José Silva

Reconocida como una de las narradoras más talentosas de la literatura peruana contemporánea, incursiona esta vez en un ámbito distinto para publicar “De aventurero a letrado: El discurso de Pedro Dávalos y Lissón (1861-1942)” (Fondo Editorial Universidad del Pacífico, 2016).

¿Por qué la autora decidió rescatar y reconstruir a este personaje casi marginal de nuestra historia? En diálogo con “El Comercio”, la también catedrática afirma que es precisamente este detalle el que le genera curiosidad. “Me gusta rescatar a gente que ha producido y cuyo legado, bueno o malo, no se menciona”, señala.

Efectivamente, ¿quién (fuera de la academia) conoce a fondo a Pedro Dávalos y Lissón? Más allá de que el nombre puede trasladarnos mentalmente a una calle en del centro de Lima, pocos conocen que este personaje fue tan enigmático como multifacético. Historiador, novelista, minero pero simbólicamente aventurero, Dávalos y Lissón dejó –a través de su incompleta pero diversa y valiosa obra—una visión de nación muy particular.

Conozcamos en esta entrevista algo más de Pedro Dávalos y Lissón bajo la mirada de Giovanna Pollarolo, quien investigó sus escritos a profundidad para esta muy recomendable publicación.

-Siendo Pedro Dávalos y Lissón un personaje tan fascinante, ¿por qué decidió escribir un texto académico y no una novela sobre él?

Primero creo que hay que conocer sus novelas. Él fue un autor, historiador y novelista. Su nombre no figura en prácticamente ningún texto sobre historia de la literatura peruana. Eso sí, Pedro aparece en el Diccionario de Minas, porque él destaca y es más conocido como empresario y como minero. Dávalos y Lissón descubrió una aleación, algún sistema de trabajar los metales. Trabajó en algunas minas tras la Guerra del Pacífico y tuvo una vida larga. Eso me pareció fascinante. Nació en 1861 y murió en 1940. Creo que ese es un periodo de grandes cambios en el Perú y en el mundo. Los primeros años del siglo XX marcan la nueva tecnología, se pasó de andar en caballo a usar automóvil, por ejemplo.

-Gran parte de estos hechos marcados por el final de la Guerra con Chile…

Dávalos y Lissón vive la pos guerra, que fueron años de mucha pobreza en Perú. Como ha dicho Basadre, este (entonces) era un país yacente. Luego viene la recuperación, claro está.  Finalmente, Dávalos y Lissón muere cuando el Perú ya había tenido una gran mejora económica.

-Asumo que muy pocos han podido leer la novela “La ciudad de los reyes” de Dávalos y Lissón. ¿Qué detalle le generó interés de dicha obra?

El libro lo conocí en un curso del profesor Carlos García Bedoya en San Marcos en el año 2000, cuando hacía mi maestría. Soy honesta y te digo que conocía nada o muy poco de la novela del siglo XIX y de principios del XX. De Clorinda Matto y Mercedes Cabello daba un salto casi mortal hasta Ciro Alegría. No conocía bien ese periodo que es muy interesante porque recoge muchas publicaciones que conocí tiempo después. Entonces me presentaron esta novela y me pareció increíble su tono de queja terrible, que me hace recordar a las quejas actuales sobre el Perú. “Este país no da para más, qué mal estamos”. Ese discurso tan pesimista que tenemos los peruanos, que pasamos de una queja continua a un ¡Viva el Perú! casi sin transición. Eso lo encontré en esta novela, publicada en nuestro país en 1906.

-¿Podría decirse que la inconclusión marcó la obra de Pedro Dávalos y Lissón?

Sí. Desde un punto de vista metafórico hago una analogía entre su visión del Perú como un país con proyectos siempre inconclusos y él también con sus proyectos no terminados. Su “Historia del Perú republicano” se queda en Balta. Anuncia que va a publicar una serie de estudios sobre héroes y personajes de la Guerra de la Independencia y la Guerra del Pacífico, y no lo concreta. En las contratapas de algunos de sus libros anunciaba que habría “próximas obras” que finalmente no se dieron. Sin embargo, sí publicó mucho. Dávalos y Lissón, que fue un autodidacta, hizo un diagnóstico al celebrarse el primer centenario de la Independencia en 1921. Luego publica sus memorias (“Por qué hice fortuna”) que se detienen en 1891, y muere pocos meses después de la publicación de ese tercer librito. Se trata de una autobiografía muy bonita que pueden aún encontrarse en la biblioteca Riva Agüero y también en la colección Benvenuto de la Universidad del Pacífico.

-¿Cuáles son los principales temores, prejuicios o reparos que tiene un narrador al pasar al campo académico y escribir un libro de este tipo?

