Sonia del Águila

La noche del sábado último, se erigió como el epicentro indiscutible de la música a nivel mundial. Frente a una multitud efervescente de más de 1,5 millones de personas, en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, [la más emblemática de Brasil], (Bay City, Míchigan, 1958) se convirtió en una amalgama de todas sus facetas icónicas durante un deslumbrante espectáculo que se prolongó por más de dos horas.

En el colofón de The Celebration Tour, la eterna vanguardista repasó la historia de su vida a través de sus identidades más simbólicas: desde la seductora ‘Chica material’ hasta la ingenua novia, pasando por la provocadora católica, la inmaculada virgen y la rebelde vaquera. Entrelazó estas representaciones con maestría, a la vez que proclamó su derecho al erotismo sin menoscabar su papel de madre, todo ello ante una audiencia entregada y cautivada por su genialidad escénica.

Este concierto gratuito marcó el punto culminante de una gira que adquirió especial significado, después de que en junio una grave infección bacteriana pusiera en peligro la vida de la cantante estadounidense.

Ganancias millonarias

Fue un momento histórico tanto para Madonna, quien nunca antes había actuado frente a una audiencia tan vasta, como para Río de Janeiro, que experimentó un incremento sustancial en sus ingresos, alcanzando un total de 57 millones de dólares [Gran parte de estos se atribuyen a la llegada de 150 mil extranjeros en vuelos especiales y al aumento de casi 100% en la ocupación hotelera y en distintos comercios]. Según informó la agencia AFP, este logro representa un aumento del 30% con respecto a la inversión inicial.

Para la construcción del impresionante escenario de 800 metros cuadrados y dos metros y medio de alto se requirieron 270 toneladas de equipo. Esta infraestructura que duplica en tamaño a los utilizados en presentaciones anteriores de The Celebration Tour, garantizó que los asistentes pudieran disfrutar desde todos los ángulos posibles de este recorrido de éxitos de Madonna, que incluyó canciones como “Like a Virgin”, “Vogue”, “Holiday”, “Like a Prayer” y “La Isla Bonita”.

Precisamente, con este último tema, llegó uno de los momentos más memorables de la noche. Madonna vistió la camiseta de la selección brasileña de fútbol y compartió escenario con un grupo de jóvenes percusionistas de una escuela de samba y con la cantante drag queen Pabllo Vittar. Simultáneamente, las pantallas proyectaron imágenes de destacadas personalidades brasileñas, entre ellas el educador Paulo Freire, la futbolista Marta, la recordada concejala Marielle Franco y el venerado líder indígena Raoni.

Antes de esto, Madonna, quien durante todo el evento utilizó una férula de compresión elástica en su pierna izquierda debido a una lesión en la rodilla, interpretó “Vogue”. Para ejecutar la famosa coreografía de este tema, estuvo acompañada por una de sus hijas más jóvenes, Estere, de 11 años, y por la diva brasileña Anitta.

La relación de la cantante con el país carioca es bastante cercana. Desde su primera actuación en Maracaná en 1993 hasta su participación en proyectos sociales en las favelas, pasando por su colaboración con Anitta (” Faz Gostoso”) y su admiración por Caetano Veloso. Además, durante dos años mantuvo una relación sentimental con un modelo brasileño, 28 años menor que ella.

Entre los momentos más aplaudidos de la gala, también destacan los homenajes que Madonna rindió a íconos como Prince y Michael Jackson, así como a destacadas personalidades brasileñas que perdieron la vida a causa del sida, como el cantante Cazuza, y a influyentes líderes afrodescendientes.

Grandes récords

Aunque fue masivo, este no es el show más concurrido celebrado en Copacabana. En 1994, Rod Stewart congregó a 3,5 millones de personas, un espectáculo que quedó registrado en el Guinness World Records como el más grande de todos los tiempos. Asimismo, artistas como el brasileño Jorge Ben Jor, quien convocó a tres millones de personas en 1993, y los Rolling Stones, que reunieron a 1,5 millones en 2006, también han protagonizado conciertos memorables en la icónica playa brasileña.

Madonna puede que no haya roto récords numéricos en esta ocasión, pero cumplió sueños que sus fans y ella misma llevaban mucho tiempo acariciando.