ¿Seremos capaces de observarnos y analizarnos imparcialmente a nosotros mismos? ¿Serán adecuados los instrumentos diseñados para la observación y análisis de esas «otras» sociedades, para la observación y el análisis de una sociedad de tanta complejidad y de tan gran escala como la nuestra? ¿Estamos en condiciones de reconocer lo «primitivo» en nuestra mente con tanta facilidad como hemos sido capaces de reconocerlo en la del llamado «hombre primitivo»? Resolver estas preguntas es tarea para un nuevo tipo de antropólogo, formado no solamente en la información etnográfica clásica sino también en la historia y, de manera general, en las humanidades de Occidente.
El dato
Asociación Tierra Baldía
Dirección: Av. Del Ejército 847, Miraflores
Conversatorios online: Tierra Baldía en YouTube
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