Bueno, yo tengo una formación en literatura en la Católica y soy profesora. He tenido que aprender a desenvolverme en el ámbito de la academia, que es bastante diferente a la creación, aunque la verdad sí puedes lograr que uno alimente al otro. Creo que mi vena novelesca –pensando como lectora y adicta a las ficciones—me sirvió para poder ‘crear’ a este personaje. De Dávalos y Lissón puedo decir que lo he construido porque había muy poca información sobre él. Apenas algunas reseñas, una escrita por Valdelomar en “Variedades”, otra redactada por Luis Alberto Sánchez sobre la novela “San Martín”, quizás algún comentario de Estuardo Núñez, pero ahí nomás.

-¿Por qué si este personaje estuvo casi siempre ligado a la élite nunca llegó a ser uno de los millonarios de su época?

Es irónico que haya escrito un libro titulado “Por qué hice fortuna”. Efectivamente, él estuvo ligado a la élite.  En su autobiografía dice “Me encontré en el barco con Billinghurst”, “Tratamos de hacer un negocio un negocio de minas con Gildemeister”. Él era amigo de José Pardo, de Leguía, estuvo muy ligado a los dirigentes connotados del segundo civilismo, sin embargo, jamás ocupó un cargo importante. Lo contrataban para lo que hoy podríamos llamar ‘consultorías’. Publicó una especie de folleto pequeño sobre la prostitución en Lima.

-¿Lo llegó a revisar para escribir este libro?

Sí, asumo que el Ministerio del Interior estaba preocupado por la situación de la prostitución en Lima a inicios del siglo XX y le encargó este folleto a Dávalos y Lissón.

-Me ha mencionado a Leguía y quería preguntarle, ¿hasta qué punto ensombreció a Dávalos y Lissón su lealtad hacia el ex presidente?

Por lo que puedo inferior, Dávalos tiene una novela que se llama “Leguía” y que es la segunda parte de “La ciudad de los reyes”. Y ahí aparece Leguía como personaje, pero no está muy bien tratado y es algo que menciono en mi libro. Es en su primer gobierno (1908-1912) cuando este personaje ficcional creado por Dávalos en “La ciudad de los reyes”, llamado Alfonso de Urzúa,  se le acerca a Leguía para ofrecerle conseguir dinero de Estados Unidos para comprar armas, declararle la guerra a Chile y así recupera Tacna, Tarapacá y Arica. Bueno, el negocio (en la novela) no resulta y Leguía queda tratado como algo cobarde, como si teniendo la posibilidad de hacer este negocio con un inversionista norteamericano simplemente no se atreve. Pero también hay otro libro de Dávalos y Lissón llamado también “Leguía”, editado con mucho lujo en un papel especial. Ahí habla sobre Leguía elogiándolo pero se detiene en el año 1905, antes de que sea presidente. Así que no estoy muy segura de si los vínculos se mantuvieron tan cercanos durante el Oncenio, cuando Leguía fue poderoso.

-¿Cómo podría evaluar el lenguaje que usa Dávalos y Lissón en sus obras?

Como novelista intenta una novela histórica siguiendo la línea de Pérez Galdós, quien tuvo mucha influencia en los escritores de esa época. Su lenguaje es bastante sencillo y con una estructura más o menos lineal. No llega a tener un lenguaje modernista, adornado, retórico. Me parece que es mucho más sencillo.

-Siendo tantos los personajes que marcaron nuestra historia durante la época que vivió Dávalos y Lissón, ¿por qué eligió a este que aparentemente es víctima de la marginación?

Por eso mismo. Me gusta rescatar a gente que ha producido y cuyo legado, bueno o malo, no se menciona. Creo que es interesante y que aprendemos también de estos personajes.

-¿Por qué los lectores de “El Comercio” deberían leer su libro?

Creo que es un libro académico pero entretenido. Lo pueden leer casi como una historia porque analizo novelas que podrían interesarle a muchos. Quién dice si de pronto se hace una nueva edición de las novelas de Dávalos y Lissón y así conocemos un poco mejor a nuestro país. También quiero decir que este libro ha sido posible gracias al Fondo Editorial de la Universidad del Pacífico que me apoyó en la edición.

-Si usted tuviera una editorial y tendría que elegir una novela de Dávalos y Lissón para reeditarla, ¿cuál sería?

Creo que “La ciudad de los reyes”, y quizás aprovechando el inminente bicentenario, publicaría la saga de San Martín y Bolívar, porque esa visión del Perú durante los años de Independencia, que es la que recrea 100 años después, es bastante interesante, nos hace ver cómo lo que dice hoy en día los historiadores, en torno a que las guerras de la Independencia fueron más guerras civiles que de liberación. 

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