La publicación de “Las constelaciones oscuras” (Random House) le ha generado excelentes reseñas. Quizá la más entusiasta la publicó el diario español “El Mundo”: “Es uno de los primeros clásicos del siglo XXI que ha dado la literatura hispanoamericana”. Genial, desenfadada y sensual, la novela de Pola Oloixarac, que mezcla exploradores y biólogos decimonónicos con nerds y hackers de nuestro tiempo, la consolida como una de las autoras argentinas más singulares. Quizá sea porque nuestro país altera su código genético en extrañas maneras.
En efecto, Oloixarac declara con orgullo sus raíces peruanas: su madre del Rímac, su abuela victoriana, su bisabuela huanuqueña y quechuahablante. Su fascinación por Vargas Llosa, aunque su estilo se encuentre en las antípodas de nuestro gran escritor realista: “Tengo en proyecto una novela superperuana: la historia de mi familia. Me gustaría hacerla con referencias vargasllosianas, pienso en ‘Pantaleón y las visitadoras’, ¡qué se yo!”, comenta orgullosa una de las escritoras encargadas de cerrar nuestra Feria del Libro.
¿Cuándo pensaste que escribir una novela era algo más que contar una historia?
No sé si tuvo que ver con una manera distinta de leer a Borges. Un día, en la Biblioteca Nacional, revisando la Enciclopedia Británica, me encontré con sus apuntes en el margen. ¡Descubrí que Borges, para sus cuentos, le había dado vuelta a frases de la enciclopedia! Eso me desilusionó un poco de él. Pero entrar en contacto con esos escritos me hicieron pensar que, quizá, había una forma más profunda de relacionarse con el conocimiento, que ese podía ser el aporte original de mi obra.
Uno de los encantos de “Las constelaciones oscuras” es que parece un tratado científico...
Hay un momento en la escritura que, siendo ingenua, siento que estoy haciendo un tratado científico, que me acerco a algún tipo de verdad. Para mí eso es fundamental, es el motor de mi trabajo. Después me interesan otras cosas: cómo atraer al lector, cómo hacerlo entrar en una selva y confundirlo.
En tu novela, contradiciendo la intención de los investigadores científicos, parece que la única forma de conocer lo que piensa una persona es a través del sexo.
(Ríe) ¡No sé si estoy de acuerdo con eso! Me interesaba hacer una historia de la ciencia posible, de la ciencia naturalista en América del Sur y una historia de los hackers que luego lleva a un desarrollo tecnológico particular. No creo que el conocimiento sea algo ilusorio.
¿Crees que la actitud positivista de los científicos del siglo XIX se repite hoy, de alguna manera?
Algo hay de eso. Hay como una especie de ‘revival’ positivista. La ciencia ha vuelto a formar parte de las conversaciones cotidianas. La gente está fascinada porque una sonda llegue a Plutón. Eso era algo que yo veía de niña, en los años ochenta, cuando la era espacial se ponía interesante. Creo que ahora vivimos un momento similar, como también lo vimos a fines del siglo XIX. Hoy, con la revolución digital y tecnológica, hay una sensación de que todo puede ser eventualmente conocido, pero no de la manera positivista decimonónica, a la manera kantiana. Ahora, el ser humano mantiene una posición mucho más humilde ante la naturaleza. Estamos pendientes de sus transformaciones. Somos más sensibles a nuestra propia inferioridad.
En la novela, el sexo tiene una presencia radical. ¿Cómo cruzas del conocimiento científico con la obsesión sexual de los personajes?
Me parece divertido poner escenas de sexo. Es una manera de conocer mejor a los personajes. A la vez, me interesa revestir el sexo de una sensibilidad ‘informática’, como si la información lo traspasara todo. Todas las descripciones están atravesadas por eso, como si habláramos de diagramas de flujo más que de seres humanos encontrándose. Es como imaginarnos la perspectiva de la máquina. Es muy divertido pensarlo así.
Y en esa tensión sexual de la historia, un espacio clave es la frontera entre Argentina y Brasil. ¿Cuál es la fantasía que despierta Brasil en tu país?
Brasil es para nosotros un tsunami de fantasías. Lo miramos como la otredad, nuestro oriente. En Brasil, proyectamos el exotismo, la rareza, la libertad, la locura. ¡Es el lugar donde uno puede perderse! Mientras escribía la novela, cuando pensé cuáles eran los lazos de deseo que estaban funcionando en la historia, evidentemente debía tener un personaje que surgiera de los fluidos sexuales que se atraviesan en aluvión entre Brasil y Argentina.
EN LA FIL LIMA
Lugar: Sala José María Arguedas.
Conferencia: “La escritura sublevante”.
Participan: Pola Oloixarac (Argentina) y Dani Salvatierra (Perú).
Hora: 7 p.m.